Moros y Cristianos en Galicia

Contexto carolingio-jacobeo

  ​ Ya he mencionado en la introducción que en la actualidad las representaciones de Moros y Cristianos gallegas se hacen en el contexto de las fiestas patronales, especialmente en las de Santiago, y que en varios casos la tradición popular gallega habla de una rememoración de la legendaria Batalla de Clavijo, en la que el Apóstol habría ayudado a las tropas cristianas de Ramiro I frente al enemigo musulmán. La que podemos considerar como la más antigua representación de Moros y Cristianos documentada en Galicia era la que hacían los gremios compostelanos en las procesiones del Corpus y en otras fiestas extraordinarias desde antes de 1570. En ella Santiago aparecía, montado en caballo blanco, en forma de imagen llevada por los azabacheros. Los contendientes eran escuadrones de moros (cofradía de San Esteban en 1717) y cristianos (o hespañoles, cofradía de los herreros en 1570), con espadas y arcabuces con los que probablemente disparaban al aire: "...la confradia de los herreros con cuarenta o cincuenta arcabuceros con sus flascos e polvera todo puesto por su orden y muy bien adrezados...".

  Las descripciones que tenemos de la representación difieren en los detalles pero coinciden en lo general y no mencionan la existencia de diálogos, de manera que hay que pensar que se trataba de una historia mimada. En las descripciones que el Libro de Consistorios del Ayuntamiento de Santiago hace de las recepciones a los arzobispos Carrillo (1656) y Spínola (1668), se mencionan la ejecución en el campo de Cornes del “acometimiento de hespañoles y moros y Aparición del Santo Apóstol”, y el “asunto de españoles y moros y la aparición del Santo Apóstol según tradicional costumbre”. En la entrada del arzobispo Seijas Losada (1682) salieron también los azabacheros con el Santiago a caballo, la cofradía de San Esteban con su escuadrón de moros, las de horneros y herreros con sus compañías de arcabuces y la de los sastres con una danza de espadas, trasunto del legendario tributo de las cien doncellas en la que un grupo de danzantes vestidos de moros intentaban atrapar a unas bailarinas que eran defendidas por danzantes cristianos. La misma historia se la representaron en la plaza del Obradoiro a la reina Mariana de Neoburgo, mujer de Carlos II, el 18 de abril de 1690: “se hizo una rica morisca y pelea de moros y cristianos en la dicha plaza con la representacion del Señor Santiago en un caballo blanco...", y en ella salió, según la relación manuscrita de M. A. Cisneros, el Apóstol Santiago como "Soberano Trueno sobre un blanco Pegaso, Besuvio de nieve, que respirando volcanes, prompto a la espuela, y obediente al freno, rompió por medio de la sobervia canalla, navegando por mares de espuma, como aliando tanta sobervia montaña de monstruos rendidos al amago sólo de tan divino como zeloso aliento". 

  Otra de estas representaciones con la misma temática jacobea la realizó en Lugo en 1746 el gremio de San Antonio en las fiestas por la proclamación de Fernando VI. Se trataba de un cortejo de danza formado por una "porción de Moros, muy propios en su remedo, igual parte de Cristianos, cada qual con su moro esclavo y preso", tras el cual marchaba "el Campeón más Guerrero,/ único patrón de España,/ tutelar de Galicia, / hijo del trueno", escoltado por cuatro serafines que portaban "de sus manos mil trofeos" (Relación de 1746). En este caso parece que había diálogos o, al menos, declamaciones: "... y en llegando al Consistorio / a su Rey mil elogios le dixeron". En fechas posteriores (1789, 1833...) hay noticias de festejos similares en A Coruña (proclamaciones de Carlos IV e Isabel II), y sabemos que en 1764 los "dependientes de la Quintana" representaron el 25 de julio en Compostela una comedia titulada Los Votos de Santiago y Batalla de Clavijo.

  En el caso coruñés de 1789 (proclamación de Carlos IV),  el gremio de carpinteros escenificó el 21 de febrero el legendario episodio, según las crónicas como un "drama heroyco" que se presentaba como el tercer acto de la representación gremial. Los cronistas, quizá exagerados, hablan de la participación de más de quinientos actores y de un público de diez mil personas:

   "Puso fin a la tarde de este día el Gremio de Carpinteros con un caprichoso drama heroyco, que representaba la batalla de Clavijo, y en que sin los rigores del arte se reunían la grande acción de este día con algunas otras que la precedieron, y que con la principal formaban una pieza compuesta de tres actos de regular duración y enlace, y en cuya execución no solo el Ayuntamiento, sino toda la numerosa concurrencia admiró la propiedad con que fueron desempeñadas todas sus partes; sobresaliendo los individuos de este Gremio en la destreza con que executaron las diversas evoluciones, no solo de la táctica de aquellas remotas edades, y de dos tan distintas y opuestas naciones, que se presentaron vestidas con la mayor propiedad, sino en el ardor y fuego con que mutuamente se batieron, y que parece habían transportado los concurrentes al mismo campo de Clavijo, sin que por eso se hubiese seguido la menor desgracia o desorden, aunque al mismo tiempo se hallaron sobre la escena más de 500 personas, y en el espectáculo más de 10.000". 

  La denominación “Batalla de Clavijo” se aplicaba popularmente a las fiestas de Ribadavia y Ponteareas según el testimonio de Neira de Cancela (1889), y todavía hoy la de Trez (Laza) se celebra el 25 de julio y la de Retorta (Laza) el domingo anterior. También la representación de Santiago de Mouruás (San Xoan de Río) se celebraba el día de la fiesta del Apóstol, el jefe de los cristianos era Carlomagno y sus compañeros Roldán, Oliveros y Reinaldos. Del mismo modo, en A Franqueira la tradición fija el comienzo de la representación después de la batalla de Clavijo, en agradecimiento a la Virgen por haber franqueado la intervención del Apóstol en el combate, y en Río de Muiños (Quintela de Leirado, Ourense) se denominaba “semulados de la guerra del Clavijo” y en ella intervenían Carlomagno y un tal Balán, haciéndose alusión en la representación al “tributo de las cien doncellas” de antigua raigambre también en la leyenda jacobea y muy extendido en las representaciones de Moros y Cristianos centroamericanas porque sus episodios y personajes los recoge la Histoire de Charlemagne de Jean Bagnyon (ca. 1465-70), popularísima novela basada en relatos medievales en latín que tradujo al español, Nicolás de Piamonte en 1521. La traducción castellana: Hystoria del emperador Carlo Magno y de los doze pares de Francia, et de la cruda batalla que uvo Oliveros con Fierabrás, rey de Alexandría, hijo del grande almirante Balán (1ª ed. Sevilla, 1521, numerosas posteriores hasta principios del siglo XX), se difundió en pliegos de cordel, se tradujo al portugués, y en Portugal tuvo varias secuelas como la Segunda parte da História do Imperador Carlos-Magno e dos doze pares de França, obra del portugués Moreira Carvalho (1º ed. Lisboa, 1737, reimpresiones en 1784, 1799 y 1863), y la Historia nova do Emperador Carlos Magno, e dos doze pares de França de José Alberto Rodrigues, impresa en Lisboa en 1742. 


 

    ​Dicha temática se inserta en el contexto jacobeo desde épocas tempranas (siglo XI), en relación con las leyendas franco-españolas sobre la expedición militar de Carlomagno en España contra los musulmanes y el descubrimiento del Camino de Santiago (Nota emilianense, Poema de la toma de Almería, Pèlerinage de Charlemagne, Chanson de Roland...). Un claro precedente literario medieval para las luchas de Moros y Cristianos gallegas se encuentra en el denominado Pseudo-Turpín (=Historia Turpini), relato del siglo XII recogido en Libro IV del Códice Calixtino de la catedral de Santiago, en el cual se incluyen dos Diálogos Moro-Cristiano que son evidentes precedentes de las disputas actuales: el Diálogo de Carlomagno y Aigolando antes de una batalla, que termina con la conversión y bautismo de los moros, y la famosa Disputa de Rolando y Ferragut, seguida de combate singular entre ambos y victoria del cristiano, justa de la cual tenemos abundantes referencias en la literatura y numerosas representaciones plásticas en el arte románico. Esta Materia de Roncesvalles siguió siendo popular en la Edad Moderna (romancero, Historia de Carlo Magno y de los Doce Pares de Francia...), y se popularizó todavía más en el siglo XVIII con las secuelas de la Historia de Carlo Magno y los pliegos de cordel que las transmitieron, lo cual explica la existencia de representaciones como las portuguesas citadas o la Danza de Carlomagno de La Baña (León), representada hasta 1948.
   

Supuesto cuerno de Roldán conservado en la catedral de Santiago

    ​Existen además pruebas de que en lugares donde se representan disputas de Moros y Cristianos, la memoria popular mantuvo vivas las historias y leyendas medievales de Carlo Magno y los Doce Pares. Murguía en 1885 y Risco en 1946 publicaron dos testimonios de su pervivencia: las mouras convertidas en piedras de cuarzo blanco por "San Roldán" en Valdeorras, y la historia recogida de la boca de ancianos de Cambela (San Xoán de Río-OU):

   "[los moros] fueron vencidos por los Doce Pares de Francia, después de sostener muchas y heroicas batallas. El rey de los moros se llamaba Almirante Balán y el de los Doce Pares o cristianos se llamaba Carlomagno. Después de vencidos los moros, muchos de ellos se convirtieron, abrazaron la religión cristiana; éstos quedaron entre los vencedores y los que no quisieron convertirse, los mataron. El rey fue uno de los que no quiso convertirse y lo mataron. Después quedaron los Doce Pares de Francia, y los moros que se habían convertido, habitando y gobernando el país. Los moros dicen que eran hombres de mucha fuerza y muy robustos, que tenían grandes riquezas y tesoros encantados". 

  Estas Historias fueron muy populares en Galicia, y todavía a mediados del siglo XX era frecuente la existencia de un ejemplar de la Historia del emperador Carlomagno y de los doze pares de Francia en las casas campesinas gallegas, según testimonia Bouza-Brey y, antes que él, el célebre Cura de Fruíme. Don Antonio Cernadas dice en 1762 que su sacristán tenía un libro de oraciones al cual "lo estima más que un montañés honrado la historia de los Doce Pares", y que en la Plaza de la Quintana de Santiago se vendían todavía en la segunda mitad del siglo XVIII pliegos de cordel con las historias de Roldán: "Divertime en mirar las niñerías / de las estamperías. / Veía a Don Roldán echar regüeldos / y a la infanta Teodora, / que, por cierto, es bellísima señora".