En la villa de Grado (Asturias) se hizo la ceremonia del Descendimiento, que Álvaro Fernández de Miranda describe así, a principios del siglo XX:

"
En la Plaza Mayor se levanta un tablado, y sobre él una cruz de gran tamaño, que se rodea de asientos para el clero y Corporación municipal: llegan los sacerdotes al mediodía con la imagen del Redentor, y dejándola clavada en el simbólico madero, la cubren con un paño blanco; queda la benemérita haciendo guardia de honor [1].
A las tres entra en la plaza la procesión: clero y ediles ocupan sus asientos, y un sacerdote, desde el balcón de una casa próxima, relata la escena del Descendimiento; y cuando exclama ¡Quita ese rotulo! es arrancado el INRI; ¡Quita la corona! ¡Los clavos que le desollan los pies!, etc., los sacerdotes van ejecutando lo que indica el predicador, hasta verificar el descenso del Santo Cuerpo, que presentan al pueblo: en este instante acentúa el sacerdote sus quejumbrosos acentos, ahogados por los ruidosos lamentos y sollozos de la muchedumbre que se apiña en la plaza, desarrollándose una escena singular y patética.
Nunca hubo irreverencias, faltas de compostura y respeto, ni un incidente desagradable
".

En 1806 parece que la imagen se encontraba en mal estado, ya que en una de las Juntas del concejo se dice que
"está indecente" y se acuerda que la restaurasen "pintores de Oviedo". No sé exactamente desde cuándo se hacía la ceremonia en Grado, pero parece probable que ya se hiciese a principios del siglo XVIII, y consta que a mediados de la centuria Sancho Fernández de Miranda, IV marqués de Valdecarzana, encargó un Cristo del Sepulcro al escultor José Bernardo de la Meana para la Capilla de los Dolores de su palacio, el cual resultó destruido durante la Guerra de la Independencia contra los franceses.

Desde finales del siglo XIX se conservan testimonios gráficos del acto en la Plaza del Mercado (cf. Foto 2), y en el santuario de la Virgen del Fresno se encuentra el
Cristo de la Salud (Foto 1), en la actualidad muy deteriorado y con el brazo derecho articulado con una bisagra vertical de hierro, evidentemente fruto de una reparación, que pudo haber sido utilizado en las ceremonias del Descendimiento.

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[1] En el siglo XIX la guardia del Sepulcro estaba compuesta por ocho vecinos de la comarca de las Dorigas, uniformados y armados con escopetas o tercerolas, los cuales consideraban un gran honor ser elegidos para la función.

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REFERENCIAS:

BELLMUNT TRAVER, Octavio & CANELLA SECADES, Fermín (dirs.),
Asturias : su historia y monumentos, bellezas y recuerdos, costumbres y tradiciones, el bable, asturianos ilustres, agricultura e industria, estadística, Fototip. y Tip. O. Bellmunt, Gijón, (1894-1900), vol. III, p. 293 (con foto). Disponible: https://bibliotecavirtual.asturias.es/i18n/consulta/resultados_ocr.cmd?buscar_cabecera=Buscar&tipo=elem&id=457406&tipoResultados=BIB&posicion=5&forma=ficha
FERNÁNDEZ DE MIRANDA, Álvaro,
Grado y su concejo : historia de una comarca asturiana, Est. Tip. de la Viuda e Hijos de Tello, Madrid, 1907, pp. 25-26 y 191. Disponible: https://bibliotecavirtual.asturias.es/i18n/consulta/resultados_ocr.cmd?buscar_cabecera=Buscar&tipo=elem&id=457692&tipoResultados=BIB&posicion=24&forma=ficha