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Teatro
universitario
Desde su
aparición, las Universidades celebraron representaciones dramáticas con
la finalidad de entretener a los estudiantes y como ejercicio literario
para alumnos y profesores. Las comedias elegíacas latinas de los siglos XI y XII y los poemas dialogados tipo Debate proceden sin duda de
ambientes escolares, ámbito en el que debieron de representarse también
las comedias romanas de Plauto y Terencio que conservamos en numerosos códices
medievales. Con los inicios del Renacimiento italiano se reaviva el
interés por el teatro grecolatino y se realizan montajes y adaptaciones
de obras clásicas en las aulas universitarias de toda Europa. Así
surgieron paralelamente el teatro humanístico y el teatro de colegio,
artificiosos y académicos, primero en latín y luego utilizando las
lenguas vernáculas, generalmente como elemento caracterizador de la
procedencia social o geográfica de los personajes.
La Península no fue una excepción y en el siglo XVI hay pruebas de la existencia de representaciones en la Universidad
de Salamanca, estrechamente relacionada con la compostelana, y en
Sevilla, Valladolid, Alcalá, Gandía o Palencia. En Galicia, de creer a
Neira de Mosquera (1850), hubo teatro de colegio desde los primeros años del
Estudio Viejo en el que con motivo de las fiestas del Apóstol de
1508 se habría representado una Loa a Santiago en la que
intervenía Galicia como una figura alegórica con una estrella en la
frente y una custodia en la mano que se presentaba ante la Reina Lupa
aconsejándole ayudar a los discípulos del Apóstol
.
La obra, en castellano con preludios en latín y griego,
habría sido compuesta, según Neira, por el catedrático Pedro de Vitoria
y los maestros y bachilleres Bernardino de Acebedo y Diego de Santo
Domingo, representando un grupo de estudiantes. En 1882, Bernardo
Barreiro le reprochó agriamente a Neira su falta de rigor, ya que en el
Libro de Consistorios de 1502-14 del que afirma tomar sus datos
nada se dice de la representación teatral en cuestión. Este hecho, unido
a la falta de credibilidad de Neira de Mosquera como historiador, por su
tendencia a mezclar datos de fechas distintas y añadir buenas dosis de
imaginación en sus relatos, obliga a poner en cuarentena la existencia de esta pieza
que, sin embargo, es probable que realmente hubiera existido.
En primer lugar, tanto la denominación de Loa,
como la alegoría de Galicia cuadran bien con el contexto de teatro
humanístico y escolar. En segundo término, la presencia de la reina Lupa
está documentada en piezas de teatro jacobeo
del siglo XVI. Por último, el relato de Neira tiene, por debajo del tono
novelesco, datos muy precisos (lugar de representación, lengua empleada,
autores...), que parecen demasiada invención, incluso para un fabulista
como Neira que además en este caso afirma expresamente ser históricos
todos los nombres y circunstancias del relato y dice tomarlos del
Libro de Consistorios de 1502-147, lo que en efecto hace en
numerosos aspectos aunque mezclando datos de distintos años. Cierto que
el Libro de Consistorios (desde 1996 en el Archivo Histórico Universitario) nada dice de la representación teatral de 1508. Sin embargo, al
manuscrito actual del Libro le faltan numerosos folios, perdidos
antes de la actual encuadernación y numeración que hizo el archivero
Pérez Costanti en 1897, de modo que no es imposible que los datos
existieran y que el propio Neira, o alguien entre 1850 y 1882, arrancase
las páginas. Por otra parte, la existencia histórica de Pedro de Vitoria
está demostrada y su presencia en Santiago documentada desde finales de
1506 cuando fue nombrado por Diego de Muros Catedrático del Estudio.
Consolidados ya los estudios universitarios
en Compostela, tenemos noticias fidedignas desde 1566 (Constituciones)
y en años posteriores (1567, 1572, 1573...) están documentados pagos por
los gastos que ocasionaban las representaciones. No se conocen títulos
de las obras pero sí los nombres de algunos autores (Maestro Banegas,
Maestro Martínez...), al principio profesores de la Universidad como el
Maestro Rivera, catedrático de mayores al que se le encargó en 1574 la
composición de una obra para representar en las fiestas de Pascua, obra
que debió de ser en latín (así se especifica en 1580) hasta que en 1594
se acordó que el maestro de menores hiciese “la comedia en romance
con algunos preludios en latín”
.
La representación de estas comedias de Pascua era
una obligación establecida en la Constitución nº 43 de la Universidad
Compostelana: aya representación, a la tarde de un par de Comedias o
Tragedias y se publiquen y den los premios a los estudiantes que uvieren
hecho mejores exercicios en Letras. Aunque al parecer se proyectó la
construcción de un recinto específico para las representaciones
teatrales, éste no llegó a construirse y las funciones tenían lugar en
el patio del Colegio de Fonseca en el que se levantaba un estrado y
consta que en 1597 se colocó un cielo de lienzo de Anjeo para
protegerse de la lluvia
. Los autores eran los profesores del Colegio,
las piezas bilingües en latín y romance –¿gallego o castellano?– y los
actores los propios estudiantes a los que no debía de gustar demasiado
el asunto ya que hay noticias de que se negaban a hacer los papeles en
la obra lo que provocó no pocos conflictos hasta que finalmente se
decidió recurrir a profesionales.
En 1591
consta una primera negativa de los
estudiantes a representar y se les amenaza con el suspenso o la
expulsión
.
De nuevo se negaron a hacerlo en 1606, y no lo hicieron a pesar de las
amenazas
.
Desde entonces, prácticamente nunca volvieron a representar; en 1612 el
claustro tuvo que admitir que los colegiales no podían "ser echos
cómicos a la fuerza", y se contrató a unos comediantes profesionales
,
y a partir de esa fecha el Colegio, deseoso sin duda de evitar
problemas, procuró contratar compañías profesionales y generalmente
cuando no había comediantes en Galicia no se hacían las comedias y se
guardaba el dinero para el año siguiente. En 1618 se firmó un
contrato con Pedro de Callenueva, para que hiciese la comedia con su
compañía ayudando los estudiantes si fuera necesario
,
pero al año siguiente
parece que esta compañía, una de las de primera fila en la época, no se
encontraba en Compostela ya que hubo que recurrir de nuevo a los
estudiantes y se le encargó la comedia al bachiller Juan López y al
gramático irlandés Patricio Synnot. Estos se excusaron alegando falta de
tiempo pero el Claustro les apercibió que la negativa les costaría la
pérdida de seis meses de haberes y a los estudiantes un suspenso
.
En las Constituciones se estipula la
obligación de variar los temas de las comedias para que no se repitiesen
todos los años y, en lo referente a los premios literarios, se prescribe
la cuantía de los mismos, que no podría exceder de veinte ducados en
total, y la publicación anticipada de un “Cartel de Temas y Materias
sovre las cuales se hagan prosas y versos en latín y en romance, en
diversos géneros…”.
La mención de nuevo del romance, obliga a
preguntarse si se trata de gallego o castellano, o de ambos. Sabemos que
en los estatutos de las Universidades españolas de la época se imponía a
los estudiantes el uso del latín como lengua no sólo académica sino
también coloquial, aunque en la práctica se permitía el uso del
castellano que se prefería a otras lenguas vernáculas en los lugares
donde éstas existían. Así sucedió en las Universidades portuguesas
durante la época de la unificación de los reinos con Felipe II y puede
suponerse que lo mismo debió de ocurrir en Compostela. Esta
circunstancia, unida a numerosos datos sociolingüísticos que apuntan a
la desaparición del gallego escrito hacia 1530 tanto en la documentación
notarial como en los textos sinodales, estatutos gremiales y
documentación de cabildos catedralicios, invita a pensar que el romance
empleado en los certámenes literarios estudiantiles, y en el teatro,
debió de ser exclusivamente el castellano.
En la misma dirección apunta el uso
sistemático del castellano en la documentación de la Universidad
Compostelana o el hecho de que en varias ocasiones se le encargue la
comedia de Pascua a compañías de fuera de Galicia o a profesores de
origen extranjero. Sin embargo, no puede descartarse completamente el
uso ocasional del gallego en algunas piezas ya que tenemos pruebas de
que este idioma fue utilizado en ciertas actividades de la Universidad
Compostelana.
Como hemos visto, las
Constituciones de la Universidad establecían la convocatoria de un
certamen literario anual para los estudiantes que pronto se vio
complementado con otro abierto al profesorado y a participantes ajenos a
la Universidad. No es seguro que éste se celebrase todos los años y sólo
tenemos evidencias de uno en 1622 del que conservamos el Cartel
de temas y materias, de otro en 1677 cuyo Cartel sabemos que fue
impreso pero no se conserva, y de otro más en 1697, del cual se conocen
todos los textos ya que fueron llevados a la imprenta ese mismo año con
el título de Fiestas Minervales y aclamación perpetua de las Musas a
la inmortal memoria del Ilustrísimo y Excelentísimo Señor D. Alonso de
Fonseca el Grande
.
Las bases del certamen de 1697 estipulan en el
Assumpto segundo el empleo de veinte coplas de romanze Gallego,
presentándose nueve composiciones en este apartado, todas romances
octosilábicos en los que se juntan giros y expresiones populares con
formas cultas de clara raigambre humanística. En varios de ellos alienta
además el fervor por la tierra y la conciencia del menoscabo de la
lengua gallega como sucede en la composición del profesor compostelano Ioan
del Río y Otero, ganador de la Medalla de oro con la efigie del
Santo Apóstol que el Cartel concedía como primer premio:
Ja que nos puxo o certamen
A porfia, ou o probrema
Da nosa lingua esquecida
Nomais, que por ser galega.
Ledo agora hasta nomais
Porque lle cupese a ela.
No Ceu daquel gran Escudo
Tansiquer o ter Estrela...
Aunque es cierto
que las bases del certamen solo permitían el empleo del gallego bajo la
forma del popular romance, y no en estrofas más cultas como las silvas,
los sonetos o las estancias, para las que se prescribe el uso del
castellano, estas piezas testimonian la existencia de una poesía
académica en gallego y de cierta conciencia lingüística entre las élites
cultivadas en la Galicia del siglo XVII lo que puede parecer extraño en
una institución como la Universidad compostelana que tradicionalmente ha
sido considerada como un foco de ideoloxización castelanizante,
pero que no resulta del todo incomprensible si tenemos en cuenta que los
Colegios Universitarios compostelanos, especialmente los de Santiago Alfeo o de Fonseca y el de San Jerónimo, eran de las pocas instituciones
gallegas en las que el acceso se reservaba para los naturales del país,
por lo que se convirtieron en baluarte de la pequeña nobleza y la
burguesía culta de Galicia.
En el mismo año de 1697 en el que se imprimieron
las Fiestas Minervales se representaron de nuevo en la
Universidad compostelana comedias en las fiestas de Pascua, que ya hacía ocho años
que habían dejado de hacerse y que desde entonces sólo se celebrarían
esporádicamente hasta 1778, año en que se prohibieron definitivamente,
lo mismo que el resto de las representaciones teatrales durante el
curso, para: evitar
distraer los estudios de los escolares. Los Libros de Claustros
de 1697 informan que, recordando lo dispuesto en las
Constituciones, se determinó que se hiciese dicho Certamen y
comedias, con tal que no fuesen de farsa, y se conserva una cuenta
detallada de los gastos que ocasionaron los festejos, la cual proporciona
datos sobre los actores y la escenografía, pero nada dice de la lengua
empleada. |
Patio del Colegio de Fonseca de
Santiago (principios del XVI) en el que se representaba el teatro de la
Universidad compostelana
Proyecto ¿o
croquis de un reciento existente? de un teatro en el Colegio de
Fonseca de Santiago.
Archivo Histórico
Universitario.
F.U. PLANOS, Nº 1
Documento
con noticias de representaciones en la Universidad en 1572 a cargo del
maestro Banegas. Archivo Histórico Universitario de Santiago F.U.,
A-111, Libro de Claustros de 1566 a 1584 (acta nº 136), fol.
121v.
Frontispicio de la Fiestas Minervales
impresas en Santiago en 1697, en las que se recogen nueve poemas en gallego
y una Loa al Espíritu Santo (en castellano), obra de José Vallo de Porras representada el
26 de mayo. |