Tutivillus y sus alter ego

       Desde la publicación en 1977 del trabajo de Margaret Jennings sobre Tutivillus en la literatura [1], se acepta generalmente que el origen de su nombre se encuentra en la Casina de Plauto, algo que ya había afirmado Francis Douce en 1822 aunque otros autores posteriores propusieron diferentes hipótesis sobre el significado y el origen del nombre. En efecto, el dramaturgo romano Plauto, conocido en la Edad Media en ambientes escolares, utiliza la voz titivillicium, con el sentido de menudencia o cosa de poca importancia, en un diálogo de su Casina, 2, 5 39: Non ergo istuc verbum emissim titivillitio Nam omnes mortales Diis sunt freti: sed tamen Vidi ego Deis fretos saepe multos decipi  [=Esas palabras son para mí una nimiedad, porque los hombres se confían por lo general a los dioses, y con todo he visto yo a menudo a muchos que confiaban en ellos y se han visto defraudados]. La voz la recogen varios gramáticos romanos: ​Marco Verrio Flacco, Sextus Pompeius Festus, ​Fabius Planciades Fulgentius, Priscianus Caesariensis..., y la glosa de Johann Friedrich Gronovius, en su edición del siglo XVII de las comedias de Plauto, confirma el significado ya que equipara titivillitio con futilia.

   El nombre haría pues referencia a su papel como recolector de chismes y sílabas (minucias), pero se han propuesto otras muchas etimologías: John Payne Collier deriva el nombre de totus y villis, y J. M. Cousin de titi villus [barba de plumas de paloma]; André Vernet lo relaciona con la diosa romana Τutilinam, mencionada por San Agustín. Karl G. Th. ​Schröder cree que es simplemente un juego de monjes, un anagrama del diablo; John Carter Allen piensa que se trata de una latinización burlesca del verbo sajón Tutil (tocar el cuerno), otros creen que hace referencia a su actividad como escritor de tituli, y hay también quien afirma que no significa nada: Festus (De Significatione Verborum, ca. 150 d.C.) dice, siguiendo a Marco Verrio Flacco: Titivilitium: Titivilitium nullius significationis est, ut apud Graecos βλίτυρι et σκινδαψός. Esta última interpretación aparece en Erasmo (Adagia y De utraque Verborum ac Rerum Copia), y en numerosos vocabularios latinos y diccionarios de los siglos XVI y XVII (Nebrija, Calepino, Vossius, Gulielmo Robertson...). Por ejemplo, Sir Thomas Elyot en su Dictionary de1538 dice: "Titivillitium (...) sygnifyeth nothynge", y el jesuita Pedro de Salas en su Compendium latino-hispanum (1619) define la palabra en la tradición de Flacco y Festus: Titivilitium: Voz que nada significa.

   En Inglaterra Shakespeare utiliza la voz Tillyfally como sinónimo de tontería (Twelfth Night y Henry IV), y también Ben Jonson, William Roper, y otros autores isabelinos emplean la palabra titivillitium como exclamación referida a algo impertinente o de poca importancia. Con el mismo sentido Juan Luis Vives en sus Diálogos escolares llama Titillitium a uno de sus personajes, ​nombre que alude a su escasa entidad, o sea, que se trata de un mindundi, un don nadie.

   Victor Le Clerc  en su Histoire littèraire de France au quatorzieme siecle, deriva su nombre de "vétilleux (=minucioso), par corruption d' un mot populaire de l'ancienne latinité", y ​Attilio Hortis en sus comentarios sobre Boccaccio dice que no sería de extrañar que su nombre tuviese alguna relación con el del historiador romano Titus Livius (cf. Cenni di Giovanni Boccacci intorno a Tito Livio, 1877, p. 41, n. 6).

   Demonio de los errores en las palabras, Tutivillus parece haber hecho honor a su rol confundiendo a los autores medievales, de manera que su nombre aparece en los textos con decenas de variantes y aliteraciones. Las dos formas más frecuentes son Tutivillus y Titivillus, pero podemos encontrar muchas más:

   Tytinillus, Titytillus, Tithinilus (Mystere L'Assomption de la Vierge ), Tintillus, Titelinus (Recull de Eximplis), Titulinus, Titufullus, Tutenillus, Titinil (Pfarrkircher y Haller Passionsspiele), Tutevillus (Redentintr Osterspiel), Tutivill (Iudicium de Towneley), Thittwil (Das Künzelsauer Fronleichnamsspiel), Tituillus (Vox Clamantis de John Gower), Tytyuillys (The Assembly of Gods de John Lydgate), Titevullus, Tuevulus,Titinellus (Tractatus ascetici duo... de paenitentia... ordinarium vitae religiosae de Juan de Gales), Tutiwillus (en Dinamarca), Titivitilarius, Titifillus, Tibini (en Bohemia)… etc. 


Belial y Baalberit       

    Belial, uno de los demonios cuyo nombre aparece en la Biblia, es el protagonista del Libro de Belial de Jacobo de Teramo. En varios manuscritos de la obra, los intentos de Belial de entrar al infierno para liberar a Lucifer, se ilustran con una Boca en la que aparecen varios demonios y Satanás atado a un poste (Apocalipsis 20:2-3), ante los cuales se presenta Belial con un pergamino sellado con los pecados de José que va a ser juzgado en la demanda interpuesta por Satanás contra Jesucristo por haber entrado en el infierno “sin permiso” en su anástasis. Evidentemente, Belial no es Tutivillus, pero creo que su iconografía está inspirada en la de este último y, como Tutivillus, su nombre significa "despreciable", "minucia" o "cosa de poca importancia". Además, en algunos casos en el arte (véase Foto) aparece acompañado por un demonio tocando una trompa (atributo de Tutivillus). En cuanto a Baalberith, también mencionado en la Biblia (Jueces, 9), es, como Belial, una de las versiones del dios supremo del panteón fenicio, Baal. Adorado en Beirut (Líbano), era conocido como el Baal de la Alianza (en hebreo Baal Berith), ya que ante él se sellaban los pactos, comerciales, militares, o de cualquier tipo, entre las ciudades-estado fenicias o entre particulares, siendo testigo y guardián de los juramentos. Tras la implantación del cristianismo su figura, como las de Beelzebub (Baal-zebub) y Baalfegot: "se satanizó y pasó a convertirse en bibliotecario y conservador en jefe de los archivos del Infierno. De tal forma que cuando llega el momento del juicio individual de un alma o final tras la resurrección de los muertos, es el que aparece con toda la documentación recogida durante años de observación en los que están escritos los pecados de cada hombre y le sirve de denuncia ante el arcángel san Miguel para delatar el alma y llevársela al Infierno" [2].

   Esta función de recopilador de pecados lo convierte en un alter ego o, más bien, en un superior de Tutivillus (Belial’s bellman dice de nuestro demonio un manuscrito musical inglés del siglo XV) [3] y, como notario/escribano, encontramos a Belial registrando supuestos pactos diabólicos como el del sacerdote francés Urbain Grandier, acusado de mantener relaciones sexuales con las monjas del convento de Loudun y ejecutado en 1634 teniendo como prueba principal un documento "sacado de los archivos del Infierno", pretendidamente escrito y rubricado por Baalberith (cf. Foto).      

Milleartifex                 

  En un capitel del primer tramo norte de la girola de la iglesia románica de Notre-Dame-du-Port de Clermont-Ferrand (Auvernia, Francia), se representa el castigo de la usura con el usurero en el centro del capitel y, a cada lado, dos diablos sujetando al pecador y sosteniendo una cartela que dice: MILLE ARTIFEX SCRIPSIT TU PRISIST USSURA S.R.E. La interpretación de la inscripción no es sencilla, pero creo que Robert de Lasteyrie acertó en 1890 al identificar al ‘MILLE ARTIFEX’ del texto con el demonio que así dice llamarse en una apócrifa Vida de San Marcial de Limoges publicada en 1671 por Thomas Beaulxamis como apéndice de su edición de las Histoiras apostolicas de Abdias (París, 1671, fol. 166r): "...quibus dixit beatus Marcialis: Dicite in conspectu omnium quibus nuncupemini vocabulis. Unus ex ipsis dixit: Ego vocor MILLE ARTIFEX. Apostolus dixit : Quare ergo tu vocaris Mille artifex? Daemon respondit: Quia mille habeo artes ad decipiendum genus humanum".  Se trata pues de un demonio (’Milmañas’, creo que sería una buena traducción de su nombre), experto en engañar con artimañas al género humano, y escritor de sus pecados como indica el texto de la cartela y su representación plástica con cálamo y tintero. Es claro que no se trata exactamente de Tutivillus, pero sí de uno de los muchos casos de demonios escritores de pecados que están en el origen del exemplum de Jaques de Vitry y en la posterior denominación de Tutivillus [4]. Cesáreo de Heisterbach menciona en su Dialogus Miraculorum a un milleartifex diabolus, Raimundo de Peñafort habla también de un diabolus milleartifex (no está claro si es un nombre) y Stephanus de Borbone, en su Tractatus de diversis materiis praedicabilibus (c. 1250) se refiere también a él, remitiéndose al testimonio de Jourdain de Saxe, y dice:  Audivi a fratre Jordano, ordinis Predicatorum quod, cum divino judicio quidam frater arreptus esset, et quereret a demone, adjurando eum, quomodo vocaretur, respondit quod Mille Artifex, quia mille modos et artes habebat homines seducendi.- Et ut scias, ait, quod verum dico, ego sum qui decipio magnos theologos, decretistas et legistas, physicos, barones, milites, prepositos, mercatores. Et incepit singulorum verba, gestus et modos et officia ei representare, usque ad donicellas dominarum, que serviunt  in cameris earum, blandiendo eis et adulando et moiliter loquendo.          

  Tales demonios notarios no son exclusivos del cristianismo. La creencia en que las divinidades anotan las acciones humanas se remonta a Babilonia, está documentada en Grecia (Eurípides) y en la tradición judía, y cuenta con paralelos en las religiones orientales. Un pariente de Tutivillus lo tenemos, por ejemplo, en el "demonio" de la mitología hindú, Xitragupten o Chitragupta, secretario del dios de los muertos, Yama, y encargado de llevar un registro escrito de las acciones de cada hombre durante su vida y basándose en él fundamentar su sentencia una vez fallecido (cf. Foto).

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[1] Véase JENNINGS (1977), pp. 36 ss. 
[2] Cf. ARAGONÉS ESTELLA (2013), s. p., véase también COLLIN DE PLANCY, Diccionario infernal, Barcelona, 1968, p. 131. 
[3] [=el botones de Belial]. 
British Library, MS Lansdowne 763, ca. 1460. Cf. WALCOTT, Mackenzie Edward Charles, Traditions and Customs of Cathedrals, Longmans, Green & Co., Londres, 1872 [2ª ed.], p. 219. 
[4] Una escena muy parecida aparece en otros dos capiteles auvergneses (Ennezat y St. Julien de Brioude), ambos con cartelas e inscripciones similares.

Julio I. González Montañés 
jgmontanes@gmail.com