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 Julio I. González Montañés ©

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Las alfombras del Corpus en Galicia

 

 En la actualidad, las alfombras de flores, sal, serrín, arena y conchas que se confeccionan en las calles y plazas que recorren las procesiones del Corpus gallegas, son el principal elemento espectacular de la fiesta y el reclamo para atraer visitantes a las villas y ciudades que las confeccionan. Encabezadas por Ponteareas, donde las alfombras han sido declaradas por la Xunta de Galicia Bien de Interés Cultural y aspiran a ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, un importante número de poblaciones gallegas se han incorporado en los últimos años a la moda del alfombrado, muchas recuperando una tradición perdida y otras como novedad en sus procesiones, sumando en la actualidad casi un centenar de casos (cf. Base de Datos).

 Las alfombras con diseño artístico y uso de materiales diversos son un fenómeno reciente de arte efímero, surgido a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque tienen su origen en la costumbre, documentada en la Península desde el siglo XIV, de cubrir las calles con espadañas, flores y hierbas aromáticas para las procesiones. Por otra parte, las alfombras del Corpus enlazan con una antigua y extendida tradición de composiciones rituales con materiales naturales, que se presentan como ofrenda o tributo a la tierra y a la regeneración estacional de la naturaleza. En la actualidad, a lo largo de Europa y de América se hacen también alfombras en fiestas patronales y religiosas de todo tipo, y existen otras muchas expresiones florales con contenido simbólico como la Pascua Florida, los ritos de San Juan, el Lumepán, los Maios, las Cruces de Mayo…, restos quizá de un folklore agrario de origen neolítico, celtizado y cristianizado.

 En el caso del Corpus peninsular, la primera noticia que tenemos de la existencia de tapices y decoraciones vegetales procede de Barcelona, donde en 1323 el Consell del Cent instó en un pregón a los vecinos para que acudiesen a la procesión con cirios y limpiasen las calles, adornándolas con enramados y tapices de juncos:

“… se previene a los vecinos de las calles de la carrera que barran y siembren juncos, y enramen, aderecen y adornen los frentes de sus casas como mejor pudieren, en honor de Dios y de la dicha fiesta” [trad., AHCB, Llibre del Consell (1B.I-08), f. 29v].

 Más tarde se introdujeron las plantas aromáticas y las flores, que se sumaron con sus olores al espectáculo sensorial de las procesiones, a la música, las danzas, los decorados y las representaciones teatrales. En Sevilla, por ejemplo, desde 1510 están documentadas hierbas como la juncia, el arrayán y otras plantas como la espadaña, tradición de hierbas aromáticas que se ha mantenido en el Corpus de la ciudad hasta nuestros días.

 En Galicia tenemos noticias en Santiago desde finales del siglo XVI. Allí el gremio de los pasteleros no desfilaba en la procesión pero sus miembros se encargaban de decorar el recorrido urbano de la misma. En 1596 embellecieron con enramados y flores la fuente de la plaza del Campo y armaron un castillo de papel con cohetes que estallaron al paso del Sacramento. La costumbre de adornar las fuentes con flores, frutas, telas y guirnaldas para el día del Corpus fue frecuente y aún se practica en Barcelona, donde además se coloca el cascarón de un huevo sobre el surtidor de la fuente de la catedral para que se mantenga girando sin caerse (L'ou com balla), costumbre que quizá exista desde 1440. En las villas gallegas todavía se decoran las fuentes en lugares como Ribadavia o Meira, pero lo más frecuente es adornar los cruceiros y colocar altares delante de ellos como se hace en Artes (Ribeira), Rianxo, Laza, Laxe, Vilardevós, Miño, Calo (Vimianzo) y O Hío (Cangas).

 En Ribadavia en los años 1557-59 consta en los libros de actas municipales que el Ayuntamiento corría con los gastos de limpieza y adereço de la custodia, así como de alinpiar y enrramar la plaça con ramos y cintas. En Lugo, en el siglo XVII, los vecinos arrojaban a la calle, al paso de la custodia, llevada bajo palio por el clero catedralicio, flores, fiuncho y espadaña, y en 1602 consta que fue el Ayuntamiento el que encargó "ramos y espadañas para fiesta del Corpus de este año" (AMLU, Libro de actas capitulares 1599-1606, fol. 233v). También en Ribadeo, Tui o Allariz constan en los siglos XVII y XVIII la existencia de enramados y los pagos que se hacían por ellos, y en Pontevedra las alfombras, de lirios e hinojo, sin diseño artístico, están documentadas en el Corpus de 1658.

Sabemos que todavía a mediados del siglo XX en muchos lugares (Verín, Chantada, Begonte…) una vez terminada la procesión los vecinos recogían las espadañas y hacían ramos que colgaban en sus casas como amuletos que protegían de los rayos, algo que se sigue haciendo con las ramas de las alfombras de otras fiestas religiosas como la de San Juan Bautista y la Virgen del Carmen en Burela. Parece claro que estos tapices vegetales evolucionaron hasta convertirse en las alfombras artísticas actuales, las cuales no surgieron “para tapar los baches” como se afirma popularmente en algunos lugares.

 

Las alfombras actuales

 En la actualidad se hacen alfombras con diseño artístico para el Corpus en varios lugares de Europa además de España (Italia y sus infioratas, origen probablemente de todas la europeas, Polonia, Portugal, Alemania), y de América (Perú, Brasil, México y Colombia). En España se afirma que las primeras fueron las que hicieron en La Orotava (Tenerife) doña Leonor del Castillo Monteverde y sus amigos en 1846-47, de las cuales se conserva el boceto artístico (cf. Foto).

Galicia es en nuestros días uno de los grandes centros del alfombrismo peninsular y europeo, con un centenar de localidades en las que se hacen alfombras artísticas, en la mayor parte los casos para el Corpus pero también para fiestas patronales. Probablemente las más antiguas del Corpus, y, sin duda, las más famosas en la actualidad son las de Ponteareas (Pontevedra), documentadas en 1857 en la calle de San Gregorio, aunque parece que entonces se trataba todavía de alfombras sin diseño artístico: “en parte flores, hierbas aromáticas y más que se acostumbra en la solemnidad del día”, dice Fray Felipe Estévez en un informe al obispo de Tui. En la villa, sin embargo, la tradición popular atribuye el origen de las alfombras a la iniciativa de un vecino de la calle Real o de Abajo llamado Pepe de Juan, y se ha pensado también en una posible influencia canaria.

 En las alfombras del Corpus ponteareano parece que al principio solo se utilizaban elementos vegetales, pero con el paso de los años se pretendió llegar a cubrir todo el recorrido de la procesión y se empezaron a utilizar usar serraduras teñidas con anilinas de diversas tonalidades, obtenidas de los numerosos aserraderos de madera que existían en la zona, combinadas con los materiales vegetales tradicionales.

 En la segunda mitad del siglo XIX debieron de empezar a hacerse los primeros dibujos, mayoritariamente de carácter geométrico en forma de grecas, cenefas, palmetas, rosáceas, etc… que tenemos documentados en fotografías desde 1910. La confección de las alfombras era entonces algo espontáneo, fruto del entusiasmo de los vecinos: mujeres y niños deshojaban las flores mientras los hombres diseñaban, en secreto, la ornamentación de la alfombra. Ni la Iglesia ni el Ayuntamiento promovían la realización de los tapices, y en las fotografías apenas se ven curiosos contemplándolos lo que parece indicar que su trascendencia era puramente local.

 En 1945 deja de organizar el Corpus la Cofradía del Santísimo, asumiendo ese cometido una comisión de vecinos que desde 1947 se propuso relanzar la fiesta y difundirla en la prensa y la radio, además de historiarla por medio de la revista Pregón. En 1955 el diario madrileño ABC le dedico a las alfombras de Ponteareas su primera página, con fotografía a toda plana de S. Vidal, y los visitantes comenzaron a llegar. Paralelamente se incrementó la calidad del diseño de las alfombras y surgieron alfombristas especializados como Luciano Doval Mera, el cual dejó un copioso legado de decenas de diseños y bocetos que durante 50 años (de 1952 a 2006) realizó para la alfombra de la Plaza Mayor (cf. Foto). En esa época aparecen los motivos figurativos, de temática religiosa o de carácter gallego, en los que se trabajaba también con semillas, moliendas, etc. En 1968 la fiesta ponteareana fue declarada de Interés Turístico Nacional, pero parece que en los años 70-80 hubo un cierto decaimiento. En los 90 se revitalizó y desde entonces no ha dejado de crecer en prestigio, en número de visitantes y en la extensión de las alfombras que en la actualidad sobrepasan el kilómetro de longitud, lo mismo que en Celanova o en Burela, localidades que compiten con Ponteareas por el record gallego.

 De principios del siglo XX son las primeras noticias de las alfombras del Corpus de Bueu, otra de las localidades gallegas en las cuales el alfombrismo tiene cierta solera. Un artículo publicado en el periódico quincenal local El Adelanto el 1 de junio de 1913, decía, describiendo el Corpus de la villa, que: "Flores, incienso, espadañas, son finos aromas que arroban el espíritu hacia Dios. Música y gaitas, fuegos de artificio, volteo de campanas son explosiones de vívido entusiasmo...". Es la primera referencia a las alfombras, que entonces eran probablemente sin diseño artístico y que parece no se generalizaron hasta la década de 1940-50 cuando se asfaltó el camino de Ramón Bares y se introdujo en las alfombras el serrín de las carpinterías de ribera teñido con anilinas.

 En O Barco se afirma que las alfombras ya se hacían a principios del siglo XX, pero no hay pruebas de que fuesen con diseño artístico. En Noia están documentadas en los años 30 del siglo XX, de espadañas y pétalos de flores, no está claro si con diseño. Melide y A Pobra comenzaron a hacerlas a mediados del siglo XX, y localidades como Redondela, con una sólida tradición de celebraciones en el Corpus, solo tiene documentadas las alfombras desde 1950, primero compuestas simplemente de espadañas y flores extendidas por las calles, y con diseño artístico desde 1965. Otra villa gallega famosa en la actualidad por sus alfombras es Ares (A Coruña), pero solo se hacen desde 1986; en los años 70 del siglo XX están documentadas las de O Grove, Corrubedo y Malpica; de la década de 1990 data la costumbre en Cordeiro (Valga), San Cosme de Antes (Mazaricos), Fontecada (Santa Comba), Xunqueira de Ambía (Allariz) y algunas otras localidades, pero el resto de las alfombras gallegas actuales comenzaron a hacerse a finales del siglo XX o ya en el XXI, muchas de ellas en un intento de emular lo que se hacía en Ponteareas y en varios casos con el asesoramiento y la colaboración de los alfombristas ponteareanos.

 

Sal y conchas

Hemos visto que además de flores, paja y ramas, en la confección de las alfombras del Corpus se utilizan serrines, arena, semillas, piedrecitas y, en algunos casos también sal, blanca o teñida, y conchas, especialmente de vieiras, berberechos y zamburiñas como sucede en Bueu o Cerponzóns. Las alfombras de sal son más frecuentes en las zonas costeras pero últimamente se han introducido también en el interior (Verín, por ejemplo), y no son, por supuesto, exclusivas de Galicia ya que se confeccionan en otros muchos sitios, siendo famosas las de Arrecife (Lanzarote). En Galicia se hacen en la actualidad en A Guarda (tradicionalmente en la Rúa da Ribeira), en Caión (A Laracha), Boiro, Cambados, Cangas, Bueu, Viveiro, Redondela… etc.

 

 

  

Base de Datos con noticias de    localidades gallegas en las que se celebró, o se celebra, la fiesta de Corpus con aparato espectacular.

 

 

Diseño de la alfombra de 1847 en La Orotava (Tenerife)

 

 

 

 

Diseño de Luciano Doval para una alfombra de la Plaza Mayor del Corpus de Ponteareas

 

 

 

 

Infiiorata de Pitigliiano (Toscana). 2014.

 

 

Alfombra de las fiestas de la Virgen del Carmen y S. Juan Bautista en Burela

 

 

 

 

 

 

 

 

Alfombra de sal y flores en Cangas do Morrazo

 

 

 

Alfombra de sal en Verín

 

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