Moros y Cristianos en Galicia
Danzas y representaciones
Tanto en Galicia como en el Norte de Portugal las noticias más antiguas que tenemos de la existencia de cortejos de Moros y Cristianos en las fiestas provienen del Corpus, en forma de danzas gremiales que representaban con sus figuras o lazos luchas y capturas, así como episodios históricos (Batalla de Clavijo, Tributo de las Cien Doncellas...). Estas danzas, generalmente denominadas moriscas, en ocasiones tenían diálogos, bien por tratarse de estilizaciones bailadas de representaciones más complejas o a la inversa; porque danzas y rituales de conquista fueron incorporando con el paso del tiempo elementos teatrales.
Ya me he referido a las danzas moriscas de Compostela (antes de 1570) y Vigo (1628), y tenemos también documentada una de esas danzas en el Corpus de Ribadeo de 1694. En el caso de Santiago se trataba de una representación danzada y mimada de la Batalla de Clavijo, pero en Vigo y Ribadeo parece que eran solo danzas o cortejos de desfile. Sin embargo, tenemos pruebas claras de la asociación de estas danzas gremiales con representaciones de combate en casos como el de Vilanova de Arousa, donde la Cofradía del Sacramento, fundada en el siglo XVII, organizaba y costeaba, de acuerdo con sus Constituciones, una danza mourisca que debió de tener su origen en el Corpus. Según Sampedro y Folgar la componían doce hombres, vestidos, seis de ellos, de estopa o lienzo crudo castaño oscuro, con retales de tela de diferentes colores cosidos a ella, y tocados con una gorra en forma de casco abierto por delante. Los otros seis vestían pantalón blanco, fajas de seda y sombrero decorado con plumas. El Director se distinguía por llevar una coraza cubriéndole el pecho y, además, en una mano una pelica para abrirse paso y en la otra un palo largo decorado con flecos y telas de colores. Terminada la danza, los bailarines se separaban formado dos filas enfrentadas, compuesta cada una por los vestidos de la misma manera, y, armados todos de espadas, simulaban un ataque (la Matanza) en el que los de seda y plumachos dejaban muertos a todos los mouriscos (los vestidos de estopa).
Se trataba pues de una danza de espadas seguida de enfrentamiento entre moros y cristianos como todavía sucede en Laza y probablemente se hacía en otras localidades como Betanzos. Muchos investigadores han mantenido la existencia de una relación entre las danzas de espadas y las representaciones de Moros y Cristianos, y en el caso gallego danzas como la Farsa de Carril o la Danza de Espadas de la Merced de Corcubión han sido consideradas como estilizaciones de antiguas batallas de Moros y Cristianos.
En el caso de Carril, la denominación "Farsa" y algunas figuras de la danza del 25 de julio han llevado a pensar que se trate de una representación estilizada que antiguamente habría tenido diálogos, y en el caso de Corcubión sabemos que cada 24 de septiembre salía una procesión presidida por la Virgen de la Merced en una barquilla sobre ruedas que imitaba una galera del siglo XVI, nave que según Carré Aldao iba "tripulada por niños vestidos de ángeles acompañados por otros mayorcitos que representan cautivos redimidos. Después de los villancicos, dos de los ángeles recitaban invocaciones y daban gracias a la Madre de Dios por la libertad de los cautivos. En el cortejo, delante de la carroza, figuraba la tradicional danza de espadas
". Para Demetrio Brisset la noticia de Carré Aldao es una prueba de que las danzas de espadas fueron en origen en casi todos los casos un combate entre moros y cristianos, combate que en Corcubión aparece desligado "de la galera con los cautivos, de los que se agradece su liberación, no representada en la danza pero obra de la Virgen de la Merced la patrona de la orden de los mercedarios, encargados otrora de gestionar el rescate de los cautivos en la Berbería".