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Máscaras en el Corpus
gallego
Además
de los personajes que representaban a Santos y Apóstoles en las
procesiones, los cuales solían llevar caretas adecuadas, salían en el
Corpus gallego un variado grupo de máscaras diabólicas y/o burlescas
denominadas céntulos, felos, fenos, fetoiros, gamachiños, choqueiros,
demos..., cuya función era abrir paso al Sacramento, espantar a la
chiquillería, tirar de la Coca
(de la Nao en Pontevedra), luchar simbólicamente con el mayordomo
de la cofradía (en Betanzos, Pontevedra y Baiona) o, simplemente, hacer diabluras y
piruetas. Normalmente llevaban vejigas de vaca infladas para golpear a
la gente, o tenazas extensibles de madera rematadas con cuernos de
cabra, con las cuales quitaban los sombreros a quienes no se descubrían
al paso de la procesión.
Dichas máscaras se
justifican como materialización de la eterna lucha entre el bien y el
mal, y no son, por supuesto, exclusivas del Corpus gallego: las hubo en
las procesiones de buena parte de Europa y de la América
hispano-portuguesa y todavía perviven algunas, generalmente trasladas al
Carnaval o a otras fiestas (Diablos de Luzón (Guadalajara), Diabletes de
Teguise (Lanzarote), Colacho de Castrillo de Murcia (Burgos)...
etc.).
En Galicia solo el céntulo de
la Coca de Redondela -que no tiene carácter diabólico- sobrevivió hasta
nuestros días, y alguno como el gamachiño de Betanzos se recupero en los
años 60. El resto desaparecieron con las prohibiciones borbónicas, o se
desplazaron al Carnaval o a otras procesiones religiosas como el
Irrio o Felo de la de la procesión de la Virgen de los
Remedios de Castro Caldelas, o el Meco / Felo de A Ermida
(Quiroga).
En 1570 tenemos
documentado el Feno o Demo que salía en la procesión del
Corpus de Verín (Ourense), el cual encabezaba el cortejo huyendo del
Sacramento y espantando a la chiquillería. O demo, representado
en 1570 por el vecino Pedro Faix, iba vestido con calzas y jubón
oscuros, llevando un rabo de vaca a modo de cola, brazos y manos
cubiertos de hollín, cuernos de carnero y un "horrible mascarón a la
romana, de rasgada boca y flumíneos ojos". Hacía diabluras en los
entreactos al son de la música del gaiteiro Pedro Pérez, llevando un
especie de tenazas extensibles con las cuales quitaba los sombreros a
quienes no se descubrían y propinaba pescozones a los chiquillos
. Por las mismas
fechas está documentado el céntulo de Baiona (Pontevedra), que tiraba de
la Coca de los vecinos de Sabarís y bailaba libremente en la Danza de
Espadas haciendo mofa e importunando al director de la danza
,
y los diablos que salían en el Corpus de Ourense
.
De
principios del siglo XVII son las primeras noticias sobre la presencia
del céntulo y el choqueiro en las procesiones de Redondela (Pontevedra).
Al parecer en origen eran un cortejo de 7 u 8 sentulos a los que
se denominaba también fenos, diablillos y diabletes, que en el
siglo XIX eran ya solo dos, convertidos en Mayordomos de la Coca.
Su nombre puede hacer referencia a latín centunculus (ropa
remendada de varios colores), o centoculos (que tiene cien ojos).
En el siglo XVII consta que levaban máscaras y ropas estrafalarias y que
el papel se heredaba, casi por obligación, de padres a hijos. La
denominación choqueiro alude sin duda a que llevaba chocas,
cencerros de metal que sonaban cuando corrían, voz que es frecuente en
Galicia (A Coruña, comarca do Salnés, Pontevedra...) para referirse a
máscaras desharrapadas y con esquilas, cascabeles o cencerros
.
También del siglo
XVII son las primeras referencias conservadas sobre el céntulo del
Corpus de Pontevedra, el cual era un hombre disfrazado con careta y
cuernos, vestido con un traje de lienzo a rayas negras y amarillas,
pintado con sapos, lagartos y culebras. Llevaba vejigas de vaca infladas
para golpear a la gente y bailaba sin orden en la Danza de Espadas de
los mareantes, burlándose e importunando al director de la danza, además
de tirar de la Nao del Corpus y/o de la Tarasca o Coca. Los
choqueiros pontevedreses parece que eran algo similar, u otro nombre para referirse
a la misma máscara, aludiendo su denominación a las chocas que hacían
sonar. Los céntulos eran probablemente de fuera de la ciudad, si atendemos a lo que
dice el Padre Sarmiento en sus Coplas de Perucho e Maruxa. Consta
que en Pontevedra la función del céntulo se consideraba infamante y que
el que la ejercía no debía de ser reconocido, ya que si lo era recibía
luego las burlas de los vecinos por la calle: "Levou as chocas...
Fixo o centulo!". Evidentemente no había voluntarios para hacer el
papel y la cofradía de San Miguel, del gremio de Mareantes, tenía que
pagar generosamente y vestir al céntulo
.
En Betanzos, los
informes de los visitadores arzobispales de 1604 y 1609 describen en la
procesión del Corpus, y lo prohiben, al fetoyro o gamachiño,
diablo cómico que hacía piruetas y diabluras en la procesión y luchaba
simbólicamente con el mayordomo de la cofradía de San Sebastián. También
llamado "demachino" y "gamachino", actualmente (desde
1969) acompaña a la danza de los marineros y lucha con el director de la
danza (cf. Foto), y en pasadas centurias formaba parte del cortejo que
el gremio de mareantes aportaba a la procesión del Corpus. En la visita
que en 1604 hizo a la parroquial de Santiago Fray Francisco de Vera,
Obispo de Medauro, dispuso que en la procesión del Corpus no se "permitan
los demachines que andan aquel día en la dicha procesión", lo cual
demuestra la participación de al menos dos gamachiños en la comitiva. La
prohibición no se cumplió ya que en el Libro de cabildos del
gremio de mareantes se especifica en un inventario de 1678 la existencia
de "La máscara del gamachino con su vestimenta", y en el
cabildo celebrado el 25 de Abril de 1695 figura "La bistimenta del
fetoyro con su máscara"
.
En Monforte también
debieron de existir máscaras similares, ya que durante las fiestas que
el Colegio de la Compañía de Jesús hizo en la consagración de la iglesia
nueva de Nuestra Señora de la Antigua el 4 de agosto de 1619, los
gremios ejecutaron sus danzas del Corpus (gitanas, palos, labradores..)
y salieron además unos felos: “Dio fin a estas danzas una [de]
demoños con vestidos y máscaras de pellicos muy propios, no lo siendo
menos las acciones, y menos que, por ser tan ridículos, hacían perecer
[de risa] a los que les miraban”
.
En la procesión del
Corpus de Ribadavia salía, al menos desde 1777, el Feno, hombre
disfrazado de demonio alborotador, con cencerros en la cintura y una
vejiga de cerdo hinchada con la que golpeaba a los espectadores abriendo
paso a la procesión hasta la iglesia de Santiago, en cuyo atrio esperaba
hasta la salida de la misa
. La
máscara estaba encomendada al gremio de los horneros/panaderos al igual
que el feno de Allariz, documentado desde el siglo XIX
.
También del siglo
XIX son las noticias de figuras similares en las procesiones del Corpus
de Bouzas (Vigo). Según el visitador de 1825, además de
penlas y otras
danzas gremiales, salían unos enmascarados que hacían una pantomima
:
“Antes
de éstos (los danzantes gremiales) entra uno enmascarado, con una
banda de lino colgada a las espaldas, vestido con alba, que siempre
la sacan de la Iglesia, y descalzo, dando quites desentonados como
de un bravo toro, puesto en medio de otros dos, también
enmascarados, en figura, según su modo, de traer preso al otro, pues
traen dos espadas sobre él y pegan los mismos pulos al aire en el
que dicen “¡salta Clara!”.
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Gamachiño de
Betanzos luchando con el mayordomo de la cofradía de S. Sebastián
Choqueiro
de Redondela según Martínez Crespo.
Máscaras,
antigua y copia moderna, del Meco de la fiesta de la Virgen de
los Remedios de A Ermida (Quiroga, Lugo).
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