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Imagen gótica de Santiago con espada móvil en la Catedral de Ourense.
Procede del pilar del crucero junto al púlpito de la Epístola; se
instaló en el parteluz del Pórtico del Paraíso en 1857. Consta en la
documentación ourensana un pago de 112 reales en 1782 a un herrero por
hacer la espada, que podría ser tan solo un atributo de su martirio
(González García), aunque quedaría por explicar el porqué de su
movilidad.
Santiago de las Huelgas, probablemente utilizado en la investidura como
caballero de Alfonso XI en Compostela (1332). Sus articulaciones en los
brazos,
accionadas mediante cordeles, le permitían dar el espaldaraço y la
pescoçada a los aspirantes a la caballería.
El Carro de Heno, El
Bosco (Museo
del Prado, ca. 1512-15, detalle).
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Títeres - Teatro de
Guiñol
Los títeres son un
fenómeno teatral documentado en prácticamente todas las culturas del
planeta. En Galicia generalmente se denominan monifates, pero
también se utiliza para referirse a ellos la voz marioneta, derivada del
francés marionnette que alude probablemente a las Marías, sean estas genéricamente figuras femeninas o las tres Marías de los
Evangelios como suponen algunos autores. Teatro de marionetas
pueden considerarse las representaciones con imágenes móviles de culto, como
los abundantísimos
Desenclavos,
extendidos por toda la geografía gallega desde mediados del siglo XIV, y
las escenificaciones del Encuentro con
imágenes articuladas durante la Semana Santa (Viveiro, Ribeira, Ferrol...).
Títeres son también, al fin y al cabo, las Cocas y los
gigantones procesionales del Corpus, abundantemente
documentados en Galicia, en ocasiones con mecanismos que les permitían
abrir y cerrar la boca y mover los ojos como en la Coca de Redondela o
los Papamoscas de Caldas y Carril.
Podría considerarse
también como una imagen de guiñol el Santiago que en la actualidad se
encuentra en el parteluz del Pórtico del Paraíso de la Catedral de Ourense (ca. 1230-48)
llevando en la mano derecha una espada de hierro que se
puede mover arriba y abajo, lo que ha llevado a algunos autores a
suponer que fuera utilizado para armar caballeros como sabemos que se
hacía en la Edad Media con imágenes articuladas similares como el
Santiago del espaldarazo que hoy se encuentra en el monasterio de Las Huelgas (Burgos),
el cual según algunos autores podría haber sido el utilizado en 1332 para la
investidura caballeresca de Alfonso XI en Compostela
, descrita
por Fernán Sánchez de Valladolid en la Crónica de su reinado en los siguientes términos:
"Et en amaneciendo, el Arzobispo Don Joan de Limia dixole una
Misa, et bendixo las armas. Et el Rey armóse de todas sus armas, et
de gambax et de loriga, et de quixotes, et de canilleras, et zapatos
de fierro: et ciñóse su espada, tomando él por sí mesmo todas las
armas del altar de Sanctiago, que ge las non dio otro ninguno: et la
imagen de Sanctiago, que estaba encima del altar, llegose el Rey á
ella, et fízole que le diese la pescozada en el carriello. Et desta
guisa rescibió caballería este Rey Don Alfonso del Apostol Sanctiago".
Es probable que fuese también teatro de títeres, del tipo de
los denominados de máquina real, la invención en forma de
torneo que hizo la compañía de Pedro de Loaisa y Juan de Vargas en las
fiestas del Apóstol de 1615. Así parece indicarlo el tono del documento
y el pago por unas apariencias para la dicha invencion
.
No tengo muchas
más
noticias concretas de la existencia en Galicia de espectáculos de
títeres anteriores a 1750, pero sin duda las hubo. En Santiago la plaza
de la Quintana era el escenario habitual durante los siglos XVII-XVIII de este tipo de representaciones,
ya que así lo afirma Dª Juana Bernarda de Moscoso y Llorente, abadesa del monasterio de San Paio de
Antealtares en 1775:
"....lugar franco a
todo género de personas y animales, expuesto a toda clase de
inmundicias, profanado día y noche con la negociación de compras y
ventas, y algunas veces con quimeras, cuchilladas, efusión de
sangre, actos indecentes, teatro de volatines y títeres, ejercicios
militares y paseo casi continuo de ociosos...".
También sabemos que
los hubo en Tui en febrero de 1701, en las fiestas que se hicieron para
celebrar la llegada a España de Felipe V. En el Libro de acuerdos
municipal de 1701 consta (fol. 21v) la intención contratar a
volatineros y titiriteros para los festejos: "de allarse bolatines y
titiriteros en esta ciudad que tambien ejecuten los giros en ellos",
y debieron de actuar ya que en el acta municipal de 15/02/1701, día de
la procesión general, se ordena: "se paguen a los chirimias,
trompetas, tambores, bolatines y titiriteros, y se den las
libranzas" (fol. 22v).
Los datos más concretos que
conozco son los de la representación por el peregrino italiano Giacomo Antonio
Naia en 1718 del Canto della Madre badessa e Prosa dei conversi,
obra cómica con música y marionetas que puso en escena en el Pazo de Santa
Cruz da Granxa (Padrón), en el monasterio cisterciense de Oseira y en el
convento de los franciscanos de Ourense
.
La representación de Naia
era un relato cómico de la vida relajada en los conventos femeninos, que Giacomo ponía en escena con títeres y el acompañamiento musical de una
guitarra y de un instrumento "secreto" con el cual imitaba voces y
sonidos. Hacía tres voces diferentes de monjas y cuando se refiere en su
diario a la representación que hizo en Tudela dice: "...los alegré
siempre con la guitarra, la marioneta, y los sonidos que hacía con la
boca: dejé creer a todos, de buena fe, que yo hacía aquellas pantomimas
de manera natural. Así ellos se partían de risa y se tiraban por el
suelo...". Parece claro que Naia utilizaba una pivetta
(=lengüeta en castellano / palleta en gallego), instrumento intrabucal para
modificar la voz que era habitual en los espectáculos de los
titiriteros.
Según su diario de viaje, la representación tenía siempre gran éxito,
arrancaba las carcajadas del público, y en varios lugares le pidieron
copia de sus versos, por ejemplo en el monasterio de Oseira (San
Cristovo de Cea, Ourense). Durante su estancia en Galicia, Naia hizo su
representación por primera vez en el Pazo de Santa Cruz da Granxa
(Herbón-Padrón), en el que estuvo cuatro días invitado por su
"comisario" D. Francisco: "muy caritativo con todo el mundo y más con
los religiosos. Este señor no quería de ninguna manera que yo me
marchase, así que me quedé durante cuatro días seguidos... Lo pasamos
muy bien, en alegría, con la guitarrita y la marioneta". En Santa
Cruz participaron en la representación músicos del país (un flautista,
una panderetera y otra mujer que tocaba las castañuelas): "...Además
había un hombre que tocaba bien la flauta, una mujer la pandereta y otra
las castañuelas ... Total, que lo pasamos muy bien con la Misa de la
madre Abadesa, (...) y todo el mundo se moría de risa cuando yo
representaba a la madre Abadesa...".
El texto de las
representaciones de Giacomo Antonio
Naia no se ha conservado, salvo un breve fragmento de una de sus
baladas; un estribillo que el autor cita en su relato de la
representación que hizo en el convento carmelita italiano de Bassignano:
"O galant 'huomini, quanti voi siete, teni la regola quando bevete,
teni la regoala che tiene i svizzeri, alzare i gomiti sonari i pifferi"
[=O caballeros cuantos vos sois, mantened una regla cuando bebáis,
mantened la regla que tienen los suizos, empinar los codos y tocar los
pífanos"].
Sabemos, en otros
lugares de Europa, de la utilización de marionetas por parte de los
juglares, y se han querido ver autómatas e imágenes articuladas de la
Virgen en las miniaturas de las Cantigas de Santa María de
Alfonso X el Sabio. En Galicia, algunos capiteles medievales, como los del arco
del presbiterio
de Santa María de
Nogueira (ca. 1220, Chantada-LU, véase Foto), han sido interpretados como una "escena
de títeres" (Ramón y Fernández Oxéa, 1944). Quizá Fernández Oxéa tenga razón,
aunque parece más bien una escena juglaresca, con un levantador de pesas
y otro personaje que sostiene máscaras en sus manos, quizá como alusión
a su condición de histrión. Sin embargo, lo que sí es cierto es que la
escena de Nogueira no es de repertorio, ya que no aparece en otras
iglesias gallegas, por lo que podría responder a una vivencia personal
del escultor.
Existen también numerosos testimonios
(Martínez Salazar, Isidoro Brocos, Casto Sampedro,
Valle-Inclán) de
la utilización de marionetas o monifates en las
representaciones que
hacían los ciegos, en fiestas y romerías, recitando coplas y
romances con acompañamiento musical. Los muñecos eran juguetes movidos
por el ciego o su lazarillo mediante cuerdas, o bien contaban con
mecanismos de resorte que los movían automáticamente para que pareciese que bailaban al son de la música. Tales representaciones están
documentadas en otros lugares de España, por ejemplo en Asturias y en la
zona zamorano-leonesa, pero, como en el caso gallego, los testimonios más antiguos se refieren al siglo XIX
y no hay datos claros de épocas anteriores [1], aunque sí es evidente su
popularidad y la pervivencia de los cegos dos monifates hasta
bien entrado el siglo XX en fiestas y ferias [2]. Según afirma Sampedro
y Folgar en su
Cancionero musical de Galicia, en ocasiones el ciego y/o su
lazarillo fingían sus voces y los hacían dialogar:
"El ciego inclina el
cuello de la capa larga, roja y remendada; el lazarillo se levanta y
regresa a la parte posterior de las dos bandas, sujetando las
puntas, y, dentro y escondido por ellas, hace la proyección,
levantarse, descender, esconderse, moverse hacia adelante,
retroceder, sacudirse, desmoronarse ... fuera de la capa y el ver
dos monifactos o títeres vestidos con colores charros y que
representan las figuras del romance al que el ciego se refiere y
acompaña el sonido de un violín o zanfona.
Cuando finge que los monos se ríen, lloran, preguntan, responden,
etc., ciegos y lazarillo, proporcionados con una lengua de caña,
un pergamino, laurel o algo similar, producen una falsa voz de
hombre o mujer, según el caso lo requiera".
__________________
[1] Sí los hay, al menos
iconográficos, en otros lugares de Europa desde el siglo XVI (véase el
ciego con monifate y lazarillo de la parte inferior izquierda de
la tabla central del tríptico titulado El Carro de Heno del
pintor flamenco Iheronimus Bosch El Bosco (Museo
del Prado, ca. 1512-15), y la máscara con títeres del
carnaval de Nuremberg (cf. Fotos).
[2] La popularidad de los
espectáculos de títeres en Galicia, especialmente de los de cachiporra,
se mantuvo hasta la década de 1960 en los espectáculos en gallego del célebre
Barriga Verde (José Silvent) y sus imitadores,
en los cuales se incluían piezas como O Barbeiro y A morte do
Demo, documentadas en el repertorio de los ciegos monifateiros
y en el teatro de títeres portugués desde el siglo XIX.
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Capiteles de Sta. Mª de Nogueira
Guiñol en la aldea
Luis
Menéndez Pidal, Asturias, 1913
Isidoro
Brocos El ciego de la zanfoña con sus marionetas, A Coruña 1909.
Máscara del carnaval de
Nuremberg accionando los títeres (ca. 1500, Schembart-Buch, Univ.
de Kiel)
José Ribelles y Helip.
Títeres ambulantes (ca. 1835) |