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Las Condenas

 

 Durante más de un centenar de años el motivo del Niño en la Anunciación se difundió por Europa sin encontrar oposición, apareciendo en todos los países y en todos los campos de la actividad artística sin que los teólogos encontrasen nada reprensible en la iconografía. La primera condena del motivo aparece hacia 1440-1454 en la obra de San Antonio de Florencia (Summa Theologica, lib. III, Tit. 8, cap. 4, XI. De artificibus), para el cual la presencia del Niño descendiendo del cielo completamente formado podría llevar a pensar que su cuerpo no se hubiera constituido a partir de la sustancia materna. La cita del dominico florentino deja claro que el problema no es el motivo en si, sino la confusión que puede producir cuando se utiliza en la escena de la Anunciación, de ahí que las condenas nunca se hicieran extensivas a las adaptaciones que se hicieron de la iconografía.

"Reprehensibiles, inquit, sunt etiam Pictores, cum pingunt ea quae sunt contra fidem: cum faciunt Trinitatis Imaginem unam personam cum tribus capitibus; quod monstrum est in rerum naturam: vel, in Annunciationis parvulum puerum formatum, scilicet Iesum mitti in uterum Virginis, quasi non esset de sunstantiam Virginis corpus ejus assumptum...".

Se ha supuesto que la condena del dominico florentino tuviera su explicación en el hecho de que el motivo del Niño tiene su origen en ambientes franciscanos, con lo que el rechazo de San Antonino no sería más que un episodio de la conocida rivalidad entre ambas ordenes (cf. Lipinsky). Sin embargo, el problema no es tan sencillo. Es cierto, como hemos visto, que la imagen es la expresión de la mística franciscana pero frente a lo que pudiera parecer, en la mayoría de los ejemplos tempranos de la iconografía aparecen, de una u otra forma, referencias a la orden dominica. Las razones del rechazo hay que buscarlas probablemente en la personalidad del propio S. Antonino, el cual, aunque avanzado en la teoría política, manifiesta un intenso afán de dirigir espiritualmente todas las actividades de la ciudad: la economía, el arte, la vida en suma. Por otra parte, la condena de las Anunciaciones con Niño no aparece en la obra del florentino como un hecho aislado sino unida al rechazo de otras muchas imágenes que él considera ridículas, apócrifas o monstruosas: las Trinidades trifrontes y trifaciales, los desnudos, las parteras en la Natividad...

La condena de San Antonino, por tanto, hay que entenderla al margen de las disputas entre los mendicantes y cobra sentido frente a la opinión de quienes, como el cardenal Hugo de Saint-Cher (ca. 1200-63), sostenían que el cuerpo de Cristo había sido enviado desde el cielo ya formado. Los argumentos de San Antonino los recogen más tarde los teólogos postridentinos, especialmente Molanus de Lovaina, intérprete de las ideas emanadas de Trento, al considerar a la imagen contaminada de la herejía valentiniana que postulaba que el cuerpo de Cristo había sido enviado del cielo ya formado, entrando en la Virgen tanquam per fistulam transisse:

"Pingitur enim quibusdam locis, in historiam Annunciationis et Incarnationis Dominicae, Corpusculum quoddam humanum. inter radios, quos Spiritus Sanctus diffundit, descendes ad uterum beatissimae Virginis, quae Pictura videtur praebere occasionem erroris, non solum periculosi, sed etiam haeretici. Valentinus enim ab antiquo haereticus est habitus Ecclesiam, quia docuit Christum corpus de coelo attulise, et per Mariam tantum tanquam per fistulan transisse. Unde Sanctus Antoninus hanc Picturam acriter reprehendit…". (cf. Molanus de Lovaina, De historia sanctorum imaginum et picturarum, pro vero earum usu contra abusus libri quatuor, (Libro II, cap. XXIII "Observatio circa historiam Annunciationis Dominicae". (Ed. de J.N. Paquot, Lovaina, 1771, pp. 70-71). (1ª ed. (De picturis et imaginibus sacris), Lovaina, 1570, fols. 39v-40r; ed. ampliada, Lovaina, 1594, fols. 121v-122v).

 Puede parecer extraña la alusión a Valentino, un filósofo del siglo II cuyas doctrinas gnósticas sólo eran conocidas por las condenas de San Ireneo y Tertuliano recogidas por Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, en los siglos XIV y XV coexistían todavía opiniones dispares con respecto al misterio de la Encarnación, lo que puso de nuevo de actualidad las ideas de Valentino y Eutiques (siglo V), los cuales habían mantenido que Cristo descendió ya formado desde el Cielo. A la herejía valentiniana se refiere probablemente también el maestro Johannes Eckhardt -él mismo sospechoso de herejía- cuando escribe, a comienzos del siglo XIV: "...secundum haereticorum dogma verbum assumpise caeleste corpus aliquod, non humanum, sed ideo dicitur de caelo descendere, quia non ex virili semine, ut alii dicunt haeretici, sed mystico spiramine verbum Dei factum est caro, secundum illud Luc. 1: "Spiritus Sanctus superveniet in te".

 Si la autoridad de San Antonino no fue suficiente para desterrar el motivo -todavía en la segunda mitad del XV son abundantes los ejemplos de la iconografía, algunos en la misma Florencia-, las condenas derivadas de las disposiciones del Concilio de Trento, difundidas en el tratado de Molanus tampoco resultaron decisivas. En mi Tesina de Licenciatura solo mencionaba dos casos posteriores a las resoluciones del Concilio y afirmaba que las condenas mencionadas solo se habían limitado a certificar la defunción de una imagen que ya hacía algún tiempo que había dejado de utilizarse. Sin embargo, los ejemplares que he podido catalogar desde entonces obligan a replantearse la cuestión. Más de un centenar de los casos que he recopilado son posteriores a Trento y a la publicación del tratado de Molanus, y hay muchos de los siglos XVII y XVIII. Todavía en el siglo XIX se hicieron algunas adaptaciones de la iconografía, especialmente en la vidriera victoriana, y en el siglo XX se retomó el tema (Dalí, Aldrich Rope, Brandi Barth…), si bien no tengo claro que en todos los casos sus autores conocieran los ejemplos históricos y conscientemente decidieran recuperarlos, aunque sí parece clara en ellos la intención de subrayar el misterio de la Encarnación.

  Esta pervivencia del motivo explica la persistencia de las condenas, convertidas quizá en un tópico para quienes pretendían definir la ortodoxia del arte católico. En el XVII, cuando en el arte el motivo estaba cayendo en desuso, el eco de las condenas de San Antonino y Molanus resuena en la obra del iconógrafo y pintor sevillano Francisco Pacheco, y, ya en el XVIII, en la del mercedario español Interián de Ayala. Ambos recurren a las citas del arzobispo florentino y a la autoridad de Molanus y reiteran las acusaciones de valentinianismo y de inducción al error para justificar su rechazo hacia el motivo. Ayala, cuya obra ejerció una notable influencia, califica a las obras en las que aparece como "rudas y ridículas", epítetos convertidos en tópicos en todas las referencias al motivo de los siglos XVII y XVIII:

"...la cual pintura, no sólo es ocasión de error, peligroso, pero herético, como advirtió Molano, porque se conforma con el parecer de Valentino y sus secuaces a quien la Iglesia santa ha muchos que condenó por hereje, porque enseñó que Cristo, nuestro Señor, traxo el cuerpo del cielo, y, por esto, San Antonino reprehende con rigor esta pintura, porque es de fe que el Espíritu Santo formó el cuerpo de Cristo nuestro Señor de la sustancia de la sacratísima Virgen, en sus purísimas entrañas" (cf. Francisco Pacheco, Arte de la Pintura (ca. 1638), cap. XII, "Pintura de la Anunciación de nuestra Señora" (Ed. de B. Bassegoda i Hugas, Madrid, Cátedra, 1990, p. 595).

 

"Y lo que vemos algunas veces en la historia de la Anunciación de la Virgen, y de la Encarnación del Señor (lo que hago memoria de haber advertido en algun Breviario), sin duda es yerro, ó á lo menos una pintura que dá ocasión a fatales, y perniciosos errores. Pues en ella, entre los rayos de luz que baxan desde el Cielo á la tierra, y hasta la misma Virgen, se ve pintado un cuerpecillo bien organizado, aunque pequeño, el cual baxa al sagrado vientre de la Virgen. ¿Y quién, por medianamente que esté instruído dexará de conocer que esta pintura abriga el herético error de Valentino, ó por lo menos, que dá manifiesta ocasión de semejante gravedad? [...] Por esto reprende y condena con razón esta pintura San Antonino, como que abre el camino para la herejía" (...) Baste advertir que estas pinturas, é Imágenes, deben omitirse enteramente, y aún (según yo pienso) deben borrarse, ó quitarse, si todavía ha quedado alguna de ellas. Porque, si bien podrían interpretarse en otros sentidos píos, como observó un teólogo que escribió sobre estas materias [se refiere a Molanus, lib. 3, cap. 13]; sin embargo no veo por que deba hacerse tanto caso de dichas Pinturas (que por lo menos son rudas, y ridículas), que por ellas se haya de recurrir á un sentido muy remoto, y escondido". (cf. Fr. Juan INTERIAN DE AYALA, El pintor christiano, y erudito ó tratado de los errores que suelen cometerse frecuentemente en pintar, y esculpir las Imágenes Sagradas. 8 Libs. 2 vols., Madrid, Imp. de Joachin Ibarra, 1782, Lib. I, cap. VII, nº 3, pp. 56-57).

 La nómina de sanciones contra el motivo culminaría, según algunos autores, con la condena ex cathedra de Benedicto XIV en el siglo XVIII. No he podido encontrar, sin embargo, ninguna condena explícita de las Anunciaciones con Niño en las obras del Papa Lambertini, condena que muchos autores mencionan pero cuyo texto nadie cita. Entre los que se refieren a la supuesta condena papal el único que menciona una referencia concreta es Lipinsky pero la carta papal a la que se remite (Literae Apostolicae ad Episcopum Augustanum (Solicitudine Nostrae, 1-Oct-1745), en la que Benedicto XIV condena las Trinidades tricéfalas y trifaciales, no hace referencia al motivo del Niño en la Anunciación sino a las imágenes de la Virgen que muestran la Trinidad en su interior (las "Abrideras"), y es significativo que en el mencionado escrito, en el que se cita constantemente a San Antonino, Molanus e Interián de Ayala, se omita la condena al motivo del Niño y se interrumpa la cita de San Antonino -quien condena conjuntamente la Trinidad trifronte y la Anunciación con Niño- precisamente cuando éste pasa a condenar el motivo que nos ocupa. Tampoco se refiere al motivo en su capítulo De sacris imaginibus et nonnullus controversiis ad eas pertinentibus, en el que comenta las disposiciones de Trento y pasa revista a las imágenes lícitas y reprobables, ni en el apartado que dedica a la Anunciación en su De Festis.

En la época de Benedicto XIV, seguía en vigor la iconografía en muchos países, especialmente en Portugal y Polonia, y seguían siendo muy populares, a pesar de las condenas y de las propuestas iconoclastas de Ayala, obras antiguas en las que aparecía el motivo, lo cual, explica que todavía a principios del siglo XIX la célebre estigmatizada alemana Ana Catalina Emmerick (1774-1824) en sus visiones, transcritas por Clemente Brentano, describa a María, tras la partida de Gabriel, inspirándose en las Anunciaciones con Niño:

 “Desaparecido el ángel he visto a María arrobada en éxtasis profundo, en absoluto recogimiento. Pude ver que ya conocía y adoraba la Encarnación del Redentor en si misma, donde se hallaba como un pequeño cuerpo humano luminoso, completamente formado y provisto de todos sus miembros".

 

 

 

Condena de San Antonino,

Summa Theologica, lib. III, Tit. 8, cap. 4, XI (De artificibus), ed. Anton Koberger, Nüremberg, 1478.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tratado de Molanus de Lovaina

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tratado de Francisco Pacheco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tratado de Interián de Ayala

 

 
 

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