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Gigantes en Allariz a principios del siglo XX.

 

Significado y simbolismo

 

    Parece claro que los primeros gigantes procesionales europeos, los Goliat y San Cristóbal del Corpus, carecían de significado más allá de su condición de personajes de la mitología cristiana. Representaban lo que eran: individuos gigantescos. Sin embargo, con el paso del tiempo los gigantes se multiplicaron, aparecieron figuras femeninas y se incorporaron a otras festividades tanto religiosas como profanas, y es en éstos momentos cuando comienza a atribuírseles un simbolismo religioso que justifique su presencia en los festejos.

 

    En general la tradición suele adjudicarles un carácter positivo y ecuménico; los gigantones representan a los diferentes pueblos de la tierra (las cuatro partes del mundo) que reconocen el poder de Cristo y le prestan homenaje. Serían por tanto un símbolo de la universal adoración a la Eucaristía.

 

    Otros, sin embargo, los interpretan con un sentido negativo basándose en la patrística que identifica a los gigantes con el demonio en la exégesis de los episodios bíblicos en los que los gigantes Og y Goliat son vencidos por Moisés y David. En este caso, los gigantes simbolizan el Mal sometido por Cristo como afirma el Padre Sarmiento hacia 1750:

 "Así digo que los gigantones representan todo el infierno vencido y que por esto salen como en triunfo en la procesión del corpus y después, sin venir al caso, sacan en otras fiestas".

 

    Sarmiento apunta en su interpretación la relación con los Triunfos de la antigüedad en los que el ejército y el emperador victorioso desfilaban en Roma llevando delante a los vencidos encadenados, y así iban generalmente los gigantes en las procesiones del Corpus, abriendo la marcha vencidos por el Sacramento. Sean las fuerzas del mal o representación de la humanidad entera, ambas interpretaciones coinciden en que su presencia es símbolo de sometimiento al Dios de los cristianos como dice Juan de Zabaleta a mediados del siglo XVII, anotando además el rasgo litúrgico de la imposición de ceniza en las frentes de los gigantes:

“¡Ah, si ellos supieran reparar en ellos, vieran la ceniza que les ponen en la frente de los gigantes! Los gigantones van en la procesión danzando en señal de que todo se rinde al verdadero Dios”.

 

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    Por lo que respecta a su significado en otros contextos (Fiestas patronales y ciudadanas, Entradas Reales etc.), puede adaptarse el simbolismo del Corpus como sucede en Santiago de Compostela donde una tradición documentada desde el siglo XVII interpreta a los Gigantes de la Catedral que salen el 24 y el 25 de julio como representación de los peregrinos de distintas naciones que acuden a postrarse ante el Apóstol, siendo las figuras personificación de las razas y continentes. No obstante, su significación puede adaptarse cuando los gigantones intervienen en otros contextos. Por ejemplo, consta que en los festejos compostelanos del 29 de septiembre de 1713 para celebrar la canonización de San Pío V Papa, salieron "los gigantes de la catedral que expresaban los enemigos de la Fe de quienes triunfó Pio V".

 

En la mayor parte de los casos, sin embargo, el simbolismo religioso desaparece y queda solo la intención lúdica y festiva con ocasionales alusiones a los personajes de la historia –real o mítica- de la ciudad, de manera que los gigantes devienen en representación simbólica de la propia comunidad ciudadana que los exhibe.

 

    La laicización de los gigantes lleva aparejada una diversificación de su morfología y de su personalidad, transformándose en héroes legendarios, fundadores o benefactores de la villa, que contribuyen a la afirmación del particularismo de la localidad. El gigante festivo no es un simple accesorio procesional sino que se convierte en actor de la historia local cuya función no es tanto enseñar como divertir al pueblo con sus bailes y su mímica. Cierto que, en ocasiones, las figuras pueden ponerse al servicio de programas que exaltan a los magistrados de la villa, a la Monarquía o a la Religión pero esto no es lo más frecuente y, en el caso de la Iglesia, salvo excepciones, desde finales del siglo XVII las autoridades procuraron su desaparición.

 

  Otras interpretaciones (Stanley Brandes) hacen hincapié en el aspecto lúdico de las figuras, un juego didáctico dedicado especialmente a los niños que reproduce simbólicamente las relaciones sociales (los gigantes son los padres, la autoridad y el mundo adulto mientras que los cabezudos se identifican con la infancia), interpretación adoptada para Galicia por Xaquín Rodríguez Campos: "En realidad, los gigantes y los cabezudos de las pequeñas villas gallegas son figuras pensadas para desarrollar la imaginación infantil durante la fiesta". Sin embargo, tal interpretación cuadra mal con figuras como los gigantones de Santiago, los de Castro Caldelas, Cambados... y otros muchos íntimamente vinculados a la fiesta religiosa, y tan solo podría aplicarse, si acaso, a los cabezudos de los tiempos recientes en las fiestas patronales.

 

 

 

 

Gigantes de la Catedral de Santiago.

 Personificación de los pueblos de la Tierra que acuden a adorar al Apóstol.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gigantes de Ribadavia. Personificación de los primeros señores de la villa, D. Pedro Ruiz Sarmiento y Dª Juana de Guzmán

 

© Julio I. González Montañés 2012-2017

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