Uno de los dramas litúrgicos medievales con un mayor contenido espectacular y una puesta en escena más elaborada fue sin duda el
Ordo Prophetarum, cortejo o procesión de profetas que, con exóticas vestimentas y tocados, desfilaban en las iglesias recitando versos de sus profecías en las que se da testimonio de la divinidad de Cristo. Inspirados en un sermón pseudo-augustiniano, los Ordines son mucho menos abundantes que los dramas del ciclo pascual pero pueden encontrarse por toda Europa, solos o formando parte de piezas más amplias, generalmente de tema navideño [1]. En la Península este tipo de representaciones están bien documentadas en el área catalana pero carecemos de testimonios en la castellano-leonesa, excepto del Canto de la Sibila, ceremonia dramática, para algunos desgajada del Ordo, de la que tenemos pruebas de su existencia en varias iglesias castellanas, gallegas y asturianas (Toledo, León, Oviedo, Santiago…) [2].

En Galicia no existen pruebas concluyentes de que se representara el
Ordo pero hay un testimonio indirecto en el arte, puesto que la iconografía del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago demuestra el conocimiento de la representación. Ya en el siglo XIX Mr. Lonsdale, a la vista del vaciado que se hizo del Pórtico para el South Kensington Museum de Londres, apuntó que las dos figuras femeninas del machón norte del nartex, tradicionalmente identificadas como Judith y Esther, podrían ser en realidad la Sibila y la Reina de Saba [3]. Posteriormente, Serafín Moralejo y Elizabeth Valdez del Alamo han ampliado la interpretación de Lonsdale identificando también como Sibilas a las figuras femeninas del árbol de Jesse del parteluz, y como Virgilio y Baalam al supuesto San Lucas del mismo nartex y a su compañero, y señalando en la iconografía de los profetas de las columnas, en sus rasgos y vestimentas, influencias evidentes de la representación [4]. La presencia de Virgilio en los ordines y en el Pórtico se explica por la interpretación mesiánica que la Edad Media hizo de un verso de su Égloga IV (“Iam nova progenies caelo demittitur alto” [=“Ya un nuevo linaje nos es enviado del alto cielo”]) y porque sus descripciones sobre el Tártaro y el Elíseo en el libro IV de la Eneida lo convirtieron en una autoridad en temas escatológicos, lo que justifica su presencia en contextos de Infierno y Juicio Final. En cuanto a Baalam, ocupa un lugar en el Ordo por su oráculo sobre Jacob. El resto de los profetas, situados en las columnas del arco de la izquierda, son los habituales en los ciclos murales y estatuarios pero el protagonismo que se les otorga, los detalles de su vestuario y los versículos inscritos en sus cartelas delatan, como ha mostrado el profesor Moralejo [5], su inspiración en el drama, influencia dramática que ya había sido señalada para otros ciclos estatuarios de profetas en Francia, Alemania o Italia.

Ahora bien, ¿la existencia en el Pórtico de la Gloria de influencias del
Ordo Prophetarum prueba, en ausencia de otros testimonios, que este se representaba, o al menos era conocido en Compostela, o por el contrario los artífices del Pórtico se inspiraron en otras imágenes (miniaturas, marfiles, libros de modelos...) sin comprender plenamente su significado?. Es conocida la filiación francesa de la iconografía del portal compostelano y sabemos que las imágenes pueden viajar sin llevar consigo todo su significado original, pero parece lógico pensar que a la mente que inspiró la compleja simbología del Pórtico compostelano no se le hubieran escapado las implicaciones de las imágenes que manejaba, y no hay que olvidar que, a pesar de las influencias francesas, el Pórtico no es una simple copia sino que se imbrica con la tradición hispana, y que el extraordinario realismo, combinado con el hieratismo, de la obra mateana y las relaciones que plantea con el espectador son los mismos que se plantean en la experiencia teatral.

Ya Rosalía de Castro se dio cuenta de que los Apóstoles y Profetas del Pórtico dialogan en parejas y hacen gestos de dicción. Conversan, y el texto de sus diálogos aparecía en las cartelas [6]. El que concibió la iconografía del Pórtico imaginó la serie de Profetas no tanto como una aparición celestial sino como algo real. Más allá del poderío y majestad que evocan sus figuras, son personajes de carne y hueso que conversan y recitan sus profecías como lo hacían en las ceremonias dramáticas y, del mismo modo, los demonios del Juicio Final del arco derecho y del capitel de las Tentaciones en el parteluz, son imaginados por los escultores de manera muy real, con enormes bocas abiertas y muecas que derivan indirectamente de las máscaras del teatro romano y directamente de las que se utilizaban en la escena medieval. El rostro grotesco y la particular mueca de la boca del diablo de la primera tentación en el capitel del parteluz del Pórtico de la Gloria recuerdan inmediatamente a los que aparecen en las representaciones de máscaras cómicas del teatro greco-romano. Máscaras que sabemos no eran desconocidas en la Edad Media ya que las encontramos en “versión original” en los numerosos manuscritos ilustrados de las comedias de Terencio. A las diablerías teatrales y a los cortejos de diablos que intervenían en los espectáculos ciudadanos remiten también los pantalones peludos y las sandalias del demonio de la primera tentación, trasunto sin duda del vestuario teatral.

Existen además otros indicios que apuntan a una inspiración de los artífices del Pórtico en prácticas litúrgicas dramatizadas. Se ha señalado que las imágenes del Pórtico son exacta transposición visual del
Cántico de los Improperios de la liturgia de la Vigilia Pascual y del rito dramático de la Adoratio Crucis en el gesto de los ángeles que sostienen “velatis manibus et stantes” la cruz de Cristo en el tímpano central. Tampoco creo que sea accidental que los Justos que abandonan el arco de la derecha (Juicio Final) para entrar en la Gloria (arco central) lo hagan cogidos de la mano. El 1 de abril de 1188, data en la que fueron colocados los dinteles del Pórtico según la inscripción que figura en los mismos, cayó en Viernes de la cuarta semana de cuaresma y como Moralejo ha demostrado la elección de la fecha no pudo ser casual [7]. En plena época penitencial y en vísperas de la celebración de la Pasión y de la Pascua, substrato litúrgico de la imaginería del Pórtico, el gesto de los justos podría interpretarse como una alusión al rito de la reconciliación de penitentes, ritual que en la antigua liturgia hispana tenía lugar en relación con el cántico de los Improperios lo que explicaría el sentido pascual del programa figurativo del Pórtico y la exhibición, sin paralelos en la época por su amplitud, de las arma christi, instrumentos de la Pasión a los que se alude en el cántico [8].

Parece claro que los artífices del Pórtico no fueron insensibles a las novedades de la liturgia dramática, por lo que no resulta aventurado suponer que en Santiago se hubiera representado el
Ordo Prophetarum, quizá ante el mismo Pórtico que le serviría de pétreo decorado. Sabemos de los desvelos de Gelmirez para introducir en Santiago “las costumbres de las iglesias de Francia”, y de Francia pudieron llegar a Compostela los Ordines y otras novedades litúrgicas similares, en los libros que sabemos adquirió el obispo gallego en su viaje a Roma [9]. Por otra parte, en tierras francesas es frecuente en el siglo XII la asociación del Ordo con el Juicio Final que encontramos en el Pórtico Compostelano. En el Ordo de Rouen los Profetas se presentaban en la iglesia ante el portal occidental, zona del ocaso asimilada con el mundo de los muertos y adecuada para las representaciones del Infierno y el Juicio. En el manuscrito de Limoges el Ordo aparece a continuación del drama del Sponsus, parábola de las vírgenes necias y prudentes que se entiende como metáfora del Juicio, y en el anglonormando Jeu d’Adam, comparecen también los Profetas a prestar testimonio el último día.

Tenemos además algunas pruebas de que en Galicia eran conocidos textos relacionados con el
Ordo y que las Sibilas eran personajes populares en tierras gallegas al menos desde el siglo XIII: en las Cantigas de Alfonso X se menciona a la Sibila en una pieza (Cantiga 422) cuya melodía no es otra cosa que un contrafactum de la del Canto de la Sibila [10], cuya música conservamos en un Leccionario ourensano de los siglos XIII-XV (ACO, Ms. 11, fol. 15: http://musicahispanica.eu/source/22161). En el siglo XV el poeta gallego Rodríguez del Padrón en su Triunfo de las Donas declara la preeminencia de las sibildas Tiburtina y Erethea, el Breviario compostelano de 1497 incluye los versos de la Sibila en una forma que indica su interpretación responsorial (dos versos y estribillo) [11], en Ourense se publicó en 1544 una Historia y Profecía de la Sibila Eritrea, de la noche de Navidad, la Sibila salía en 1585 en una cabalgata compostelana, y todavía en nuestros días se cantan los versos sibilinos en la Catedral de Braga, aunque sin especial vestuario ni puesta en escena [12].

Son, a mi entender, indicios suficientes para pensar en la existencia de representaciones del
Ordo Prophetarum en Galicia y así lo han entendido también Francisco Luengo y sus colaboradores en las representaciones que del Ordo han hecho desde diciembre de 2004 en varias catedrales gallegas tomando como base el texto de Limoges y utilizando para su ejecución musical reproducciones de los instrumentos que portan los Ancianos-músicos en la arquivolta del Pórtico [13].

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[1] El sermón (
Contra Iudeos, Paganos et Arrianos Sermo de Símbolo) fue atribuido en la Edad Media a San Agustín por incluir los versos sibilinos del Iudici Signum que el de Hipona utilizó en su Ciudad de Dios, libro XVIII, capitulo 23. Hoy, sin embargo, se considera obra del obispo africano de finales del siglo V o comienzos del VI, Quodvultdeus. Una excelente edición y una buena introducción al texto es la de R. Braun en el Corpus Christianorum, puede verse también en Migne P.L. XLII, cols. 1117-1130. En sentido estricto, es decir como drama litúrgico independiente, sólo se conservan tres ordines medievales procedentes de Limoges (finales del XI), Laon (siglo XIII) y Rouen (siglo XIV) (textos en YOUNG (1932), II, pp. 138-165). Hay además noticias de otros perdidos y textos afines como los de Einsiedeln, Benediktbeuren y Salerno o la lectio de Arles, y hace un par de décadas se ha descubierto un fragmento de Ordo croata procedente de Zagreb (finales del s. XII o principios del XIII). Se conservan además, desde fecha muy temprana, testimonios en las lenguas vernáculas tanto románicas como germánicas, sirviendo generalmente como prólogo de misterios navideños (véase SEPET (1878), pp. 164 ss.).

[2] El
Ordo fue conocido en tierras catalanas al menos desde el siglo XIV (la Consueta gerundense de 1360, incluye la única mención explícita peninsular de una Processio Prophetarum y poco más tarde hay pruebas de que un muchacho cantaba el Iudici signum). También en Valencia se representaba una especie de Ordo Prophetarum (ceremonial de 1533, véase DONOVAN (1958), p. 146 ss.). De nuevo dentro del área catalana tenemos documentada en Palma de Mallorca una forma peculiar de dramatización del sermón Contra Iudaeos, en la cual intervenía el propio San Agustín (algo muy raro que sólo aparece en Benediktbeuern) el cual iba interrogando a los profetas sobre el advenimiento del Mesías y finalmente salía la Sibila y cantaba el Iudici signum, escena esta última que, al menos desde 1440, dio lugar en Palma a una ceremonia dramática independiente que todavía pervive. En Castilla, como apuntamos más arriba, no se conservan textos aunque determinados indicios apuntan a que el Ordo no fue desconocido (véase MARCHAND (1984). En Aragón tenemos pruebas de que en 1487 se representaron en Zaragoza ante los Reyes Católicos una serie de obras entre las que debía de encontrarse una Procesión de Profetas ya que se pagaron 5 sueldos por “unas cabelleras de cerda para los Profetas” y 32 a un tal Maese Paphan por los “quinternos que fizo notados para cantar a los profetas”. En cuanto al Canto de la Sibila está ampliamente representado en el área catalana siendo también conocido en Castilla (León, Oviedo, Palencia, Toledo) y quizá en Andalucía (Córdoba). En todos estos casos, y especialmente en Toledo según las descripciones de los canónigos Arcayos y Vallejo, la ejecución de los versos se convertía en verdadero teatro con la utilización de vestuario adecuado, música, un tablado, cortejo de acólitos etc. (véase GONZÁLEZ MONTAÑÉS (2002), pp. 239 ss.).

[3] LONSDALE (1883) [1869], p. 261. Aunque la Reina de Saba no forma parte de la
dramatis personae de los ordines conocidos, Cristo anunció su presencia en el día del Juicio para condenar a la generación de los incrédulos de Israel (Mt. 12, 42). La Sibila –esta siempre presente en los ordines– y su oráculo se vinculan también con el Juicio Final en el sermón pseudoagustiniano que dio origen a su Canto, lo que explica la frecuente asociación e incluso asimilación entre ella y la Reina bíblica (sobre este aspecto véase LIDA DE MAIKEL (1960), p. 163 y la bibliografía que cita en nota 3). También Filgueira Valverde en un artículo publicado en Faro de Vigo (14/01/1979) apuntó, probablemente siguiendo a Lonsdale, aunque no lo cita, que las figuras tenidas como Esther y Judith podrían ser las Sibilas Triburtina y Eritrea.

[4] Véase MORALEJO ÁLVAREZ (1988) y (1993) esp. pp. 30 ss. y VALDEZ DEL ÁLAMO (1991) [1988] p. 199, y (1990), p. 181: “
Estos detalles parecen estar inspirados en el drama litúrgico de los Profetas, que pudo representarse en Santiago”.

[5] MORALEJO ÁLVAREZ (1993).

[6]
Na catedral, vv. 22-25, Follas Novas, libro II (1880).
......................................................................................................Santos e apóstoles -¡védeos!- parece
......................................................................................................que os labios moven, que falan quedo
......................................................................................................os uns cos outros, e aló na altura
......................................................................................................do ceu a música vai dar comenzo....”

[7] MORALEJO ÁLVAREZ (1993).

[8] Véase GONZÁLEZ MONTAÑÉS (2002), pp. 74-78.

[9] “...
applicuit animum ut consuetudines ecclesiarum Franciae ibi plantaret”. Historia Compostelana (Libro II, cap. III). Las noticias sobre los libros litúrgicos comprados en Francia en el Libro II, cap. LVII. Notable fue también el papel de los francos en la iglesia gallega y portuguesa de los siglos XI-XII.

[10] Sobre la cantiga 422, véase BUISEL de SEQUEIROS (2005).

[11] El
Breviario compostelano recoge completo el sermón pseudo-augustiniano Contra iudeos que incluye los versos de la Sibila. Véase Breviarium ad ritum et consuetudinem almae Compostellanae ecclesiae, Nicolaus de Saxonia, Lisboa, 1497, cap. De nativitate Domini, fol. XI. Texto y facsímil en: https://juliomontanes.synology.me/Pdf/Versos%20de%20la%20Sibila.pdf.

[12] La Cantiga 422 [Esta é de cómo Santa María rogue por nós a seu Fillo eno día do Juycio] puede verse en la edición de W. Mettemann, Coimbra, 1961, pp. 400-401, para el aspecto musical véase ANGLÉS (1935), p. 296 (también en la Estoria de España (libro I) y la General Estoria del Rey Sabio (libros IV y V) se menciona en varias ocasiones a la Sibilla). El Triunfo de las Donas debió de redactarse hacia 1440, la referencia a las sibildas en la viçéssima octava razón (Obras completas, Madrid, Editora Nacional, 1982, p. 239). El libro ourensano sobre la Sibilas, impreso por Vasco Díaz Tanco de Frexenal, aparece firmado por Toribio Ruiz, nombre que para Odriozola podría ser un pseudónimo del propio Tanco (sólo se conserva un ejemplar en la Hispanic Society de Nueva York). En el prólogo del Jardín del alma cristiana (1552) menciona efectivamente Vasco un “librezico de la Sibilla eritrea que yo hauía hecho imprimir en mi impression, estando en Orense”. Díaz Tanco escribió también una Epístola a los clérigos de Orense sobre la Sibilla eritrea que es en realidad un pequeño tratado sobre las Sibilas (véase texto en REY SOTO (1934), pp. 130 ss). Sobre la Sibila de Braga véase CORBIN (1952), p. 1.

[13] Las representaciones, patrocinadas por la fundación
Xacobeo 2004, se plantearon como merecido homenaje al profesor Serafín Moralejo quien fue el primero es destacar la influencia del drama litúrgico de los profetas en la iconografía del portal compostelano. Participaron en ellas 12 músicos, un narrador y 16 profetas-cantores pertenecientes a los grupos Actus, Ars Antiqua, Malandança y la Capilla de Música de la catedral de Santiago. El vestuario, inspirado en el del Pórtico, lo diseñó Clotilde Vaello contando con el asesoramiento de los profesores de Historia del Arte Manuel Castiñeiras y Mercedes Pintos, quien se encargó también de la producción. El texto de Limoges se enriqueció con la Cantiga 422 de Alfonso X el Sabio y la Égloga IV de Virgilio, y con la introducción de los personajes de Balaam y la Reina de Saba. Las representaciones comenzaron el día 15 de diciembre en la Catedral de Ourense, siguieron el 16 en Lugo (Iglesia de San Pedro), el 17 en Santa María la Grande de Pontevedra, el 20 en la Concatedral de San Julián en Ferrol, el 21 en la Iglesia de Santiago de A Coruña, y finalizaron el 22 en la Catedral de Santiago. Desde entonces se representa anualmente el 30 de Diciembre en la catedral compostelana. Véase PINTOS (2008).

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REFERENCIAS:

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