Fresco en el muro occidental del Patio de los Evangelistas del monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce (Sevilla), obra del último cuarto del siglo XV atribuída por algunos a Juan Sánchez de San Román, autor de la Anunciación y de San Miguel y San Jerónimo en el Claustro de los Muertos del monasterio. Se trata de una representación del árbol de la vanidad, árbol vano, árbol del pecador, o árbol de la vida, que simboliza la existencia humana, cortada por la Muerte [1]. En este caso el árbol es el mástil de una nave (símbolo de los vaivenes y la azarosidad de la existencia humana) [2], cuya base es roída por lo que parecen dos grandes ratas (¿o zorros?), lo cual lleva a pensar en el conocimiento de la leyenda de la vida de Barlaam y Josafat, historia oriental erróneamente atribuida a San Juan Damasceno y popularizada en Europa por la Leyenda Aurea de Jacobo de la Vorágine [3].
En otros casos es la Muerte la que corta el árbol, en ocasiones ayudada por los diablos que tiran de las ramas para acelerar su caída. Aquí, sin embargo, la Muerte, en forma de esqueleto, aparece estática a un lado del árbol, mostrando una filctería hoy borrada y haciendo pendant con el ángel que se encuentra al otro lado. Los demonios, muy deteriorados como el resto del fresco, aparecen al pie de la escena: el de la izquierda tiene un cuerno en la frente, balancea la nave con una mano y hace sonar una trompeta (atributo de Tutivillus en algunos casos), mientras que el de la derecha es bifronte, con alas de murciélago, y exhibe pergaminos, presumiblemente con la lista de pecados de los etamentos sociales que habitan en la copa del árbol.
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[1] En América se le suele denominar Árbol vano, haciendo referencia, como memento mori, a la fugacidad de la vida y a la vanidad de los bienes terrenales. Es un tema frecuente en el Barroco español, portugués e iberoamericano, pero solo conozco otro caso en esos ámbitos en el que aparezca el demonio con la lista de los pecados, un óleo mexicano del siglo XVIII, conservado en el Museo del pueblo de Guanajuato (cf. FICHA nº 297: https://juliomontanes.synology.me/bases/tutivillus/index.php?-action=browse&-table=tutivillus&-mode=find&-edit=1&Registro=297). Sobre el tema, véase: NAVARRETE PRIETO (2001). Navarrete señala un grabado Jerónimo Wierix, basado en un dibujo de Van Balen, como el origen de la iconografía en la Península (https://ar.pinterest.com/pin/515451119825111933), pero fuera de ella hay casos anteriores, y alguno con demonio escritor (véase la FICHA nº 241: https://juliomontanes.synology.me/bases/tutivillus/index.php?-action=browse&-table=tutivillus&-mode=find&-edit=1&Registro=241).
[2] Para Rafael Cómez el pintor se inspiró en un grabado del Árbol de la Vida conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid (inv. nº 42369) y atribuido al denominado Maestro de las Banderolas, en el cual el árbol es también el mástil de un navío (cf. Foto 2).
[3] La presencia de las ratas parece demostrar en este caso el conocimiento de la leyenda de Barlaam y Josafat, en la cual aparecen mecionadas, pero el tema del árbol de la vanidad, cuando aparece cortado por la Muerte, ha sido también relacionado con el Libro de Amós que prefigura el pasaje del Evangelio de San Mateo en el cual San Juan Bautista dice: “Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles y todo árbol que no de buen fruto será cortado y arrojado al fuego”.
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REFERENCIAS:
CARVAJAL GONZÁLEZ, Helena, “Has aprendido los cambiantes rostros de esta divinidad ciega: análisis de la relación entre imagen, texto y materialidad en un facticio de la Casa Mendoza (BNE Mss/10269)”, en: Anuario de Estudios Medievales, vol. 52, nº 2 (2022), pp. 523-558 (pp. 540-41 y fig. 15). Disponible: https://www.researchgate.net/publication/367030184.
CÓMEZ RAMOS, Rafael, “El Árbol de la Vida del monasterio de San Isidoro del Campo”, en: Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística, tomo 63, nº 192 (1980), pp. 255-272. Disponible: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3282592
FERGUSON, George W., Signos y símbolos en el arte cristiano, Emecé, Buenos Aires, 1956 (1ª Ed. New York, 1954), p. 181.
GONZÁLEZ ZYMLA, Herbert, “La iconografía de lo macabro en Europa y sus posibles orígenes clásicos y orientales. Algunas manifestaciones en el arte español de los siglos XIV, XV y XVI”, en: Revista Digital de Iconografía Medieval, Universidad Complutense, Madrid, vol. XI, nº 21 (2019), pp. 1-53 (p. 43 y fig. 30). Disponible: https://www.academia.edu/42119191/.
NAVARRETE PRIETO, Benito, “Iconografía del Árbol de la Vida en la Península Ibérica y América", en: III Congreso Internacional del Barroco Iberoamericano. Territorio, Arte, Espacio y Sociedad. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 8 al 12 de octubre de 2001, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 2001, pp. 349-358. Disponible: https://www.upo.es/depa/webdhuma/areas/arte/3cb/documentos/028f.pdf.
POST, Raymond Chandler, A History of the spanish painting, Harvard University Press, Cambridge, Masachussets, 1930-35, vol. III, p. 323.
RESPALDIZA LAMA, Pedro. J., “Pinturas murales del siglo XV en el monasterio de San Isidoro del Campo”, en: Laboratorio de Arte, nº 11 (1998), pp. 69-99 (esp. pp. 78-80 y fig. 5). Disponible: https://institucional.us.es/revistas/arte/11/05%20respaldiza.pdf
En internet:
Ruta Cultural: https://rutacultural.com/el-monasterio-de-san-isidoro-del-campo/
Sira Gadea. Viajar con el Arte: https://viajarconelarte.blogspot.com/2019/11/la-pintura-mural-en-el-patio-de-la.html