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Las alfombras del Corpus
en Galicia
En la actualidad, las
alfombras de flores, sal, serrín, arena y conchas que se confeccionan en
las calles y plazas que recorren las procesiones del Corpus gallegas,
son el principal elemento espectacular de la fiesta y el reclamo para
atraer visitantes a las villas y ciudades que las confeccionan.
Encabezadas por Ponteareas, donde las alfombras han sido declaradas por
la Xunta de Galicia Bien
de Interés Cultural y aspiran a ser Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, un importante número de poblaciones gallegas se han
incorporado en los últimos años a la moda del alfombrado, muchas
recuperando una tradición perdida y otras como novedad en sus
procesiones, sumando en la actualidad casi un centenar de casos (cf.
Base de Datos).
Las alfombras con
diseño artístico y uso de materiales diversos son un fenómeno reciente
de arte efímero,
surgido a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque tienen su origen en
la costumbre, documentada en la Península desde el siglo XIV, de cubrir las calles con
espadañas, flores y hierbas aromáticas para las procesiones. Por otra
parte, las alfombras del Corpus enlazan con una antigua y extendida
tradición de composiciones rituales con materiales naturales, que se
presentan como ofrenda o tributo a la tierra y a la regeneración
estacional de la naturaleza. En la actualidad, a lo largo de Europa y de
América se hacen también alfombras en fiestas patronales y religiosas de
todo tipo, y existen otras muchas expresiones florales con contenido
simbólico como la Pascua Florida, los ritos de San Juan, el Lumepán,
los Maios, las Cruces de Mayo…, restos quizá de un folklore
agrario de origen neolítico, celtizado y cristianizado.
En el caso del Corpus
peninsular, la primera noticia que tenemos de la existencia de tapices y
decoraciones vegetales procede de Barcelona,
donde en 1323 el Consell del Cent instó en un pregón a los
vecinos para que acudiesen a la procesión con cirios y limpiasen las
calles, adornándolas con enramados y tapices de juncos:
“… se previene a los
vecinos de las calles de la carrera que barran y siembren juncos, y
enramen, aderecen y adornen los frentes de sus casas como mejor
pudieren, en honor de Dios y de la dicha fiesta” [trad., AHCB,
Llibre del Consell (1B.I-08), f. 29v].
Más tarde se
introdujeron las plantas aromáticas y las flores, que se sumaron con sus
olores al espectáculo sensorial de las procesiones, a la música, las
danzas, los decorados y las representaciones teatrales. En Sevilla, por
ejemplo, desde 1510 están documentadas hierbas como la juncia, el
arrayán y otras plantas como la espadaña, tradición de hierbas
aromáticas que se ha mantenido en el Corpus de la ciudad hasta nuestros
días.
En Galicia tenemos
noticias en Santiago desde finales del siglo XVI. Allí el gremio de los
pasteleros no desfilaba en la procesión pero sus miembros se encargaban
de decorar el recorrido urbano de la misma. En 1596 embellecieron con
enramados y flores la fuente de la plaza del Campo y armaron un castillo
de papel con cohetes que estallaron al paso del Sacramento. La costumbre
de adornar las fuentes con flores, frutas, telas y guirnaldas para el
día del Corpus fue frecuente y aún se practica en Barcelona, donde
además se coloca el cascarón de un huevo sobre el surtidor de la fuente
de la catedral para que se mantenga girando sin caerse (L'ou com
balla), costumbre que quizá exista desde 1440. En las villas
gallegas todavía se decoran las fuentes en lugares como Ribadavia o
Meira, pero
lo más frecuente es adornar los cruceiros y colocar altares
delante de ellos como se hace en Artes (Ribeira), Rianxo, Laza, Laxe,
Vilardevós, Miño, Calo (Vimianzo) y O Hío (Cangas).
En Ribadavia en los
años 1557-59 consta en los libros de actas municipales que el
Ayuntamiento corría con los gastos de limpieza y adereço de la
custodia, así como de alinpiar y enrramar la plaça con ramos y
cintas. En Lugo, en el siglo XVII, los vecinos arrojaban a la calle, al paso de la
custodia, llevada bajo palio por el clero catedralicio, flores, fiuncho y
espadaña, y en 1602 consta que fue el Ayuntamiento el que encargó "ramos
y espadañas para fiesta del Corpus de este año" (AMLU, Libro de
actas capitulares 1599-1606, fol. 233v). También en Ribadeo, Tui o
Allariz constan en los siglos XVII y XVIII la existencia de enramados y
los pagos que se hacían por ellos, y en Pontevedra las alfombras, de
lirios e hinojo, sin diseño artístico, están documentadas en el Corpus
de 1658.
Sabemos que todavía a
mediados del siglo XX en muchos lugares (Verín, Chantada, Begonte…) una vez
terminada la procesión los vecinos recogían las espadañas y hacían ramos
que colgaban en sus casas como amuletos que protegían de los rayos, algo
que se sigue haciendo con las ramas de las alfombras de otras fiestas
religiosas como la de San Juan Bautista y la Virgen del Carmen en Burela. Parece claro que
estos tapices vegetales evolucionaron hasta convertirse en las alfombras
artísticas actuales, las cuales no surgieron “para tapar los baches”
como se afirma popularmente en algunos lugares.
Las alfombras actuales
En la actualidad se hacen
alfombras con diseño artístico para el Corpus en varios lugares de
Europa además de España (Italia y sus infioratas, origen
probablemente de todas la europeas, Polonia, Portugal, Alemania…),
y de América (Perú, Brasil, México y Colombia). En España se afirma que
las primeras fueron las que hicieron en La Orotava (Tenerife) doña
Leonor del Castillo Monteverde y sus amigos en 1846-47, de las cuales se
conserva el boceto artístico (cf. Foto).
Galicia es en nuestros días
uno de los grandes centros del alfombrismo peninsular y europeo, con un
centenar de localidades en las que se hacen alfombras artísticas, en la
mayor parte los casos para el Corpus pero también para fiestas
patronales.
Probablemente las más antiguas del Corpus, y, sin duda, las más famosas en la
actualidad son las de Ponteareas (Pontevedra), documentadas en 1857 en
la calle de San Gregorio, aunque parece que entonces se trataba todavía
de alfombras sin diseño artístico: “en parte flores, hierbas
aromáticas y más que se acostumbra en la solemnidad del día”, dice
Fray Felipe Estévez en un informe al obispo de Tui. En la villa, sin
embargo, la tradición popular atribuye el origen de las alfombras a la
iniciativa de un vecino de la calle Real o de Abajo llamado Pepe
de Juan, y se ha
pensado también en una posible influencia canaria.
En
las alfombras del Corpus ponteareano parece que al principio solo se
utilizaban elementos vegetales, pero con el paso de los años se pretendió
llegar a cubrir todo el recorrido de la procesión y se empezaron a
utilizar usar serraduras teñidas con anilinas de diversas tonalidades,
obtenidas de los numerosos aserraderos de madera que existían en la
zona, combinadas con los materiales vegetales tradicionales.
En la
segunda mitad del siglo XIX debieron de empezar a hacerse los primeros
dibujos, mayoritariamente de carácter geométrico en forma de grecas,
cenefas, palmetas, rosáceas, etc… que tenemos documentados en
fotografías desde 1910. La confección de las alfombras era entonces algo
espontáneo, fruto del entusiasmo de los vecinos: mujeres y niños
deshojaban las flores mientras los hombres diseñaban, en secreto, la
ornamentación de la alfombra. Ni la Iglesia ni el Ayuntamiento promovían
la realización de los tapices, y en las fotografías apenas se ven
curiosos contemplándolos lo que parece indicar que su trascendencia era
puramente local.
En 1945
deja de organizar el Corpus la Cofradía del Santísimo, asumiendo ese
cometido una comisión de vecinos que desde 1947 se propuso relanzar la
fiesta y difundirla en la prensa y la radio, además de historiarla por
medio de la revista Pregón. En 1955 el diario madrileño ABC
le dedico a las alfombras de Ponteareas su primera página, con
fotografía a toda plana de S. Vidal, y los visitantes comenzaron a
llegar. Paralelamente se incrementó la calidad del diseño de las
alfombras y surgieron alfombristas especializados como Luciano Doval Mera,
el cual dejó un copioso legado de decenas de diseños y bocetos que durante
50 años (de 1952 a 2006) realizó para la alfombra de la Plaza Mayor (cf.
Foto). En
esa época aparecen los motivos figurativos, de temática religiosa o de
carácter gallego, en los que se trabajaba también con semillas, moliendas,
etc. En 1968 la fiesta ponteareana fue declarada de Interés Turístico
Nacional, pero parece que en los años 70-80 hubo un cierto decaimiento.
En los 90 se revitalizó y desde entonces no ha dejado de crecer en
prestigio, en número de visitantes y en la extensión de las alfombras
que en la actualidad sobrepasan el kilómetro de longitud, lo mismo que
en Celanova o en Burela, localidades que compiten con Ponteareas por el
record gallego.
De principios del
siglo XX son las primeras noticias de las alfombras del Corpus de Bueu,
otra de las localidades gallegas en las cuales el alfombrismo tiene
cierta solera. Un artículo publicado en el periódico quincenal local
El Adelanto el 1 de junio de 1913,
decía, describiendo el Corpus de la villa, que: "Flores, incienso,
espadañas, son finos aromas que arroban el espíritu hacia Dios. Música y
gaitas, fuegos de artificio, volteo de campanas son explosiones de
vívido entusiasmo...". Es la primera referencia a las alfombras, que
entonces eran probablemente sin diseño artístico y que parece no se
generalizaron hasta la década de 1940-50 cuando se asfaltó el camino de
Ramón Bares y se introdujo en las alfombras el serrín de las
carpinterías de ribera teñido con anilinas.
En O Barco se
afirma que las alfombras ya se hacían a principios del siglo XX, pero no
hay pruebas de que fuesen con diseño artístico. En Noia están
documentadas en los años 30 del siglo XX, de espadañas y pétalos de
flores, no está claro si con diseño. Melide y A Pobra comenzaron a
hacerlas a mediados del siglo XX, y localidades como Redondela, con una
sólida tradición de celebraciones en el Corpus, solo tiene documentadas
las alfombras desde 1950, primero compuestas simplemente de espadañas y
flores extendidas por las calles, y con diseño artístico desde 1965.
Otra villa gallega famosa en la actualidad por sus alfombras es Ares (A
Coruña), pero solo se hacen desde 1986; en los años 70 del siglo XX
están documentadas las de O Grove, Corrubedo y Malpica; de la década de 1990 data la
costumbre en Cordeiro (Valga), San Cosme de Antes (Mazaricos), Fontecada
(Santa Comba), Xunqueira de Ambía (Allariz) y algunas otras localidades,
pero el resto de las
alfombras gallegas actuales comenzaron a hacerse a finales del siglo XX
o ya en el XXI, muchas de ellas en un intento de emular lo que se hacía
en Ponteareas y en varios casos con el asesoramiento y la colaboración
de los alfombristas ponteareanos.
Sal y conchas
Hemos visto que además de
flores, paja y ramas, en la confección de las alfombras del Corpus se
utilizan serrines, arena, semillas, piedrecitas y, en algunos casos
también sal, blanca o teñida, y conchas, especialmente de vieiras,
berberechos y zamburiñas como sucede en Bueu o Cerponzóns. Las alfombras de sal son más frecuentes
en las zonas costeras pero últimamente se han introducido también en el
interior (Verín, por ejemplo), y no son, por supuesto, exclusivas de
Galicia ya que se confeccionan en otros muchos sitios, siendo famosas
las de Arrecife (Lanzarote). En Galicia se hacen en la actualidad en A
Guarda (tradicionalmente en la Rúa da Ribeira), en Caión (A Laracha),
Boiro, Cambados, Cangas, Bueu, Viveiro, Redondela… etc.
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Base de Datos con noticias
de
localidades
gallegas en las que se celebró, o se celebra, la fiesta de Corpus con
aparato espectacular.
Diseño de
la alfombra de 1847 en La Orotava (Tenerife)
Diseño de Luciano Doval para una alfombra de la Plaza Mayor del Corpus de Ponteareas
Infiiorata de Pitigliiano (Toscana). 2014.
Alfombra de las fiestas de la Virgen del Carmen y S. Juan
Bautista en Burela
Alfombra de sal y flores en Cangas do Morrazo
Alfombra de sal en Verín
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