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Juegos de Cañas
En los siglos
XVI y XVII tenemos documentados en Galicia (Santiago, A Coruña, Lugo, Monforte,
Pontevedra, Noia, Pontedeume, Baiona…), los denominados juegos de cañas,
de origen islámico según la tesis tradicional (el Padre Mariana,
Quevedo, Fray Diego
de Arce, Thomas Munzer...), aunque hay autores que remontan su origen a los
etruscos y a Roma, siendo también evidente su relación con el juego
denominado Djerid, introducido en Europa y Asia Menor por los
escitas y practicado todavía en Anatolia. Se trataba de juegos ecuestres que en su origen
sirvieron para entrenar a los jinetes a no temer a las lanzas en la
guerra, pero que en la época que nos ocupa se habían convertido en
espectáculos deportivos e hípico-musicales, ya que la música, la
coreografía y la vestimenta de los participantes eran tan importantes
como la habilidad arrojando las lanzas y defendiéndose de ellas.
Hay numerosas
noticias en toda la Península de juegos de cañas desde el siglo XV, más
abundantes en Andalucía, lo que abunda en la tesis de su origen morisco,
pero extendidas por todas partes. Parece que decayeron en la segunda
mitad del siglo XVI, pero su popularidad se recuperó en el siglo XVII
gracias al rey Felipe IV, que era un gran aficionado a estos juegos,
tomando parte él mismo en ellos con frecuencia.
El capitán Pedro de Aguilar en
su
Tractado de la cavallería de la gineta
(Hernando Díaz, Sevilla,
1572, II parte, cap. XV) nos informa con precisión del reglamento y el desarrollo del
juego, que se hacía en cuadrillas (preferentemente seis), formadas por
los jueces dividiéndolas de un modo equitativo, juntando los muy
diestros, con los que no lo fuesen. Cada grupo, siguiendo unos
movimientos precisos, atacaba arrojando sus cañas y se defendía con sus
escudos cuando era atacado, todo de una manera organizada que acabó por
estilizarse hasta convertirse en el siglo XVIII en un ballet ecuestre.
Estos juegos dejaron
su impronta en el teatro (la Farsa del Juego de Cañas de Diego
Sánchez de Badajoz), y tenemos también testimonios iconográficos de los
mismos, aunque ninguno gallego. Lo que sí hay en Galicia son
noticias de su celebración en las ciudades y villas del país.
En Santiago se
hacían en las fiestas del Apóstol. La noticia más antigua se
encuentra en el consistorio del 15 de julio de 1545, figurando
posteriormente citados habitualmente en las actas municipales que se
refieren a las fiestas. El juego se hacía en la plaza del Obradoiro,
con música a cargo de los ministriles de la catedral [1],
y
de su mantenimiento se encargaba desde 1564 la Cofradía de Santiago, o
de los caballeros, fundada por Rodrigo Osorio de Moscoso, conde de
Altamira, e integrada solo por los nobles de la ciudad. Los
miembros de la cofradía estaba obligados a participar en el juego "y
el que no jugare, no teniendo justo y legítimo ynpedimiento, sea
obligado a pagar por la dicha cofradía diez ducados conforme a las
hordenanças della" (escritura de 1586).
Como las
sortijas a
las que iban unidas, los juegos de cañas desaparecieron a mediados del
siglo XVII (en el siglo anterior ya había dejado de hacerse la carrera
hípica del Cendal), y con ellos la cena que habitualmente
ofrecían los condes de Altamira a los participantes. También se hacían en ocasiones
extraordinarias y en las visitas de personajes importantes, por ejemplo
durante la estancia en Compostela del príncipe Felipe (futuro Felipe II)
en 1554 y en los festejos por la canonización de San Ignacio y San
Francisco Javier en 1622
,
frecuentemente asociados con
corridas de toros.
Tenemos noticias
bastante precisas del juego de cañas, los toros y la sortija que se
hicieron en Monforte en 1620, siendo el Conde de Lemos Mayordomo de las
fiestas de la Virgen del Rosario. Intervinieron en el juego de las cañas
seis cuadrillas de seis nobles cada una, y, después de un ensayo previo:
Llegóse la fiesta y hora del juego de cañas, que començó á entrar
con doce trompetas y atavales, vestidos de tafetán blanco nácar y
negro á quarteles, y tras ellos seis acémilas con las cañas
cubiertas con rreposteros de terciopelo carmesí vordados de oro con
las armas del Conde y unos apretadores ó garrotes de plata, á
quienes siguieron los cavallos de las quadrillas, que eran muchos en
número, con rricos y costosos aderezos y bozales de plata, plumas,
vandas y otros adornos para el propósito de mucha gala y costa;
algunas de las adargas salieron con esquisitos motes e ingeniosas
cifras por que los cavalleros portugueses obligaron las suias que
sirvieron el día del ensayo, a competencia de enigmas ó empresas;
entró la primera quadrilla con libreas de nácar bordadas de trapudura de velillo con franjas de plata, lucida y costossa, y
desta manera fueron las demás; sólo se diferenciaran en la variedad
de las colores; los Condes dieron las libreas, que costaron muchos
duccados; siguieron las quadrillas sacando en los enquentros de
las lanzas quien cometas de fuego y quien diferentes tocas y
volantes, muy largas, que pareció arto bien y fue una entrada echa
con arto concierto.
Salieron á tomar adargas y entraron los dos puestos començando la
escaramuza, prosiguiendo todos tras sus guias, tan yguales que no se
conoció desproporción ni desvio en buen espacio de tiempo, asta que
por una inadvertencia casual hubiera de desordenarse todo si don
Andrés de Castro no lo enmendara, que conociendo el yerro apercivio
el fin de la escaramuza, metiéndolos en las cañas donde
exercitaron todos su destreza con admiración y gusto universal. La
noche y un toro despartieron el juego y los cavalleros del
acompañaron al Conde y toda su cassa de la manera que entraron en la
plaza
[Academia de la Historia, Fiestas que hicieron los Condes de
Lemos en la villa de Monforte en Galicia, á la fiesta de Nuestra
Señora del Rosario, siendo mayordomos de la cofradía; año 1620].
Otras noticias
proceden de Pontevedra, donde sabemos que se jugaron cañas el 12 de
agosto en 1594 para festejar el ingreso de Sor María San Antonio en el
Convento de Santa Clara [2], y de A Coruña, donde consta se hacían en las fiestas de la Virgen del Rosario
(hay noticias en 1584 y 1629) y en otros festejos extraordinarios (por
ejemplo en 1680 durante las fiestas por el matrimonio de Carlos II
con María de Orleans), en ambos casos en la Plaza de la Harina. Las tenemos también documentadas en Noia en
1588 en las fiestas del patrón, San Bartolomé; en Lugo con motivo de
natalicios regios y proclamaciones reales, y en Pontedeume en la época
del Conde Fernando de Andrade (principios del siglo XVI). Se hicieron también en Baiona, villa de Diego Sarmiento de Acuña, I Conde de
Gondomar, muy aficionado a los juegos de cañas y otros deportes hípicos,
que sabemos organizó cuando fue corregidor de Valladolid y en sus posesiones
de Galicia. También se refieren a ellos las
Constituciones Sinodales de Tuy de 1627, las cuales prohíben a los sacerdotes
que "jueguen cañas ni corran cauallos en fiestas".
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[1] La participación
de los ministriles en los juegos de cañas no gustaba al cabildo catedralicio en los casos de
las fiestas extraordinarias como "reçevimientos e vodas e máscaras y
cabalgadas e otros exerçiçios baxos e yndeçentes", y en 1592 se
ordenó: "que no tañan en sortixas, juego de cañas ni toros ni
otra fiesta pública que se hiçiere en esta ciudad, sino fuere día del
Sancto Apóstol o dos días antes y dos después (…), so pena que lo
contrario haciendo en todo o en parte se tengan por despedidos y
desnenbrados de los salarios que les están señalados y del cuerpo de la
Santa Yglesia para efeto de servirla en estos exerçiçios" (cf.
IGLESIAS ORTEGA, Arturo, “Los juegos de cañas”, en: Galicia Histórica
: Hoja de historia y documentos compostelanos, año 2, nº 9 (2017),
pp. 1-2).
[2] Tanto los juegos
de cañas como las sortijas los organizaba en Pontevedra la cofradía de
San Bartolomé, integrada por nobles de la villa y de diez leguas a la
redonda (hay noticias de ellos en las Ordenanzas y en los Libro de Acuerdos de la
cofradía hasta bien entrado el siglo XVIII). Las Ordenanzas
(Museo de Pontevedra), estipulan: "que en el juego de cañas no pueda
entrar, ni entre ninguno que sea vecino de la dha. villa si no fuese
cofrade, y si alguno entrare soltero, corra el juego, pero mientras
estuviere soltero no entre en suerte para ser mayordomo hasta que fuese
casado".
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Juego de cañas en la Plaza
Mayor de Valladolid el 19 de julio de 1506. Obra atribuida a Jacob van Laethem,
pintor flamenco que formaba parte del Hôtel que acompañó a Felipe
el Hermoso en su viaje a España (procedente del Château de La Follie de
Écaussinnes (Bélgica), en la actualidad en la Biblioteca Real de
Bruselas).
1623. Juego de cañas en la Plaza
Mayor.
(Juan de la Corte,
Museo de Historia de Madrid).
Juego de cañas ilustrado en
Gregorio Tapia y Salcedo,
Exercicios de la gineta al principe nuestro señor D. Baltasar Carlos,
Madrid, 1643. |