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Betanzos
En Betanzos, conocemos con detalle
la estructura de la procesión del Corpus por la documentación de un
pleito de 1603 que la
describe minuciosamente (Archivo
del Reino de Galicia. Legajo 1722.17) y por las disposiciones condenatorias de los
visitadores diocesanos que la vieron en 1604, 1609 y 1642. Sin embargo, las
procesiones eran en la villa una costumbre muy anterior, al menos del siglo XV
ya que en el Libro de fundaciones de la parroquia
de Santiago (fol. 8) se registra la donación de una custodia para la procesión
en 1443:
"En el primero día de Agosto del año del nasçimiento de
Nuestro Señor Jesu Cristo de mill y quatro cientos y curenta y tres anos
Alonso Yanes da Ponte Noba palmero vezino desta cibdad de Betanços, hizo
donaçion a la dicha confraria de la custodia de plata dorada para que la
cleresia llebasen en ella el Corpus Domine en la procesión de Corpus
Christi de cada un año para sienpre jamas...".
El documento de 1603
indica que el orden procesional se había mantenido sin cambios dende
tienpo inmemorial a esta parte, y en cualquier caso, en el siglo XVI la procesión debía de estar ya
completamente desarrollada, según se deduce de la documentación de los
conflictos de protocolo entre gremios (1593) y de las referencias a la
misma en las
Ordenanzas del gremio de zapateros de 1596 que mencionan en pasado
al camello y los juegos y representaciones, a los que los visitadores
del siglo XVII califican de antiguallas. En el siglo XVI se hizo una
nueva custodia procesional, la que hoy se conserva en la iglesia de
Santiago, y varios documentos se refieren a la cofradía de Corpus
Christi Minerva y a las danzas gremiales,
por lo que podemos pensar que las descripciones de los visitadores
reflejan una situación existente al menos desde mediados del siglo XV.
La procesión salía de la parroquia de Santiago e
intervenían en ella los gremios con sus danzas (de arcos, de espadas, de
gitanas...), la Tarasca (camello
la llamaba el pueblo porque tenía gibas y así la denominan los
visitadores), justadores con palos de la cofradía de San Pedro, los doce Apóstoles
y Cristo con máscaras… y curiosos personajes como
los gamachiños
. Los entremeses consistían en una
representación del martirio de San Sebastián
que era juzgado por un tribunal, condenado y asaeteado por unos
flecheros, al tiempo que un ángel lo confortaba. Los visitadores hablan
también de hombres a caballo jugando a los dados, probablemente simbolizando a los sayones echando
a suertes la túnica de Cristo, tal y como suele representarse el
episodio en el arte. Veamos la descripción del visitador de 1609
publicada por Pérez Costanti:
“Otro si por quanto su merced fue
informado que en la procesion que se hace el dia de Corpus se usaban
ciertas antiguallas, las quales mas profanaban la dicha procesion que la
santificaban, demás que no son conformes a nuestra rrelixion christiana
ni a la devocion que se debe de llebar, en semexantes actos, antes la
quitan y provocan a irrision de tan alta solemnidad: porque los cofrades
de San Pedro ban en la procesion jugando doblones a los dados, y otros,
so color de justadores, se dan de palos, y estos abusos hacen estando a
caballo delante del Santisimo Sacramento, estando la custodia parada, y
otros que llevan flechas y hacen que un hombre represente a San Sebastian y en la procesion hacen que se detenga el Santisimo Sacramento, y que tiran las flechas y ponen unos juezes para
sentencialle y fingen que biene un angel a confortar al que representa
San Sebastian, todo lo qual es digno de remedio por las causas arriba
dichas y por otras que mobieron a su merced. Atento lo qual mandaba y
mando que de aqui adelante los mayordomos de la cofradia del Señor San
Pedro y a los del Señor San Sebastian y a los de San Jorge, a los que al
presente son y adelante fueren, y a todas las demas personas a quienes
lo susodicho toca o tocar pueda en qualquiera manera, no saquen en la
dicha procesión los dichos juegos ni jueguen los dichos dados ni bayan a
caballo, ni hombre que represente a San Sebastian, ni jueces que lo
juzguen ni los demas abusos que solian sacar... Y lo cumplan so pena de
ex comunion y de cinquenta ducados a cada uno que lo contrario hiciere,
en que desde luego les ha por condenados, los quales aplicaba y aplico
para gastos de guerra que Su Majestad hace contra ynfieles; y encargo su
merced al corregidor y Justicia ordinaria desta ciudad y a los Rectores
lo agan cumplir y executar las dhas penas a los que lo quebrantasen y
los dichos Rectores y clerigos que fueren en la dicha procesion se buelban con ella a la iglesia...”.
El visitador de 1604,
el jerezano Fray Francisco de Vera, Obispo de Medauro y auxiliar de
Compostela, no es tan prolijo en la descripción pero proporciona una
noticia muy interesante sobre el gamachiño (también conocido
como fetoyro), personaje enmascarado de
carácter diabólico pero con rasgos cómicos que salía en la procesión
espantando a los curiosos que se acercaban demasiado a las imágenes o al
Sacramento, acompañado de una corte de demachines. Naturalmente la mención de Fray
Francisco es para condenar la costumbre cuya realización estaba a cargo
del gremio de mareantes que integraba la cofradía de San Miguel: no se permitan los demachines
que andan aquel día en la dicha procesión, pero al parecer su
prohibición cayo en saco roto ya que aunque no los mencionan los
visitadores de 1609 y 1642, en las cuentas del gremio de mareantes de
1644 están anotados un pago de tres reales al gamachino y otro de
cuarenta y seis por la máscara del gamachino y pintura de los arcos,
y en los inventarios del mismo gremio de 1678 y 1695 consta la
existencia de la máscara del gamachino con su vestimenta y la
bistimenta del fetoyro con su máscara.
Los gamachiños, como los céntulos
de Pontevedra, el feno de Ribadavia y Allariz y otras máscaras
similares, debieron de ser muy abundantes en las procesiones gallegas
aunque fueron desapareciendo por la presión de la jerarquía eclesiástica
que desde finales del siglo XVI se propuso desterrar de las festividades
religiosas estas intrusiones profanas (en el caso de Betanzos en 1756
se prohibieron los demachines pero se mantuvo algún tiempo el
fetoyro que debía de ser un miembro individualizado del cortejo de
los diablos: "[No] ba choquero alguno mas que uno en la de San
Miguel...". Quizá algunas de las máscaras
carnavalescas actuales tengan su origen en las antiguas del Corpus y
todavía perviven en algunas procesiones religiosas como las de la Virgen
de los Remedios de A Hermida (Quiroga), en la que sale el meco,
o de Castro Caldelas, en la que sale el Irrio,
máscara religiosa con careta de madera barbuda que goza de los mismos
privilegios de inmunidad física y derecho de exacción a los tenderos de
los que disfrutan los peliqueiros del carnaval, con los que
coincide en los castigos físicos que inflige al público, que no puede
defenderse de obra aunque sí de palabra.
Interesante desde el punto de vista de la
historia del teatro y del espectáculo era la representación de una
pantomima en el campo de San Roque en la que la coca o camello era
derrotada por San Jorge en una justa, como sucedió en Redondela,
Santiago, Ourense y otros lugares y aun se hace en Monçao (Portugal). El
camello
brigantino era, según los datos de un documento de 1765, de cuerpo
flexible, y lo llevaban cuatro muchachos cuyas piernas sobresalían por
debajo como los dragones de tela chinos, encargándose el primero de
mover la cabeza y manejar el mecanismo que le permitía abrir y cerrar la
boca. Tenía al parecer tres jorobas en una de las cuales cabalgaba el
muñeco Juan Ynfante. Iba acompañada de guardias, pajes y un Rey,
siendo tradición que al llegar la procesión al campo de San Roque, la
coca y su cortejo se apartasen de la misma y, mientras se cantaba el
Te Deum y otros himnos religiosos, ellos descansaban en una casa de la plaza
cuyos propietarios tenían por costumbre ofrecerles bebidas, sillas y
hasta una cama para el Rey.
La Coca de Betanzos
está documentada desde 1596 en las ordenanzas del gremio de los
zapateros, en las cuales se menciona como costumbre antigua. Por
lo que se refiere a la representación de la lucha con San Jorge, tenemos
la primera descripción en las notas del párroco de Tiobre, Manuel
Antonio de Verín Pérez Seixas, al
Compendio historial de Galicia de Fray Pedro de Santa María (1660).
Pérez Seixas, en la segunda mitad del siglo XIX, habla del asunto en pasado:
En esta ciudad de
Betanzos aún falta notar otra cosa relativa a lo que sucedía el día
de Corpus, y era: En medio de la procesión del víspera iba uno
vestido de cota, y morrión a caballo, y con lanza en mano: en cierto
paraje aguardaba uno, que llevaba la figura de una serpiente (llámase
tarasca) y al pasar, hería con la lanza esta figura: lo que
representaba a San Jorge, cuando mató la serpiente que hacía
estragos en la gente.
Como en otros
lugares de Galicia, en el Corpus salían también los
Gigantes, al menos desde el siglo
XVIII ya que sabemos que en 1756 se intentó prohibir la danza que
realizaban en el atrio de la iglesia de Santiago al regreso de la
procesión.
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Custodia de la Iglesia de Santiago de
Betanzos (Guillermo de Gante y Bernal Madera, ca. 1586)
Gamachiño de
Betanzos
Foto de Masaca en
Vales Villamarín
Máscara del
Irrio de la procesión de la
Virgen de los Remedios de Castro Caldelas
La Coca o
Camello medieval
de Betanzos.
Reconstrucción
según Alfredo Erias
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