www.teatroengalicia.es 

 Julio I. González Montañés ©

  Presentación Página de Inicio Textos Mapa Bases de Datos El autor Otras Webs

 

Teatro profano
Juglares
Juglaresas
Obispillos
Teatro de Carnaval
Fiestas y Romerías
Cantares de ciego
Entremeses populares

 

 

Combate de Roldán y Ferragut. Capitel de la fachada del Palacio Ducal de Estella (Navarra). Siglo XII.

 

 

 

Caballero tocando un cuerno ¿Roldán? Capitel del presbiterio de la iglesia de San Miguel de Moreira (Silleda-PO). Siglo XII.

 

 

 

 

El Ataque  de A Saínza antes de 1957 (Vida Gallega, nº 728, p. 24)

 

 

 

 

 

 

Disputa del Moro y el Cristiano en A Franqueira (A Cañiza, Pontevedra). Foto de Vítor Vaqueiro en GONZÁLEZ REBOREDO (1997).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mouruás (San Xoán de Río-OU)

 

 

 

 

Mouriscados (Mondariz-PO)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Xenerais de Merza (Vila de Cruces). Foto: El Correo Gallego.

 

 

Representaciones de Moros y Cristianos

 

   Las Fiestas de Moros y Cristianos están muy extendidas por toda la Península, y aunque las más conocidas se encuentran en la zona levantina (Alcoy, Alicante…) y andaluza (Granada, Cádiz…), se conservan todavía siete en Galicia y hay noticias de la existencia de otras veinticinco más, en la actualidad desaparecidas. Las luchas rituales entre dos bandos son uno de los complejos festivos más extendidos por todo el mundo, pero es probable que las fiestas de Moros y Cristianos peninsulares tengan su origen remoto en los torneos y mêlées que tenían lugar en las grandes festividades reales y nobiliarias de la Edad Media, y en los alardes militares instituidos para conmemorar victorias bélicas y como entrenamiento para las milicias ciudadanas. En sus comienzos fueron probablemente rituales de conquista, -así parecen indicarlo las primeras noticias que tenemos de las fiestas (Lérida 1150, Zaragoza 1300, Ceuta 1309, Valencia 1373 y la Crónica de Lucas de Iranzo 1462)-, transformándose en la época de los Austrias en un festejo cortesano, mezcla de juego y drama, y pasando luego a las fiestas populares donde se convirtieron en farsa.

   En Galicia fueron abundantes hasta hace pocos años, especialmente en el sur del país (las hay también en el norte de Portugal), y todavía perviven algo más de media docena, representadas anual o esporádicamente (Laza, A Franqueira, A Saínza, Trez, Retorta, Mouruás y Mouriscados). Además, gracias al trabajo etnográfico de Vicente Risco, Xesús Taboada Chivite, X. M. González Reboredo y otros,  tenemos noticias y descripciones de más de una veintena, hoy desaparecidas (Bentraces, Redemuiños, Magros, Vilanova de Arousa...) (cf. la Base de Datos). El primer testimonio de su celebración lo tenemos en el Corpus de Santiago en 1570 y el segundo en el Corpus vigués de 1628, en el cual los sombrereros de la ciudad representaron un regocixo, vestidos en ábito de moros (…) con sus arcabuces y flascos (…) llevando su atambor que baya tocando delante .

También en el contexto del Corpus se celebraron, según Neira Cancela, fiestas semejantes en Ponteareas y Ribadavia. Sin embargo, en los ejemplos modernos documentados la representación ya no aparece vinculada a la fiesta del Sacramento, como sucede en los casos más antiguos, sino que se integra en las fiestas patronales, especialmente en las del Apóstol Santiago, pero en los textos hay frecuentes referencias a la defensa del Divino Sacramento y a Jesús sacramentado (Retorta) lo que lleva a pensar que el origen de muchas podría encontrarse en el Corpus. En varios casos la tradición popular gallega habla de una rememoración de la legendaria Batalla de Clavijo, en la que Santiago habría ayudado a las tropas cristianas de Ramiro I frente al enemigo musulmán, lo que establece una conexión con el teatro jacobeo y permite pensar que la historia de Señor Santiago a caballo como cuando fue lo del Rey Ramiro, que llevaban los azabacheros en el Corpus compostelano de 1570 era en realidad una representación de Moros y Cristianos en la que intervenían también los herreros con cuarenta o cincuenta arcabuceros con sus flascos e polvera todo puesto por su orden y muy bien adrezados.

 En los textos gallegos conservados de Mouruás y Redemuiños se encuentran alusiones a la legendaria Batalla de Clavijo, al no menos legendario Tributo de las cien doncellas, y a las historias y personajes del ciclo carolingio medieval (Carlomagno, Roldán, Oliveros, Reinaldos, Balán, Fierabrás, Ferragut...), historias que fueron muy populares por toda Europa y que sabemos fueron conocidas en Galicia, León-Zamora y el norte de Portugal, zona en la que también tuvieron reflejo en el siglo XIX en las representaciones populares de Moros y Cristianos (Auto de Floripes y Auto de Santo António, ambos en feligresías de Viana do Castelo, y Comédia dos Doze Pares de França de Argozelo (Vimioso).

Dicha temática se inserta en el contexto jacobeo desde épocas tempranas (siglo XI), en relación con las leyendas franco-españolas sobre la expedición militar de Carlomagno en España contra los musulmanes y el descubrimiento del Camino de Santiago (Nota emilianense, Poema de la toma de Almería, Pèlerinage de Charlemagne, Chanson de Roland...). Un claro precedente literario medieval para las luchas de Moros y Cristianos gallegas se encuentra en el denominado Pseudo-Turpín (=Historia Turpini), relato del siglo XII recogido en Libro IV del Códice Calixtino de la catedral de Santiago, en el cual se incluyen dos Diálogos Moro-Cristiano que son evidentes precedentes de las disputas actuales: el Diálogo de Carlomagno y Aigolando antes de una batalla, que termina con la conversión y bautismo de los moros, y la famosa Disputa de Rolando y Ferragut, seguida de combate singular entre ambos y victoria del cristiano, justa de la cual tenemos abundantes referencias en la literatura y numerosas representaciones plásticas en el arte románico. Esta Materia de Roncesvalles siguió siendo popular en la Edad Moderna (romancero, Historia de Carlo Magno y de los Doce Pares de Francia...), y se popularizó todavía más en el siglo XVIII con las secuelas de la Historia de Carlo Magno y los pliegos de cordel que las transmitieron, lo cual explica la existencia de representaciones como las portuguesas citadas o la Danza de Carlomagno de La Baña (León), representada hasta 1948.

En el caso de Mouruás (San Xoán de Río ), intervienen en la representación por el bando cristiano: Carlomagno, Roldán, Oliveros y Reinaldos, lo cual establece una conexión clara con el Pseudo-Turpín y las historias de los Doce Pares de Francia, que forman parte de la leyenda jacobea desde la Edad Media, y hay pruebas de que en la zona la memoria popular mantuvo vivas las historias y leyendas medievales de Carlo Magno y los Doce Pares. Murguía en 1885 y Risco en 1946 publicaron dos testimonios de su pervivencia: las mouras convertidas en piedras de cuarzo blanco por "San Roldán" en Valdeorras, y la historia recogida de la boca de ancianos de Cambela (San Xoán de Río-OU): "[los moros] fueron vencidos por los Doce Pares de Francia, después de sostener muchas y heroicas batallas. El rey de los moros se llamaba Almirante Balán y el de los Doce Pares o cristianos se llamaba Carlomagno. Después de vencidos los moros, muchos de ellos se convirtieron, abrazaron la religión cristiana; éstos quedaron entre los vencedores y los que no quisieron convertirse, los mataron. El rey fue uno de los que no quiso convertirse y lo mataron. Después quedaron los Doce Pares de Francia, y los moros que se habían convertido, habitando y gobernando el país. Los moros dicen que eran hombres de mucha fuerza y muy robustos, que tenían grandes riquezas y tesoros encantados" [1].

Estas Historias fueron muy populares en Galicia, y todavía a mediados del siglo XX era frecuente la existencia de un ejemplar de la Historia del emperador Carlomagno y de los doze pares de Francia en las casas campesinas gallegas, según testimonia Bouza-Brey y, antes que él, el célebre Cura de Fruíme. Don Antonio Cernadas dice en 1762 que su sacristán tenía un libro de oraciones al cual "lo estima más que un montañés honrado la historia de los Doce Pares", y que en la Plaza de la Quintana de Santiago se vendían todavía en la segunda mitad del siglo XVIII pliegos de cordel con las historias de Roldán: "Divertime en mirar las niñerías / de las estamperías. / Veía a Don Roldán echar regüeldos / y a la infanta Teodora, / que, por cierto, es bellísima señora".

***

  Aunque como hemos visto existen indicios de la antigüedad de estas fiestas, ninguna de las actuales puede documentarse antes de mediados del siglo XIX, y los textos que hoy se utilizan en ellas, la mayoría en castellano, son también como mucho de finales del XIX y la mayoría del XX. De algunas sabemos que son recientes: la de Mouriscados,  por ejemplo, fue fruto de la iniciativa del párroco D. Xesús Hermida que en 1950 escribió el Romance que se recita en ella y promovió la representación , y el famoso Ataque de A Saínza, se relaciona con el canónigo ourensano D. Manuel Alonso Dorado (1804-75) que lo instituyó (¿o reformó?) hacia 1850 para cumplir una promesa hecha a la Virgen de la Merced de la villa si lo salvaba de un grave peligro al que se había visto expuesto con ocasión de un viaje por África . Demetrio Brisset señaló hace tiempo que es probable que las guerras de África de finales del XIX y principios del XX revitalizaran las antiguas representaciones de Moros y Cristianos, y en Galicia González Reboredo ha encontrado indicios de lo mismo en varios lugares, especialmente en Mouruás (San Xoán de Río-OU), donde uno de los moros de la Batalla es Muliabás, variante popular del nombre de Muley-el-Abbás, hermano del sultán de Marruecos durante la guerra hispano-marroquí de 1850-60 .

  En la mayoría de los casos las representaciones gallegas consisten en un enfrentamiento en grupo que incluye desfile de las huestes, diálogo entre cabecillas, lucha y victoria cristiana con la conversión de los musulmanes, aunque hay también casos de disputas entre solo dos personajes (A Franqueira, Mouriscados...). Suele utilizarse vestuario de ocasión más o menos adecuado, y en muchos casos caballos que montan los cabecillas de ambos grupos. Tenemos también algunos testimonios de la existencia de representaciones más complicadas con participación multitudinaria, cabalgata y utilización de barcos, bombas de palenque, música y castillos de madera como sucedía en Pontevedra en las fiestas patronales de San Bartolomé de acuerdo con los testimonios del Padre Sarmiento (ca. 1746) y de Xoan Manuel Pintos (ca. 1853) .

Este caso pontevedrés, ignorado en la bibliografía especializada sobre las fiestas de Moros y Cristianos gallegas, es de gran interés ya que documenta la única representación naval gallega de Moros y Cristianos, y explica la utilización de carros simulando naves en algunas representaciones posteriores del interior de Galicia (cf. Bentraces ). Dichos navíos moros o turcos se justifican, a mi entender, por el impacto que tuvo la presencia de piratas turcos y berberiscos en las costas gallegas desde el siglo XVII, de manera que en el imaginario popular los moros ya no venían del sur de la Península, como en la Edad Media [1], sino que llegaban en barco cruzando los mares.

Fray Martín Sarmiento en su Glosario en que se trata del origen, antigüedad, etimologías y esplendor de la lengua gallega, describe la representación pontevedresa en los siguientes términos:

"Las circunstancias del tiempo de la dicha feria eran muy singulares. Es patrono de Pontevedra San Bartolomé, y en cuyo honor hay allí una congregación de la gente más florida, y todos se esmeraban en costear cada año unas magnificas fiestas, con todo genero de regocijo, y a las cuales concurría la mayor parte de Galicia, y por regla general todos los ociosos de otras partes (...) Pero las dos fiestas de mar que concurrían al mismo tiempo eran privativas de aquel pueblo; una era la que llamaban morisca y se reducía a una batalla naval a vista del muelle y puente en una espaciosa playa. Se formaban dos escuadras, una de cristianos y otra de moros, adornados los pataches como si fuesen navíos de línea, y después, preparados al combate, acometían, disparaban, aferraban, etc., y siempre la escuadra de moros quedaba vencida, y destrozada y aprisionada su tripulación".

En la foliada 4ª de A gaita gallega (dedicada a Pontevedra), Xoán Manuel Pintos, que conocía las noticias de Sarmiento, intercala una descripción versificada de las fiestas patronales de la ciudad, que presenta como desaparecidas "no hace mucho". En ella se refiere también, con más detalle, a la naumaquia morisca mencionada por Sarmiento, que debió de pervivir hasta las primeras décadas del XIX. Pintos nos informa del uso abundante de fuegos y bombas de palenque, y de la existencia de un pregonero que probablemente narraba la batalla, terminando con el anuncio de la victoria cristiana y el apresamiento de los moros que, atados de manos, desfilaban en la procesión. Los versos que Pintos pone en boca del pregonero, entrecomillados, como cita, son en gallego; pero es imposible saber si eran realmente los que pronunciaba el pregonero, ni, de ser así, si eran originalmente en gallego o Pintos los tradujo:


«Ja os mouros van de vencida

Po los nosos mariñeiros.

Que levan rindo á bandeira

Do Santísimo Sacramento.
 

Velos ahí van po la Barca

Todos eles en cabelo

As mans atadas nas costas

Todos feitos prisioneiros.
 

Quedan no mar espallados

Mil encarnados chalecos

Anchos calzos, sabres combos

E mil turbantes luneiros».

 

 Otros casos interesantes de representaciones de Moros y Cristianos en Galicia que no mencionan los especialistas en el tema son los de la Batalla de Lepanto de Santiago (1571 ), las Comedias a la morisca (1707 ) y la Batalla de Clavijo (1789 ) de A Coruña, y los casos de Magros (Beariz, antes de 1930 ) y Santa Tegra de Abeleda (Castro Caldelas, ca. 1900 ). Tenemos también algunas noticias de la existencia de danzas moriscas en el Corpus de Ribadeo (1694 ), y de una representación de la Batalla de Clavijo con autómatas (ca. 1650 ).

 

***

 La representación más compleja que sobrevive en la actualidad es la de A Saínza (Rairiz de Veiga-OU), documentada desde mediados del siglo XIX pero que para algunos sería bastante anterior (Touceda Fontenla, Gil Atrio, Cebrián Franco...). Es dudoso, por la ausencia de datos documentales, pero de lo que no cabe dudar es de su teatralidad, con sus diálogos, cortos pero bien trabados, sus arengas y una notable escenografía que incluye un castillo de piedra que defienden los moros (según algunos una antigua tejera reconvertida, véanse fotos), vestuario adecuado, desfiles a caballo y abundante uso de la pirotecnia . Para Touceda Fontenla la escena final con los musulmanes prisioneros, humillados y arrepentidos postrados a los pies de la imagen de la Virgen de la Merced podría derivar de un antiguo Auto Sacramental, y sabemos que en el siglo XIX la representación tenía más ingredientes teatrales, hoy perdidos, como los llantos arrepentidos de los moros que movían la compasión del público que solicitaba el indulto de los cautivos, los cuales eran efectivamente perdonados e invitados a la comida de la romería.

***


  En relación con estas fiestas de Moros y Cristianos hay que poner las danzas denominadas mouriscas, probable estilización bailada de representaciones más complejas. Tenemos documentada una de esas danzas en el Corpus de Ribadeo de 1694 (cf. Ficha: ), y prueba de su asociación con representaciones de combate la tenemos en Vilanova de Arousa, donde la Cofradía del Sacramento, fundada en el siglo XVII, organizaba y costeaba, de acuerdo con sus Constituciones, una danza mourisca que debió de tener su origen en el Corpus (cf. Ficha: ). Según Sampedro y Folgar la componían doce hombres, vestidos, seis de ellos, de estopa o lienzo crudo castaño oscuro, con retales de tela de diferentes colores cosidos a ella, y tocados con una gorra en forma de casco abierto por delante. Los otros seis vestían pantalón blanco, fajas de seda y sombrero decorado con plumas. El Director se distinguía por llevar una coraza cubriéndole el pecho y, además, en una mano una pelica para abrirse paso y en la otra un palo largo decorado con flecos y telas de colores.

Terminada la danza, los bailarines se separaban formado dos filas enfrentadas, compuesta cada una por los vestidos de la misma manera, y, armados todos de espadas, simulaban un ataque (la Matanza) en el que los de seda y plumachos dejaban muertos a todos los moriscos (los vestidos de estopa).

Es probable también que las Mascaradas de Xenerais de la zona del Ulla a las que algunos han calificado, excesivamente, de Autos, tengan en su origen algún parentesco con las representaciones de Moros y Cristianos Consisten las mascaradas ullanas en una disputa, generalmente en castrapo aunque hay textos en castellano y gallego más o menos correctos, entre dos grupos de Xenerais representantes de diferentes parroquias que, montando caballos ricamente enjaezados, se encuentran (atranco  o alto) en un cruce de caminos después de enviarse embajadas (correos o lanceiros). El vestuario que emplean actualmente es variopinto, con reminiscencias napoleónicas (bicornios con plumas, casacas con pechera, charreteras, fajines etc.), pero hay testimonios gráficos del uso de uniformes militares de diversas épocas e incluso de tricornios de la Guardia Civil.

  Documentadas históricamente en más de 30 parroquias persisten en algo más de una docena en la actualidad aunque los atrancos tienen lugar ahora entre los generales y correos de la misma parroquia, quizá para evitar que la disputa pasase del plano verbal al físico como sabemos que sucedía frecuentemente a finales del siglo XIX. Aunque estas mascaradas son recientes –de la primera mitad del siglo XIX como mucho-, y aunque se representan en el contexto del Carnaval, es posible, según algunos autores, que sean actualizaciones de antiguas fiestas de Moros y Cristianos (otros hablan de un origen en los correos de la guerrilla durante la Guerra de la Independencia contra los franceses a principios del siglo XIX).

Efectivamente, en los textos hay frecuentes alusiones a los mouros (en Touro, por ejemplo) y los propios mouros intervienen en el desfile de Merza (Vila de Cruces), montando a lomos de burros detrás de los Xenerais  y encargándose de hacer un discurso satírico sobre los acontecimientos locales del año. Su presencia en el contexto del Carnaval puede parecer extraña, pero tenemos noticias de varias localidades gallegas en las que las luchas de moros y cristianos se representaban en el Entroido (Bentraces, Lalín, Larouco, Santa Tegra de Abeleda), y en otros es probable que también se hiciesen en un contexto carnavalesco (Nerga, A Armada, Magros y A Rúa-Petín).

***

  Se ha pensado también que la popularización en América de las fiestas de Moros y Cristianos, y de algunas piezas teatrales asociadas a ellas que tratan sobre la predicación y pasión del Apóstol, tendrían su origen en la labor de misioneros gallegos. En concreto, Filgueira Valverde afirmó que la pieza denominada La conquista de Jerusalén por Santiago, representada hasta hace pocos años en la hacienda de San Juan Bautista de Amalucan (Puebla, México), podría ser obra de “un ignorado fraile gallego que curó sus saudades reviviendo gratas memorias compostelanas”, y en el caso de la Danza de Moros y Cristianos de Nepeña (Perú), la tradición popular afirma que fue creada hacia 1700 por un español oriundo de Galicia que la instituyó como agradecimiento a la Virgen de Guadalupe de Nepeña, a la que se había encomendado durante una tempestad que a punto estuvo de hacer naufragar su barco.

__________________________

[1] Es posible, aunque parece poco probable, la existencia de una relación entre las luchas de Moros y Cristianos y la mitología popular del noroeste peninsular que afirma la existencia de mouros y mouras que habitan bajo castros y mámoas, en muchos casos habiendo sido sus constructores y siempre considerados como guardianes de tesoros escondidos, frecuentemente protegidos por hechizos. La mayoría de los etnógrafos y antropólogos consideran que estos mouros míticos son fenómenos de alteridad que refuerzan la identidad de las sociedades campesinas tradicionales por oposición a los otros (los mouros), siendo por tanto una construcción cultural y simbólica generada por el pueblo para autoafirmarse y explicar un pasado testimoniado por los registros arqueológicos, de manera que el mito de los mouros funciona también como un discurso histórico popular (Rafael Quintía). No obstante, y a pesar del escaso impacto de la presencia musulmana en el área noroeste, algunos etnógrafos como el portugués Alexandre Parafita han pensado que los mouros de la mitología gallega, portuguesa y asturiana podrían ser los moros sarracenos que invadieron la Península a principios del siglo VIII.

 

Moros y Cristianos
3 de mayo en Laza
El Portal (Ribadavia)
Fiestas del Calendario
Danzas con diálogos

 

Página Web

Base de datos de representaciones de Moros y Cristianos en Galicia

 

Buscar en mapa interactivo

 

 

Castillo de los moros en el Ataque  de A Saínza.

Foto: galiciaenfotos.com

 

Parlamento de los capitanes en el Ataque  de A Saínza.

Foto: CASEIRO NOGUEIRA (2003)

 

 

 

Combate en el Ataque  de A Saínza.

Foto: CASEIRO NOGUEIRA (2003).

 

 

 

Fotos A Saínza 2008

Fotos  A Saínza 2009 (La Región)

 

 

 

 

 

Centinela y tienda del jefe moro en 2011 de la Batalla de Retorta (Laza). Foto de Luís Baños-Visual Q, en BD do Museo do Pobo Galego

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acta municipal de Ribadeo ordenando a los sastres hacer una danza a la morisca (1694).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Moros y Cristianos de Nepeña

 (Ancash, Perú)

_____________________________________________________________________________________________________________________________________

© Julio I. González Montañés 2002-2009. Se permite el uso no lucrativo de los materiales de esta Web citando su origen.

Páginas optimizadas para una resolución de 1152 x 864 px. Pulsa simultáneamente las teclas  CTRL y + ó  -  para ajustar el tamaño si utilizas una resolución diferente