En la primera mitad del siglo XX en el
entroido de Freixoso da Penela (Cartelle-OU) se representaban farsas y parodias (cf. FICHA nº 361. BD Teatro de Entroido: https://juliomontanes.synology.me/bases/teatrodeentroido/index.php?-table=teatrodeentroido&-action=browse&-cursor=0&Numero==361) y los vecinos se disfrazaban unos de Vellos (de viejos) con ropas "de barreiras" y la cara tapada con cualquier trapo o antifaz, y otros de Novos (de jóvenes). Estos últimos eran normalmente mozos travestidos cuyo atuendo femenino elegante, según las informaciones que recogió en la primera mitad de la década de 1990 Rocío Areán Iglesias, consistía en:

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... unos pololos largos hasta las rodillas sobre los que llevaban unas enaguas un poco más cortas para que dejasen asomar la parte de abajo de los pololos. Ambos eran de algodón blanco e iban adornados con cintas, tiras bordadas y mucho encaje. Debajo de la enagua llevaban una tela de color vivo para que realzase con su contraste la transparencia de las partes caladas del bordado. Cubrían las piernas con medias de mujer, aunque llevaban zapatos de caballero, quizás por la dificultad de conseguir unos femeninos que se adaptasen a sus pies. Sobre la camiseta interior se cosía un ajustador de mujer, al que se le rellenaban las tazas, para realzar las formas femeninas. Encima llevaban una camisa blanca y una corbata corta. Este vestuario, muy semejante al de los típicos danzantes, se enriquecía colocando dos bandas de color que cruzaban el pecho des-de cada hombro a la cadera opuesta, donde se anudaban con una gran lazada. Otra banda de color se colocaba en la cintura a modo de faja. Sobre los hombros se colocaban dos grandes lazos del mismo color que las bandas. Sobre la parte delantera de la falda se ponía un pañuelo bordado con muchos colores cosido a la cintura a modo de mandil.

En la cara la llevaban una máscara comercial, que al igual que los otros elementos de este disfraz, intentaban que fuese lo más bonita y elegante que pudiesen hallar. La cabeza se cubría con una pañoleta blanca anudada al cuello bajo la barbilla, para disimular el pelo, y a la vez, proteger la cabeza del roce del tocado de cartón que era la parte más característica de esta máscara. El tocado, de forma artesanal, consistía en un casquete formado con dos triángulos de cartón cosidos por los bordes y ahuecados en la parte en que se ajustaba a la cabeza mediante un mimbre abierto al medio para formar un arco. El cartón se recubría con papel pinocho de colores que previamente se doblaba en tiras y se cortaban por un solo lado para hacer fleco, luego se le daba la vuelta para que quedase ahuecado, y se pegaba recubriendo toda la superficie.

Se decoraba con alambres formando arcos que se cruzaban de un lado al otro del gorro y también iban recubiertos de papel pinocho preparado como el del gorro y enrollado en forma de espiral. En los arcos y en las puntas se colocaban flores de adorno del mismo papel. El conjunto alcanzaba una altura de unos cuarenta centímetros (...) La misión de estas máscaras era el lucimiento, y al igual que otras máscaras de la provincia gozaban del privilegio de la "inviolabilidad", ellos eran los únicos que se libraban de los ataques propios de esta zona, que consistían en una continua persecución por parte de los que iban vestidos "de viejo" que iban "zorregando vimbiazos" [daban latigazos con mimbres] en las piernas a toda la gente, además de arrojarles ceniza y hormigas
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REFERENCIAS:

AREÁN IGLESIAS, Mª del Rocío,
Elementos estéticos y pervivencia de las formas en el carnaval tradicional de Ourense [Tesis Doctoral], Universidad Complutense - Facultad de Bellas Artes, Madrid, 1994, pp. 49-50.