En el siglo XVII en Mondoñedo (Lugo) se menciona la existencia de
pandorcas en las fiestas. Consta que en octubre de 1618 las hubo en los festejos que se hicieron para celebrar la canonización de Santa Teresa de Jesús: “...por cuanto para regocijar la fiesta de la bienaventurada madre Teresa de Jesús fuera necesario, para tres danzas que se ordenaron, llamar a un tamborilero y dos gaiteros, y porque así mismo asistieron al correr de toros e invenciones de fuego, pandorcas y disfraces y otras cosas necesarias..., se les de a cada uno diez y seis reales”.

La mención de "
pandorcas y disfraces" lleva a pensar que podrían tratarse de máscaras desastradas de tipo carnavalesco ya que en algunas zonas del norte de Portugal (especialmente en la Terra de Miranda do Douro), se denominaba pandorcas a las chocalheiras, mascaradas repetidamente prohibidas por los obispos de Bragança en los siglos XVII y XVIII [1], y en gallego la voz pandorca sigue significando "muller gorda e mal arreglada". Sin embargo, la palabra pandorca, y su variante pandorga, tiene múltiples acepciones [2] y se utilizaba también antiguamente para referirse a muñecos móviles (=estafermos) diseñados para golpear a los participantes poco habilidosos en el Juego de la pandorga, relacionado con los bofordos y los torneos medievales. Dichos estafermos fueron conocidos en Galicia (cf. mi página web: https://teatroengalicia.juliomontanes.synology.me/torneos.htm#estafermo) y eran monigotes de madera giratorios con los brazos extendidos, llevando en uno de ellos un escudo y en el otro un saco de arena. Los caballeros al galope tenían que golpearlos con su lanza en el escudo y esquivar inmediatamente el saco de arena, que con el giro de los brazos tendía a golpearlos por la espalda.

En Mondoñedo existió uno de esos estafermos, probablemente el más famoso de Galicia y el único que ha llegado hasta nuestro días. Denominado
O Tangueiro, en origen se corría en el Corpus pero en el siglo XIX se trasladó a las fiestas de la Virgen de los Remedios y las ferias de As San Lucas. Su corrida, parodia de los torneos medievales, con jueces, juramento de los caballeros, etc., era anunciada a toque de trompetas con un pregón burlesco. Eduardo Lence-Santar proporciona algunas noticias de la fiesta, desaparecida a principios del siglo XX y recuperada en 1944 cuando se reparó para la ocasión en el taller de los hermanos Leiva el antiguo estafermo, conservado en el convento de San Pedro de Alcántara. A pesar del éxito de público que, según Trapero Pardo, tuvo la corrida del 44, el espectáculo no volvió a repetirse, pero se conserva el muñeco con el que se hacía en las dependencias del Casino de Mondoñedo (cf. Foto 2). Cabe también, por tanto, la posibilidad de que las pandorcas mindonienses de 1618 fuesen corridas del estafermo y no máscaras.

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[1] En 1687 el obispo D. Antônio de Santa Maria las condenó:
"Também nos veio a notícia que em alguns logares deste nosso bispado se teem introduzido muitos abusos perniciosos: a saber pelos dias das actavas do nascimento do Senhor se fazem hum modo de festas a que chama vulgarmente Pandorcas fazendo danças e festejos por muitos dias com muitas ofensas a Deus comendo e bebendo demasiadamente, descopondo muitas pessoas de que resultam graves pendências e outros pecados originados de galhofas entre mancebos e moças". En 1744 D. Diogo Marques Morato las prohibió de nuevo "sob pena de 100 réis e os cabeças de 500 réis", y en 1755 reiteró la prohibición Frei João da Cruz (cf. ALVES, Francisco Manuel (Abade de Baçal), Memórias Arqueológico-Históricas do Distrito de Bragança, Tipografia Empresa Guedes, Oporto, 1938 [Reed. Câmara Municipal de Bragança, 2000, vol. II, p. 151. Disponible: https://issuu.com/lelodemoncorvo/docs/tomo_ii.1-310]).

[2] En la actualidad designa en algunos lugares, tanto de España (Chipiona) como de Hispanoamérica (Paraguay, México, Colombia...), a las cometas de papel y farolillos voladores de aire caliente (=
papalotes), y también se utiliza para referirse a desfiles ruidosos y/o con faroles, y a danzas como las que todavía sobreviven en Ciudad Real (cf. https://www.pandorgos.es) y la isla canaria de La Palma (cf. CABRERA HERNÁNDEZ, Benito, "Las Pandorgas canarias", en: Actas del I Congreso Internacional de la Bajada de la Virgen, La Palma, 2017, pp. 561-570. Disponible: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6270220.pdf). Según Cabrera Hernández y otros autores, la mención documental más antigua de una pandorga se encuentra en una descripción de los festejos celebrados en Valladolid el 14 de abril de 1605 para conmemorar el nacimiento de Felipe IV, en los que se organizaron pandorgas que salían con tambores, cornetas, panderos, triángulos, flautas y pitos. Se menciona también una pandorga en 1609 en las fiestas que el Duque de Lerma hizo en Tudela de Duero, la cual formaba parte de una máscara de Baco compuesta por figuras con atavíos estrafalarios que tocaban sonajas, gaitas zamoranas, panderos y morteruelos. Ambas referencias explican por que Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana, o española (1611) define la palabra pandorga como “una consonancia medio alocada, y de mucho ruido que resulta de variedad de instrumentos.

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REFERENCIAS:

LENCE-SANTAR y GUITIÁN, Eduardo,
Del obispado de Mondoñedo : Fiestas mindonienses, Diputación Provincial de Lugo, Mondoñedo, 1911-1916 (3 vols.), vol. II, p. 85 (Tangueiro) y vol. III, p. 22 (Pandorcas de 1618).
RISCO, Vicente, "Etnografía: cultura espiritual", en: Otero Pedrayo, Ramón (dir.): Historia de Galiza, Akal, Madrid, 1979, vol. I, pp. 255-762 (p. 667) [1ª ed., Nós, Buenos Aires, 1962].
TRAPERO PARDO, José,
Santuario de los Remedios : Mondoñedo, Tip. La Voz de la Verdad, Lugo, 1946, pp. 151-152.