El
Meco es en Galicia la personificación del carnaval, el mismo entroido en forma de figura de paja que se quema al finalizar los festejos. Sin embargo, en algunos lugares se denominan mecos a máscaras fustigadoras vestidas con pieles y con cabezas de animales, o simplemente a las máscaras desastradas que sirven de contrapunto a otras elegantes del tipo de las denominadas Bonitas, Madamas, Galanes... Así sucedía en la aldea de Taín (parroquia de San Mamede de Urrós, en el concello de A Merca-OU), donde A Mecada convivía con “bunitos e madamas” (cf. FICHA nº 89: https://juliomontanes.synology.me/bases/mascaras/index.php?-table=mascaras&-action=browse&-cursor=88).

El escritor compostelano Luis Manteiga describió en los años 30 el entroido tradicional de Taín en algunos artículos de la serie Ronsel de los días, publicada con el pseudónimo Sergio Ivaguín en el semanario ourensano Heraldo de Galicia, y también en su obra teatral A Mecada (Estampa rural en 4 cadros), compuesta hacia 1934-35. Desde el punto de vista de la historia del carnaval gallego es interesante su descripción del cortejo de “bunitos e madamas” y de A Mecada, así como las luchas rituales de grupos (de sexos, y de solteros y casados), escenificadas en torno a un carro como en el entroido de Teixugueiras (Cartelle), si bien el autor se muestra perplejo ante la brutalidad del entroido rural, la violencia de la mecada y los abusos a las mujeres [1].

Según Manteiga, la "
horda" de los mecos de Taín, armada de estacas y látigos, golpeaba sin parar a cuanto mozo no enmascarado encontraba en su recorrido, mientras estos trataban de esquivarlos y, si podían, montarse a sus espaldas e intentar tirarlos al suelo [2]. Los mecos llevaban siempre careta de tela o piel, hacían sonar esquilas y cencerros, vestían con pieles y embestían contra todo, siendo un orgullo para cualquier mozo tumbar a un meco.

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[1] Manteiga dice lo siguiente en el
Heraldo de Galicia del 18 de marzo de 1935:

"Se conoce el meco, pero el paño sucio, o el cartón coloreado, o la piel agujereada que cubre su rostro, le hace desconocido, extraño, ente simbólico, con atribuciones para el abuso, con tal de que tenga fuerza para resistir el salto en peso de un hombre que le cabalga. Hay un juego bárbaro de cosas ignoradas en esta ingenua y bruta diversión en que apenas entran en juego más que rudas demostraciones de fuerza. A las mujeres solo les resta huir ante la mecada o dejarse manosear sin reparos. La máscara es el fondo brutal del hombre, dejado en libertad, sin frenos, ni trabas...".

[2] El reto de montar por la espalda a una máscara fustigadora también se hacía en el entroido de Berres (A Estrada), cf. FICHA: https://juliomontanes.synology.me/bases/mascaras/index.php?-table=mascaras&-action=browse&-cursor=103.

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REFERENCIAS:

MANTEIGA, Luis, “Ronsel de los días : A Mecada”, en:
Heraldo de Galicia, Ourense, nº 223 (18/03/1935), p. 1. Disponible: https://biblioteca.galiciana.gal/gl/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1400228.
TATO FONTAÍÑA, Laura,
Teatro galego : Luis Manteiga, Ediciós do Castro, Sada, 2003.