¿Distraedor y confusor de escribas?
Tot enim vulnera Satanas accipit,
quot antiquarius Domini verba describit
Satanás recibe tantas heridas como palabras del
Señor copia el escriba (Casiodoro, Institutiones, Lib. V, siglo VI)
Probablemente
el tópico más extendido en la Red e incluso en la bibliografía académica actual sobre Tutivillus,
es el que lo convierte en demonio patrón de los escribas. Numerosos autores y páginas de internet le adjudican la labor de confundir a los amanuenses medievales, siendo
el causante de los errores de copia en los manuscritos y proporcionando una
excusa fácil a los copistas para sus erratas, de las que Tutivillus sería
siempre el responsable.
Jeanne
Vielliard lo calificó como "démon des copistes et des moines étourdis" y,
en la actualidad, aficionados a la caligrafía no dudan en ofrecer su obra In
uenerationem Titivillus, hay talleres de
escritura que se presentan con el título Incipit Tutivillus, varias
editoriales, en Italia, Francia y España, tienen la denominación comercial de Ediciones Tutivillus, y también revistas universitarias (
Titivillus: revista internacional sobre el libro antiguo) insisten en su papel de
merodeador de scriptoria e imprentas. Sin embargo,
en la documentación medieval no hay ninguna referencia clara a esa labor, y lo
mismo sucede en el Arte. La cita de Casiodoro que
encabeza este capítulo prueba la importancia atribuida por la Iglesia a la escritura
en la lucha contra el maligno y en la labor
catequizadora, y Orderic Vital, a finales
del siglo XI, cuenta en su Historia eclesiástica
el exemplum de un
monje amanuense salvado en el Juicio Final porque el número de letras que había escrito
a lo largo de su vida
superaba en una a las de la lista de sus pecados presentados en un libro por el
demonio, prueba del conocimiento de los textos patrísticos en los que se hace
referencia a demonios escritores de pecados para presentarlos en el Juicio, pero no de la labor de Tutivillus confundiendo a los amanuenses.
Solo conozco dos textos más,
ambos de finales de la Edad Media, en los que se ha pretendido ver una
referencia a Tutivillus como confundidor de escribas. El primero, unos versos
latinos que, como hemos visto, debieron de ser muy populares en Alemania a
finales del siglo XV y en el XVI, no resiste el mínimo análisis crítico. La Littera neglecta que en ellos se menciona no es de ninguna manera
letra no escrita, sino letra omitida en los rezos, las lecturas o las salmodias,
lo cual resulta evidente si se lee el texto completo:
“Canonicas
Horas, si devote legis, oras, Tunc orantur
Hore, cum corde leguntur et ore, Littera
neglecta, vel syllaba murmure tecta, Dictio non
recta, si sit male lectio lecta, Fragmina
verborum Titivillus colligit horum, Quaque die
mille vicibus se sarcinat ille…".
El segundo texto es un caso algo más complicado. Se trata de una nota marginal
añadida (1575) en un manuscrito irlandés de principios del siglo XV, el
Leabhar Breac (c. 1408-11) en la cual un amanuense se lamenta, en un par de líneas dirigidas a
un compañero, de tener la tinta llena de diabluras. El
texto de la nota en irlandés es el siguiente:
"… Misi Cormac mac in Chosnomaig, aga froma a nDun Daigre, log in sgribinn, ocus ataim eglach gur mor duinn fuaramar d'ulc in duib s[eo]. Anno Domini
1575".
Y
la traducción inglesa que suele ofrecerse en la bibliografía (Marc Drogin), la que sigue:
"… I am Cormac, son of Cosnamach, trying it at Dun Daigre, the place of the
writing, and I am afraid we have got too much of the mischief in this ink..."
[….
Soy Cormac, hijo de Cosnamach, que se ejercita en Dun Daigre, el lugar de la
escritura, y me temo que tenemos demasiadas diabluras en esta tinta].
No tengo conocimientos de Middle Irish y no puedo discutir la
traducción al inglés de mischief (en español travesuras o diabluras) pero, incluso admitiéndola, no me parece de
ninguna manera una prueba concluyente de la existencia de una creencia medieval en un demonio cuya
función fuese la de confundir a los copistas, función que, por otra parte, no
aparece mencionada en la bibliografía sobre el demonio hasta la segunda mitad
del siglo XIX, y al principio solo en Francia. La historiografía del teatro
inglés, en el que Tutivillus es un personaje importante, nunca le atribuye el
rol de distraedor de escribas, y en Italia, Arturo Graf, por ejemplo, en su
conocido libro Il diavolo (1889), recoge numerosos casos de
intervenciones de demonios en los monasterios y menciona a Tutivillus, pero no
como confundidor de escribas sino en su faceta de recopilador de los errores en
el canto y la salmodia.
Creo, por tanto, que Charles Samaran estaba en lo cierto cuando
atribuyó a Anatole France, en su prólogo a la Vie de Jeanne d’Arc (1908), el haber
difundido la idea de la existencia de un demonio dedicado a confundir a escribas
e impresores:
"Au siècle que j'ai essayé de faire revivre en cet ouvrage, un démon nommé
Titivillus mettait chaque soir dans son sac toutes les lettres omises ou
changées par les copistes durant la journée et les portait en enfer, pour que
Saint-Michel, alors qu'il pèserait les âmes de ces scribes négligents, mît la
part de chacun dans le plateau des iniquités. Je crois que ce diable, justement
vétilleux, s'il a survécu à la découverte de l'imprimerie, assume aujourd'hui la
lourde tâche de relever les coquilles semées dans les livres qui prétendent à
l'exactitude…".
Anatole France no fue, en rigor, el inventor de la idea, sino su difusor, ya que
debió de basarse en algunas referencias en Diccionarios anteriores.
Samaran cita como antecedente el Dictionnaire historique des arts, métiers et professions
exercés dans Paris depuis le treizième siècle de Alfred Franklin (1906, voz
Copistes), al que añado la que quizá sea la primera referencia
concreta del asunto en la bibliografía francesa, datada en 1877
(CROZALS,
Jaques de, Lanfranc, archevêque de Cantorbéry, sa vie, son enseignement, sa
politique, Sandoz et Fischbacher, París, 1877, p. 66:
"….la superstition s'en mêla :
on inventa un démon : Titivitilarius, ou Titivillus, qui emportait les sacs de
syllabes oubliées par les moines dans les psalmodies nocturnes ou dans les
copies des libres").
El origen de la
asociación de Tutivillus con los copistas se encuentra probablemente en un
párrafo de Victor Le Clerc en su influyente Histoire littèraire de la France (1865),
fuente de Pierre Laroussse (1870), Jaques Crozals (1877), Alfred Franklin (1902 y 1906) y Antole France (1908).
En él, Le Clerc se refiere al Tutivillus recolector de síncopas y a continuación
a la historia de Orderic Vital sobre el monje salvado por haber escrito más
letras que las de la lista de sus pecados, estableciendo un lazo entre ambas que
llevó a la confusión posterior. Ya en
1870 el Grand dictionnaire universel du XIXe siècle de Pierre Larousse
(vol. 7, p. 163 voz
Écritoire) repite las palabras de Victor Le Clerc sobre "autre
tradition, plus encourageante pour les religieux de bonne volonté, raconte que
chaque lettre des ouvrages qu'ils avaient transcrits, produite par leur ange
gardien devant le tribunal du souverain juge", y a partir de ahí las
menciones se multiplican.
Por lo que se refiere a las representaciones plásticas del tema, tampoco
existen casos claros que avalen la existencia de un demonio, sea Tutivillus u
otro, dedicado a provocar errores de los copistas
y, desde mi punto de vista, todos los casos que se han
identificados como tales son dudosos, cuando no claramente erróneos.
El más antiguo es una inicial G en un manuscrito bohemio de
La Ciudad de Dios de San Agustín (véase Foto), en el interior de la cual se representa al
Santo de Hipona escribiendo su obra y la letra se ornamenta con dos bustos
clipeatos (San Marcelino y ¿Donato/Diocleciano?), elementos vegetales, animales
fantásticos y cabezas de fieras y demonios, rematando con una cabeza de demonio
o dragón que muerde el atril de San Agustín. Hay
quien lo considera una representación de Tutivillus, en su actividad de
distraedor o confundidor de escribas. Sin embargo, me parece un caso muy dudoso y creo
que se trata de una simple drôlerie que cuenta con numerosos paralelos en
la miniatura de la época (véase Ficha).
El segundo caso es un fresco de la iglesia danesa de Rørby (1400-1425) en el
que aparece una representación indudable de Tutivillus escribiendo las omisiones
en los rezos y, a la izquierda del demonio escritor, cuatro personas detrás de
un banco de iglesia (dos mujeres y dos hombres) y en medio de ellas un diablo
que señala una filacteria que dice en latín: SCRIBE BLASPHEMANTES. En España, Joaquín Yarza lo presentó como un caso del “diablo que anota las faltas de los
escribas y copistas en los ‘scriptoria’ de los monasterios, lo que enlazaría con
su identificación en época posterior, con el diablo de la imprenta". Sin
embargo, creo evidente que la inscripción, no se refiere a escribanos blasfemantes, sino
que lo que dice, es que Tutivillus “escribe lo que blasfeman”.
Otro caso muy difundido es una
miniatura de un
Libro de Horas al uso de Roma (Biblioteca Municipal de
Tours, Ms. 2104, fol. 14, ca. 1510) que representa a San Bernardo escribiendo, y un
diablo frente a su mesa apoyando una garra sobre el borde de la misma (cf. Foto).
En numerosas publicaciones y páginas de internet se
presenta esta miniatura como un caso claro de Tutivillus en su supuesta faceta
de merodeador de scriptoria y distraedor de amanuenses. Sin embargo, el titulus latino de la imagen dice, en tinta roja: Septem versus sancti
Bernardi, y siguen a continuación los versos del Salmo 12: “Illumina oculos meos ne
umquam obdormiam in morte nequando dicat inimicus meus prevalui adversus eum. In
manus tuas Domine com [mendo spiritum meum....”
Hay que pensar, por tanto, que se trata de una representación de la
leyenda que relata como el demonio reveló a San Bernardo los versos de los
Salmos cuya recitación diaria asegura la salvación, leyenda que en unos casos se
asocia con San Bernardo de Claraval (siglo XI), y en otros con S. Bernardo de Mentón [=Menthon]
(siglo X): Legitur in vita Sancti Bernardi quod diabolus apparens
et dixit quod sciret XII versus psalterii quos qui dixerit devote omni die
salvarit. Et cum requisitus esset a beato Bernardo qui esset illi versus nolui
sibi manifestare. Tunc rumdit beatus bernardus quod quotidie totum psalterium
diceret. Audiens hoc diabolus manifestauit eo sibi et sunt isti sequentes... (Speculum Spiritualium, Henry de Balnea, ca. 1400).
Otra categoría de supuestos Tutivillus es la de los demonios
que aparecen en ocasiones en las representaciones pictóricas de la escena de San Juan en Patmos, muy frecuentes en la
miniatura francesa, flamenca e inglesa del siglo XV y también en la pintura
flamenca del XVI (Dirk Bouts, El Bosco, Simon Marmion, Maestro de Jacques de Luxembourg…). En estas obras, el demonio, provisto de un arpón ganchudo,
intenta robarle al santo el calamarium y el tintero –algo que en
ocasiones consigue- para impedirle escribir el Apocalipsis. Tales demonios han
sido presentados por algunos autores como Tutivillus en su faceta de confundidor
de escritores, pero creo que se trata claramente del diablo que mencionan las
leyendas y que su intención no es confundir al santo, sino impedirle redactar
sus revelaciones, hurtándole los útiles de escritura o, en algún caso,
derramándole el tintero (cf. Libro de Horas Christie's (véase Foto), Biblia de Oxford, Canon Misc 249 folio 234r y Horas de Leonor de la Vega
BNE Vitr/24/2, fol. 45v).
Eva Lindqvist Sandgren ha demostrado que el
origen del motivo se encuentra en la miniatura parisina de finales del siglo XIV
y tiene sus raíces en un poema de Renaut (Saint Jean Bouche d'Or), en el teatro francés (Miracle de Nostre Dame de
Saint Iehan Crisothomes et de Anthure,
sa mere...), y en una confusión entre las leyendas
de San Juan Evangelista y San Juan Crisóstomo.
La misma intención de impedir la redacción
de una obra tiene el diablo que intenta robarle a Santa Brígida el libro de las
Revelaciones en un
grabado coloreado de una inicial de la editio princeps de Lübeck (Bartholomeus
Ghotan, 1492, fol. 52r, cf. Foto).
Julio I. González Montañés
jgmontanes@gmail.com