La representación del denominado Auto de Fisterra tiene lugar en una localidad estrechamente conectada con Santiago y con el culto jacobeo, y en un “escenario” (el monte de San Guillerme [=Guillermo]) que debió de ser un lugar sagrado desde la prehistoria, siendo cristianizado más tarde con una iglesia medieval.
En la actualidad, el ciclo de Fisterra comienza el Jueves Santo con la representación de la Santa Cena y el Lavatorio en un tablado levantado en el presbiterio de la iglesia de Santa María das Areas [1]. Intervienen en la escena, mimada siguiendo el relato de tres narradores, un sacerdote con dalmática representando a Cristo y los marineros de la localidad vestidos con ropas de aguas como los doce apóstoles. A continuación se celebra la Misa y, concluida, sale por el pueblo la procesión del Huerto de los Olivos y se representa en un huerto improvisado con pinos, ramas y luces, el encuentro entre Cristo y Judas y la prisión de Jesús -un actor que ha sustituido a la imagen- en una casa de la villa.
Al día siguiente, Viernes Santo, sale de la prisión una procesión con la imagen de Cristo con la cruz a cuestas escoltada por soldados romanos que la llevan con una soga atada al cuello, saliéndoles al encuentro las imágenes de la Virgen y la Verónica que muestra la Santa Faz. Por la tarde, de nuevo en la iglesia, tiene lugar el Desenclavo, una ceremonia en la que los vecinos, representando a los personajes bíblicos (Nicodemo, José de Arimatea, etc.), retiran los clavos de un Cristo articulado, pliegan sus brazos y lo descuelgan de la cruz con la ayuda del sudario, situándolo sobre los brazos de la Virgen que, en forma de Piedad, lo ofrece a la contemplación de los fieles (el Cristo actual es una imagen moderna, pero el original, conservado en la iglesia, es del siglo XIV, vid. infra). La ceremonia no tiene diálogos, es simplemente un mimo realizado al ritmo del relato de un orador que va describiendo los acontecimientos y dirige con sus palabras los movimientos de los actores. Terminado el Desenclavo, sale la procesión del Santo Entierro que concluye a media noche depositando la imagen en el sepulcro de granito construido al efecto en la ladera del monte de San Guillerme en el que se encuentra la iglesia [2].
El plato fuerte del ciclo es la escena de la Resurrección que se representa el domingo por la mañana. El sepulcro del monte de San Guillerme se encuentra custodiado por soldados romanos que huyen despavoridos al oírse el trueno-petardo que anuncia la Resurrección y derriba la puerta del sepulcro. Aparece entonces un ángel, encarnado por un niño o niña de la localidad, que abre la puerta del sepulcro y se sienta en una piedra a la espera de las Marías que llegan con los ungüentos. Tras la sorpresa de éstas por encontrarse el sepulcro abierto y vacío se entabla el siguiente diálogo en castellano [3]:
ANGEL: ¡Hijas de Salén!. ¿Por qué tristes y llorosas os postráis de hinojos?. ¿Por qué llanto? ¿Por qué lágrimas en los ojos?. ¿Qué queréis?. ¿A quién buscáis?.
MAGDALENA: ¡A Cristo!
OTRA MARIA: ¡Al que murió crucificado por nosotros!
ANGEL: No está aquí. Bien lo observáis. ¡Jesús ha resucitado! No busquéis entre los muertos al que reina vivo. Cumplida está su profecía. Id y dad en este día tan grata nueva a sus discípulos.
Entre gestos y expresiones de estupor las Marías corren ladera abajo para encontrarse con Pedro y Juan, les comunican la buena nueva y suben todos hasta el sepulcro donde comprueban que está vacío y el sudario abandonado. Entre tanto, se acerca, traída en andas, la imagen de Nosa Señora das Areas a la que se dirigen las Marías dándole cuenta de la Resurrección de su Hijo [4]. Termina el ángel recomendando difundir la noticia por todo el mundo y, entre aleluyas, se izan banderas, suenan los cohetes y la música, y se sueltan algunas palomas.
A continuación se celebra la misa de campaña y, al regresar la imagen al templo, en el atrio un coro de niñas vestidas de blanco entonan en versión castellana el Victimae Paschali al tiempo que danzan con arcos y a continuación una docena de chicas vestidas con trajes típicos ejecutan la “Danza das Areas”, al ritmo de los golpes que ellas mismas dan con dos palos y acompañadas de las gaitas que interpretan una melodía tradicional [5].
Parece claro que en su forma actual la representación no debe de ser anterior al siglo XX pero veo muy probable que se trate de la pervivencia, retocada por las intervenciones de sucesivos párrocos y organizadores [6], de un antiguo drama cíclico de Pasión y Pascua. Hay quien ha datado en el siglo XI la música de la “Danza das Areas” con la que concluye la procesión del Domingo de Resurrección, fecha poco creíble para situar el origen de la representación finisterrana, máxime cuando los estudios actuales sostienen que la música es de los años 50 del siglo XX [7]. Sin embargo, la fecha del Cristo de Fisterra, datado a mediados del siglo XIV con sólidos datos documentales y estilísticos, es incontrovertible y hace pensar que el Auto de Fisterra tenga su origen en dicha centuria, lo que concuerda con las fechas de otros muchos Cristos articulados y ceremonias del Desenclavo que fueron conocidas en otros muchos lugares de Galicia [8], incluyendo el área de Fisterra donde tenemos documentadas representaciones de la Pasión en Muxía en el siglo XVI y todavía perviven en Laxe los vestigios de lo que podría haber sido una Pasión popular, hoy desprovista de vestuario y escenografía, conservándose sólo los versos, transmitidos de padres a hijos y recitados por los habitantes de la villa al paso de las procesiones del Viernes Santo y el Domingo de Resurrección [9].
Otros indicios del posible origen medieval de la representación de Fisterra son las noticias de la existencia de un artefacto aéreo con cable, hoy desaparecido, similar a los descritos en numerosas representaciones teatrales bajomedievales [10], y el hecho de que, antes de la prohibición parcial de los visitadores arzobispales en 1891, el ciclo incluyera la escena del Hortolanus, siempre presente en las representaciones medievales de la Pasión (véase MOURÓN FIGUEROA (2009).
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[1] La iglesia actual responde a los presupuestos del denominado “gótico marinero” gallego definido por Caamaño Martínez en 1962 y fue construida a finales del siglo XIV sobre el solar de una iglesia románica de la que se conservan algunos restos, la cual se levantó a a su vez probablemente para sustituir a una ermita al siglo X cuyos restos todavía podían verse hacia 1900. Posteriormente se hicieron en el templo arreglos y ampliaciones platerescas (capilla del Rosario) y barrocas (capilla del Santo Cristo, retablos etc.).
[2] El actual sepulcro de piedra se construyó en 1956 por encargo del párroco D. José Otero, que pidió al capataz de las labores de desmonte que se realizaban entonces para sacar piedra con destino al relleno del puerto que lo hiciera. Antes el ángel se situaba bajo una especie de baldaquino de madera del que queda alguna fotografía (véase una de 1921 en nuestra foto).
[3] El texto completo de la representación actual, declarada en la actualidad Fiesta de Interés Turístico Nacional, puede verse en CEBRIÁN FRANCO (1982) y el antiguo texto en Semana Santa en Galicia, Hércules, A Coruña (2008), vol. 2, p. 68 y MOURÓN FIGUEROA (2009), apéndice. Véase también LAMAPEREIRA (1979), pp. 4-8 y VILAR ÁLVAREZ (2006) y nuestro Texto PDF.
[4] En los últimos años se ha introducido un sistema de megafonía y suena la obertura del Así habló Zaratustra de R. Strauss en el momento de la apertura del sepulcro y el Mesías de Haendel como colofón a los aleluyas del narrador.
[5] Sobre el aspecto musical de la representación véase COSTA VÁZQUEZ-MARIÑO (2006).
[6] En la configuración actual del ritual ha jugado un papel fundamental el médico Emérito Paz Figueroa, músico y escritor amateur que introdujo numerosos cambios en los años 50. Para los cambios sufridos por la Semana Santa de Fisterra en las últimas décadas (véase VILAR ÁLVAREZ (2006), p. 226).
[7] Se ha hablado también de finales del XVII o principios del XVIII como fecha para la Danza pero no hay noticias de ella antes de los años 50 y su música es obra de D. Emérito Paz Figueroa, de manera que la supuesta tradición popular que afirma que antiguamente eran varones con trajes multicolores y espadas en lugar de palos los que la bailaban parece un caso de “tradición inventada” (véase COSTA VÁZQUEZ-MARIÑO (2006), p. 231). Hay quien afirma, sin embargo, que Don Emérito sería solo el autor de la letra del himno y que la música la habría encontrado el párroco D. José Otero en un manuscrito del archivo parroquial.
[8] Véase mi página web: http://desenclavos.teatroengalicia.es
[9] Para el caso de Laxe véase la FICHA de mi Base de Datos de Desenclavos en Galicia: https://juliomontanes.synology.me/bases/desenclavos/?-table=desenclavos&-action=browse&-cursor=48. La actividad teatral de Pascua en tierras gallegas tuvo pervivencia en siglos posteriores (XVII) pero a cargo de compañías castellanas que participaban con sus danzas en las procesiones y representaban el Domingo de Resurrección piezas teatrales, ya no de temática pascual sino “comedias nuevas". Rasgos parateatrales presenta también la ceremonia dramática del Pendón o del Vexilla, celebrada en numerosas catedrales peninsulares el Domingo de Pasión (Palencia, Zaragoza, Jaca, Oviedo... y documentada en la Catedral de Mondoñedo por las Constituciones de los obispos Liermo-Navarrete y Ladrón de Guevara (Const. 14, finales del XVI-XVII).
[10] Se trataba de una estructura de madera y tela colgada de un cable del que descendía un ángel que dialogaba con las Marías el Domingo de Resurrección. Este artefacto, frecuente en muchos lugares de España (Tudela, Aranda de Duero, Peñafiel, Cocentaina, Vitoria, Vegadeo... etc.) sobrevivió hasta finales del siglo XIX según algunos testimonios, y en Galicia pervive uno en la Procesión de la Palomita de Muros. Sobre el asunto en Galicia véase: https://juliomontanes.synology.me/escenografia.htm
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REFERENCIAS:
CEBRIAN FRANCO, Juan José, Santuarios de Galicia, El Correo Gallego, Santiago de Compostela, 1992, pp. 27-42.
COSTA VÁZQUEZ-MARIÑO, Luis, “Músicas e danzas no Cristo de Fisterra”, en: Tempos de festa en Galicia [coordinación, Benxamín Vázquez González], Fundación Caixa Galicia, A Coruña, vol. 1 (2006), pp. 229 ss.
ESMORÍS RECAMÁN, Francisco, “Finisterre : San Guillermo y su ermita”, en: Boletín da Real Academia Galega, tomo XXVIII, nº 321-326 (1958), pp. 96-126. Disponible: http://academia.gal/imaxin-boletins-web/paxinas.do?id=2499&d-447263-p=1
FRAGUAS FRAGUAS, Antonio, "Galicia", en: El Auto Religioso en España, Comunidad de Madrid, Madrid, 1991, p. 182.
GONZÁLEZ REBOREDO, Xosé Manuel, "Festas cíclicas", en: Galicia. Antropoloxia. Vol. XXVII: Relixión, creenzas, festas, Ediciones Hércules, A Coruña, 1997, pp. 262-352 (esp. pp. 326-27).
LAMAPEREIRA LÓPEZ, Antón, "A festas parateatrais en Galicia", en: Cadernos da Escola Dramática Galega, A Coruña, nº 6 (1979), pp. 1-11.
MOURÓN FIGUEROA, Cristina, “El Auto de Resurrección de Fisterra: análisis de una tradición dramática medieval”, en: Anuario Brigantino, nº 32 (2009), pp. 407-432. Disponible: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3331983
QUINTANA LÓPEZ, Pablo, "Semana Santa en Galicia", en: Rito, música y escena en Semana Santa, Comunidad de Madrid. Servicio de Documentación y Publicaciones, Madrid, 1994, pp. 185-195.
VILAR ÁLVAREZ, Manuel, “O Santo Cristo de Fisterra”, en: Tempos de festa en Galicia [coordinación, Benxamín Vázquez González], Fundación Caixa Galicia, A Coruña, 2006, vol. 1, pp. 217-228.
En internet: https://juliomontanes.synology.me/teatro/pasion.htm
Desenclavo de Fisterrra (ficha en mi BD de Desenclavos en Galicia): https://juliomontanes.synology.me/bases/desenclavos/index.php?-table=desenclavos&-action=browse&-cursor=5
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