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Gigante en el
ritual Gelede (Benín) |
Los
Gigantes en el folklore mundial
Aunque el significado de los gigantes y el contexto
festivo/religioso en el que aparecen no es el mismo en todos los
lugares, se ha pensado que algo tienen que tener en común estas
figuras extendidas por toda la Tierra en culturas que se
desarrollaron prácticamente sin contactos entre si hasta tiempos muy
recientes. Buscando una explicación, hay quien ha pretendido
relacionarlos con la creencia popular en la existencia de una raza
gigantes reales que habrían vivido en un tiempo pasado
antediluviano, e incluso sobrevivirían –según las leyendas- en
remotas regiones1. Esta creencia, enormemente
extendida en el folklore mundial, tendría para algunos estudiosos
una base real: los gigantes de la Biblia (Nephilim), de la mitología
greco-romana, escandinava, americana precolombina, africana y
oriental, serían los últimos neandertales que, antes de su
extinción, convivieron algunos milenios con los cromañones en los
que habrían dejado un recuerdo imborrable por su talla en torno a
los 2 metros, “gigantesca” para un grupo humano cuya estatura media
era de 1,60 metros .
Estas teorías naturalistas solo podrían, en todo caso, aplicarse a
Europa donde, en efecto, el Hombre de Neandertal coexistió algún
tiempo con el de Cromañón; mientras que en el resto del mundo no es
posible documentar arqueológicamente una raza de gigantes como los
Neandertales europeos que, al parecer, no lo fueron tanto ya que los
estudios actuales tienden a rebajar su altura media a 1,65-1,70
metros, aunque sí es cierto que su capacidad craneal era mayor que
la de los cromañones. La creencia en la existencia real de una raza de
gigantes en el pasado de la humanidad, en su versión culta, arranca en
occidente de los escritos de Herodoto, Plinio y Solino y fue adoptada
por la tradición patrística medieval (San Agustín, Rabano Mauro, Honorio
de Autun, Vicente de Beauvais etc.), generalmente considerándolos como
fruto de las relaciones entre Ángeles y humanas. Una vez establecida, la
creencia se vio alimentada por la periódica aparición de restos fósiles
de fauna jurásica o pleistocena que automáticamente se clasificaban como
huesos de gigantes. En Europa destacan en este apartado los
abundantes dientes y muelas de San Cristóbal, en realidad dientes
de dinosaurio que el pueblo –y la Iglesia- adjudicaban a la dentadura
del Santo, tenido por un gigantón de 12 codos de altura, siendo para
muchos hasta el siglo XVIII (véase CALMET), y aún en nuestros días, una prueba evidente de la
existencia de una antigua raza de gigantes a la que se atribuyen las
construcciones ciclópeas del pasado como Stonehenge o Ġgantija (Malta).
No cabe, sin embargo, pensar que el nacimiento de los gigantes
procesionales entronque en todo el planeta con la creencia en los gigantes humanos, y,
sigue sin existir, por tanto, una explicación que pueda aplicarse a
todos los gigantes, a los que por ahora no queda otra solución que
considerar como un fenómeno de convergencia de los muchos que
existen en la etnografía y el folklore mundiales, si bien no hay que
olvidar que, salvo casos puntuales de carácter iniciático, los
gigantes del mundo tienen en común un origen en el terreno religioso
aunque hayan derivado en muchos casos hacia ámbito de lo festivo.
Por ello, lo que sí resulta razonable es pensar que las creencias,
también muy extendidas, en una mitología de dioses gigantes –pocas
religiones han imaginado a sus dioses de la misma talla y naturaleza
que los humanos-, puedan estar en el origen de la mayoría de estas
figuras.
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1- En el folklore
europeo destaca la figura del mítico gigante francés Gargantúa,
relacionado con antiguos cultos paganos, al que la Iglesia intentó
cristianizar con escaso éxito. También en Galicia se documenta la creencia
en gigantes de un solo ojo, los olláparos, cíclopes galaicos,
antropófagos de extraordinario olfato que viven en cuevas en las montañas
más altas, similares al ojáncanu cántabro y asturiano y a los
olharapos portugueses. En Galicia no son muy abundantes las
leyendas populares sobre gigantes con aspecto humano, pero además de los
ollárapos tenemos el caso de la leyenda de la Cova do Pico Sacro,
guardada por un gigante con un hacha, según algunas versiones, o por dos
gigantes de hierro movidos por resortes y armados con mazos, según otras.
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Gigante en las islas
Sandwich ante el capitán Cook (grabado ca. 1848)
Cabezudos de Papúa-Nueva
Guinea |