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Ribadavia
En Ribadavia, la
antigüedad del Corpus se ha querido remontar al siglo XV basándose en
las noticias de las Constituciones Sinodales del obispado de Tui,
del obispo Diego de Muros (1482) que mencionan el día del Cuerpo de
Nuestro Señor entre las fiestas de precepto celebradas en la diócesis
tudense, de la que Ribadavia era la segunda villa en importancia.
Las noticias más antiguas se conservan, sin
embargo, en los Libros de acuerdos municipales del siglo XVI en
los cuales consta que el ayuntamiento corria con los gastos de limpiar y
enramar la Plaza Mayor, y aderezar las andas procesionales con flores y
cintas de colores. El concejo invitaba a comer ese día a los
frailes de Santo Domingo y pagaba también el incienso y a músicos y danzantes (seis
reales cobraron los dançadores de l’Arnoya en 1554). Consta
también que en 1559 la villa ofreció a los dominicos una limosna
para ayudar a la restauración de la custodia de plata que se había roto
en la procesión del año anterior. Las primeras Ordenanzas de la
procesión que se conservan son de 1579,
aunque en ellas se hace constar que en buena parte son anteriores a
1517 y se afirma que el orden procesional es el que siempre se ha tenido y guardado, lo
que permite pensar que, efectivamente, las procesiones se celebraban en Ribadavia desde finales del siglo XV.
En 1615 consta la existencia de una Cofradía de San Jorge a la que
pertenecían todos los artesanos de la villa sin distinción de gremios,
cuyos miembros tomaban parte en la procesión con sus pasos, coca, penlas
y danzas. En 1627 el Sínodo tudense de Pedro de Herrera establece la
obligatoriedad de celebrar la fiesta en todas las feligresías y lugares grandes del obispado, y en el caso de Ribadavia se ordena la participación de todas las parroquias de la villa
con sus cruces, de los frailes dominicos y de varias feligresías de los
alrededores, saliendo la procesión de la parroquia de Santiago en la que
tenemos documentada desde 1793 la existencia de una Cofradía del
Santísimo Sacramento.
La obligación de los dominicos de acudir a la procesión
no fue bien acogida por los miembros de la orden, celosos ya que los
franciscanos estaban en principio exentos por depender del obispado de Ourense y no del de Tui. Esta circunstancia fue motivo de numerosas
disputas y pleitos cuya documentación proporciona abundantes datos sobre
la naturaleza de las celebraciones.
En los documentos del siglo XVIII se mencionan gigantes,
penlas, músicos –gaiteros y tamboriles-, danzas, la Coca o Becha
y corridas de toros en la Plaza Mayor. Salía también en la procesión el
Feno de los horneros
, diablo cómico con chocas similar a
los gamachiños de Betanzos o los céntulos de Pontevedra y existente, con
la misma denominación, en Allariz:
"Sale
la Villa formada de su Ayuntamiento de dicha Iglesia de Santiago
para la procesión (…), el Alcalde con sus dependientes se vienen a dha. plaza, y de ella sale con los
Gigantes un músico (…) y
de vuelta se vienen al Ayuntamiento con Gigantes, penlas y
toda la tropa".
Por lo
que se refiere a la existencia de representaciones teatrales en la
villa asociadas a la festividad del Corpus, no tengo noticias de su
existencia, aunque sí las hay, desde 1693, de las que tenían lugar
en las fiestas de la
Virgen del Portal, patrona de la localidad. Lo que sí consta
en el Corpus ribadaviense es la escenificación, en el campo de Santo Domingo, de la lucha
entre San Jorge y el dragón (la Coca o Becha), imagen del
demonio que en la villa se decía que moraba en las profundidades del
río Avia. |
Los
gigantes
de Ribadavia en 2007. Actualmente salen en las fiestas del Portal,
pero su origen está en las procesiones del Corpus en las que están
documentados desde ca. 1736.
Iglesia de
Santo Domingo de Ribadavia, en cuyo campo tenía lugar la lucha en San
Jorge y la Becha-dragón.
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