Óleo anónimo mexicano del siglo XVIII, conservado en el
Museo del pueblo de Guanajuato, que representa el Juicio de un pecador y El árbol vano [1]. El pecador ha desoído el aviso de la campana, la Muerte ha hecho presa y los ángeles no pueden presentar nada en su defensa, ya que el libro con las buenas obras del juzgado parece estar en blanco y es de pequeño tamaño, mientras que el demonio presenta un pergamino con una larga lista de pecados que conducen al infierno al desgraciado.

En la Nueva España fueron conocidos los demonios recolectores de pecados (véanse
FICHAS: https://juliomontanes.synology.me/bases/tutivillus/index.php?-action=list&-table=tutivillus&-mode=find&-edit=1&-cursor=0&-skip=0&-limit=30&Lugar=mexico), y probablemente sea también la lista de sus pecados lo que sostiene un condenado en una escena del lienzo titulado Las penas del infierno (siglo XVIII. Pinacoteca de La Profesa, Ciudad de México, Foto 2).

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[1] El
árbol vano, árbol del pecador, o árbol de la vida, simboliza la existencia humana, cortada por la Muerte, generalmente ayudada por los diablos que tiran de las ramas del árbol para acelerar su caída. En América se le suele denominar Árbol vano, haciendo referencia, como memento mori, a la fugacidad de la vida y a la vanidad de los bienes terrenales. Es un tema frecuente en el Barroco español, portugués e iberoamericano, pero solo conozco otro caso en esos ámbitos en el que aparezca el demonio con la lista de los pecados, el fresco de San Isidoro del Campo de Sevilla, cf. FICHA nº 331: https://juliomontanes.synology.me/bases/tutivillus/index.php?-action=browse&-table=tutivillus&-mode=find&-edit=1&Registro=331). Sobre el tema, véase: NAVARRETE PRIETO, Benito, “Iconografía del Árbol de la Vida en la Península Ibérica y América", en: III Congreso Internacional del Barroco Iberoamericano. Territorio, Arte, Espacio y Sociedad. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 8 al 12 de octubre de 2001, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 2001, pp. 349-358. Disponible: https://www.upo.es/depa/webdhuma/areas/arte/3cb/documentos/028f.pdf. Navarrete señala un grabado Jerónimo Wierix, basado en un dibujo de Van Balen, como el origen de la iconografía en la Península (https://ar.pinterest.com/pin/515451119825111933), pero fuera de ella hay casos anteriores, y alguno con demonio escritor (véase la FICHA nº 241: https://juliomontanes.synology.me/bases/tutivillus/index.php?-action=browse&-table=tutivillus&-mode=find&-edit=1&Registro=241).

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REFERENCIAS:

CUÉ, Ana Laura (dir.),
Juegos de ingenio y agudeza: la pintura emblemática de la Nueva España, (Catálogo de Exposición), Patronato del Museo Nacional de Arte-Banamex-Accival, Ciudad de México, 1994, pp. 262 y 418, cat. nº 77.
TOVAR, Guillermo; SABORIT, Antonio & SABORIT, Teresa,
Visiones apocalípticas, cambio y regeneración: siglos XVI al XX (Catálogo de Exposición), Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, México, 2000.
VILLAVICENCIO GARCÍA, Abraham C.,
El infierno abierto al novohispano. Las penas del infierno en el contexto de la pintura escatológica novohispana (Tesis de licenciatura), Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, Ciudad de México, 2009, fig. 26. Disponible: http://132.248.9.195/ptd2009/junio/0644035/Index.html